ALICANTE. Para conocer la trastienda de lo acontecido en el cese de Mireia Mollà como consellera de Agricultura y Transición Ecológica hay que remontarse a una fecha: el 26 de febrero de 2022. Ese día se celebró el congreso de Iniciativa del País Valencià -una de las tres formaciones que conforman Compromís. Y ese día tomaron el mando de la formación Aitana Mas y Alberto Ibáñez, con el beneplácito y el apoyo de Mónica, pero con la oposición de un 30% de la militancia, agolpada en torno a Mireia Mollà y su padre, Pasqual Mollà. Ese 26 de febrero, por primera vez desde que nació Compromís, allá por 2006, cuando una facción de Esquerra Unida fue expulsada y se coaligó con el Bloc y Els Verds, los Mollà quedaron en minoría y sin, apenas, influencia en la coalición en todo lo que pasaría después: la dimisión de Mónica Oltra y el ascenso de Aitana Mas. En 15 años, han pasado de ser unos de los creadores de esa criatura llamada Compromís a quedar fuera de todo.
Cuando se produjo el relevo de la entonces vicepresidenta, Mónica Oltra, en junio de 2022, por jerarquía, lo normal es que Mireia hubiera sido ascendida a número dos del Botànic. Pero entonces el partido de Oltra ya se decantó por Mas. En su día, los afines de Mollà despejaron balones fuera con el argumento de que el futuro interno de la todavía consellera estaba en reforzar los lazos con Más País y con la plataforma de Yolanda Díaz y, al tiempo, defender su gestión en el Botànic. Pero en el fondo, desde junio hasta este martes, lo que se ha demostrado es que Iniciativa nació rota desde su cónclave y que las diferencias se han agrandado en cuanto Mireia Mollà y Aitana Mas han cohabitado con responsabilidades de Gobierno en el seno del Botànic.
¿Cuándo se ha roto esa armonía que nació en el Baix Vinalopó? Quizás esa cohabitación entre Mas y los Mollà fue cordial y amigable mientras tenían objetivos y retos diferentes. Mas desarrolló su campo de acción en Crevillent, a 9 kilómetros de Elche, cuna política de los Mollà, primero en EU y después como gestantes de Compromís. Mireia ya era diputada en 2011, donde forjó, curiosamente, un férreo tándem de oposición junto a Mónica Oltra. Mas todavía andaba en la política local. En 2015, con el primer Botànic, Mollà volvió a la política local como cabeza de lista de Compromís per Elx y formó parte del Gobierno local, al tiempo que mantenía el acta de parlamentaria como candidata más votada en las primarias de Compromís. Mas, en cambio, fue nombrada secretaria autonómica de Transparencia, con apenas 24 años, bajo las órdenes de Manuel Alcaraz. En 2019 cambiaron los roles. Mollà logró ser nombrada consellera de Agricultura del segundo Botànic; Mas, por su parte, fue la candidata a Les Corts por Alicante, y por tanto, diputada.
Durante todo este proceso de gestación de los Botànic, Pasqual Mollà ha sido una pieza clave. Fue uno de los negociadores de los acuerdos con el PSPV y Podem. También fue clave su papel en las confluencias con el Podemos de Pablo Iglesias en las dos elecciones de 2016 en el ámbito nacional. Fue uno de los negociadores de la coalición A la valenciana, que Compromís conformó primero con Podemos y después con Podemos e Izquierda Unida. En 2019 también hubo elecciones generales por partida doble. Compromís decidió ir en solitario en las primeras y con Más País en las segundas, pero no mejoró los resultados. A los Mollà se les atribuye una buena relación Íñigo Errejón.
