Hoy es 23 de diciembre

la encrucijada / OPINIÓN

Los objetivos del presidente de la CEV y las ambiciones valencianas

Foto: JORGE GIL/EP
29/11/2022 - 

Recientemente ha sido reelegido presidente de la CEOE Antonio Garamendi. Un candidato que, tanto en el pasado como ahora, ha recibido el apoyo de Salvador Navarro, presidente de la Confederación Empresarial Valenciana. La relación existente le abre, previsiblemente, un itinerario de continuidad al máximo responsable de la organización autonómica y puede que un mayor peso en la patronal española. Tener despejada esta incógnita no es mala cosa. No lo es, porque en nuestra Comunitat se encuentra presente un diálogo social que integra a la CEV, UGT, CCOO y, cuando corresponde, a la Generalitat Valenciana. Un foro cuya continuidad resulta más que necesaria en estos largos tiempos de incertezas.

A Salvador Navarro también le corresponderá, a partir de ahora, acoger su cuota de responsabilidad en la estructuración, por la CEOE y los agentes sociales, de un deseable pacto de rentas que abarque al conjunto de la economía española. Un tipo de pacto que persigue la moderación de los precios mediante la contención de costes laborales y beneficios. Un pacto cuyo fin último es la implantación de expectativas favorables a la desescalada de la inflación.

Conviene destacar, no obstante, que en la agenda del presidente de la CEV se encuentran otras metas, según declaró en una reciente entrevista (22.11.2022): “Mi gran objetivo es trasladar las capacidades empresariales de la Comunitat Valenciana a la CEOE y participar aún más en sus órganos de gobierno y estructuras.”. Una declaración de principios, sobre la presencia del pensamiento empresarial valenciano en Madrid que, si se atiende a la amplitud de lo perseguido, no resulta frecuente en el ecosistema de nuestra sociedad civil.

Foto: GVA

La ruta anunciada por Salvador Navarro supone un avance cualitativo frente a la tosquedad, imprudencia y afanes de aquel tiempo que, desde la Cumbre de Orihuela, culminó cerca de tres décadas después con la liquidación por deudas de las representaciones empresariales de Alicante y Castellón, en un tiempo de caídas de telón definitivas de la mayoría de las entidades financieras regionales, de algunos institutos tecnológicos y de grave insolvencia en las instituciones feriales de Alicante y Valencia, entre otros dramas de un tejido económico-institucional al teórico servicio de la empresa.

Tras aquel triste capítulo se ha logrado, por primera vez, construir una organización empresarial que aglutina realmente a las anteriores plataformas provinciales. Con delicadeza y firmeza, la unidad empresarial se ha elevado sobre su anterior fragmentación territorial, convirtiéndose en un interlocutor común tanto del conjunto de las empresas como de las sensibilidades territoriales y sectoriales que anidan entre éstas. A esa nueva CEV, que circula desde Vinaròs a Pilar de la Horadada, su presidente le atribuye objetivos que, tras cuajar la vertebración alcanzada, impulsen la presencia real de la Confederación autonómica en los grandes centros de decisión situados más allá de la Comunitat Valenciana.

En lo que atañe a la CEOE, merece recordarse que lo que abre puertas no es la presencia ni siquiera una participación que gire en torno a lo auspiciado por los colegas e interlocutores de los representantes de la Comunitat Valenciana en la patronal española: es la generación y circulación de ideas propias y valiosas lo que consolida prestigio y posición. Lo es el ejercicio de una actitud propositiva, escanciadora de diagnósticos, soluciones y previsiones. En este punto sería saludable que la CEV desarrollara un activo rol de análisis, estudio y defensa de aportaciones que, siendo relevantes para los intereses específicos de la Comunitat Valenciana, constituyan respuestas convincentes para otras Comunidades Autónomas. Una confección de compromisos que amplifique la voz valenciana fuera de su territorio. Con ambiciones realistas, pero sin renuncias apriorísticas, particularmente en el terreno de la financiación autonómica.

Foto: APIE

Una voz empresarial innovadora que ambicione recorrer el siglo XXI sin caer en el conformismo, la resignación o la autocomplacencia. Una voz, en todos los casos posibles, complementaria de las procedentes de las instituciones públicas y de la representación laboral y profesional. Voces que, desde sus posiciones, se alíen en el fortalecimiento del conocimiento, la creatividad, la cultura y la comunicación. Voces inquietas y, al mismo tiempo, con las dosis de coralidad, paciencia y prudencia que se requieren para encauzar las disparidades de una sociedad democrática crecientemente diversa. Un primer paso para enlazarla, desde el razonamiento y la comunicación inteligente, con otras situadas más allá de nuestra geografía.

En nuestra época, con perspectiva de lo padecido y oteando lo que está por venir, parece necesario seguir elevando, con trabajo y hechos, el prestigio, proyección y aspiraciones de la Comunitat Valenciana, reforzando las energías y consensos que surgen de las interacciones entre sus actores institucionales y de éstos con la ciudadanía. Con todo, no cabe la utopía. El tiempo del voluntarismo se encuentra aparcado. No se pueden cultivar ambiciones sin organización, trabajo permanente y recursos para conseguirlas. ¿Será su ausencia, como en pasadas ocasiones, el talón de Aquiles que lastre la superación de las posiciones