Su poder de influencia también se dejó notar en Elche, donde ha tenido (y mucho) mando en plaza en el colectivo local de Compromís, entonces con Iniciativa como mayoritario. Pasqual, y también Mireia, colocaron peones en la Institución Ferial Alicantina (IFA). Cristina Mollà, hermana mayor de la ya ex consellera, fue jefa de prensa en Transparencia. Con la salida de Alcaraz, en 2019, fue rescatada por Sergi Campillo en el Ayuntamiento de València. Más polémica fue la designación de Lluís Mollà como asesor de Dolores Pérez, entonces senadora de la coalición por designación territorial. En el primer Botànic, los Mollà hacían y deshacían con el beneplácito de Oltra, y con el control de la mayoría -que tenían- en Iniciativa.
Con todo este bagaje, y con objetivo logrado de haber llevado a Mireia al Gobierno valenciano, la verdad es que la influencia de Pasqual Mollà se ha ido apagando a partir de 2019, incluso más con la pandemia. El VI congreso de Iniciativa fue la tumba de los Mollà internamente, como se ha visto ahora, pero detrás hay todo un cúmulo de desgaste que ha calado entre la militancia y los cargos públicos de la coalición, incluso los de Més. Además de lo acontecido en el plano institucional, también el posicionamiento de los Mollà con las primarias, especialmente en la ciudad de Elche, ha acabado por visualizar las diferencias que hasta entonces habían permanecido en la sombra, pero que se han acrecentado con el tándem Mas-Ibáñez con todo el poder, y los Mollà, con un 30%, y contrarios a los acuerdos alcanzados por los tres partidos de la coalición. Aunque nadie discute que la heredera de Mireia en Elche, Esther Díez, debe ser la alcaldable, finalmente no ha habido acuerdo con Més y se celebrarán las primarias en la tercera ciudad de la Comunitat.
La salida de Mireia Mollà del Gobierno valenciano y de la política autonómica supone dejar atrás a una de las políticas claves de la reciente historia de la política autonómica. Mollà no es diputada y, por lo tanto, no tendrá cargo público hasta que forme parte de una candidatura y resulte elegida en algún parlamento o corporación.
Histórica en la política valenciana desde su juventud, Mollà sale del Botànic II a las puertas de cerrar unos presupuestos que aparecen como clave en su cese, si bien en las últimas semanas ha mantenido algún enfrentamiento público con su propio partido y gobierno por cuestiones relacionas con su departamento.
Mollá (Elx, 1982), con estudios en Estadística por la Universidad Miguel Hernández, fue diputada en Les Corts en 2007 y formó con Oltra un sonado tándem en el parlamento valenciano de firme oposición al Gobierno del PP durante años. En su trabajo de oposición destaca su enfrentamiento y denuncia al exconseller de Solidaridad, Rafael Blasco, ante la Fiscalía Anticorrupción, en lo que después derivaría en el caso Cooperación que acabaría en la condena del dirigente popular.
Entre las primeras contingencias a las que se enfrentó como consellera fueron las lluvias torrenciales de la DANA de 2019 y los daños sufridos en la comarca alicantina de la Vega Baja, a los que respondió el Consell con el Plan Vega Renhace, en el que el departamento de Mollà fue uno de los implicados.
Otro de los temas que siempre ha estado presente durante su gestión es la ampliación norte del Puerto de València, a la que siempre se ha mostrado contraria por creer que "está abocada a terminar en los tribunales" porque "no es la que estaba amparada por la Declaración de Impacto Ambiental (DIA)".
La plaga de la Xylella, el cotonet de Sudáfrica, las reivindicaciones del sector citrícola sobre el tratamiento en frío de las exportaciones de países extracomunitarios o los recortes en el trasvase Tajo-Segura también han ocupado buena parte del trabajo de su Conselleria.
Uno de los momentos más delicados de su gestión ha sido la muerte de diez burros en el Desert de Les Palmes, un caso que provocó dos dimisiones en su departamento y que la Fiscalía ha llevado al juzgado. También otra situación criticada por la oposición ha sido su ausencia durante los primeros días de los incendios declarados este verano en Bejís y la Vall d'Ebó, pese a gestionar la política forestal.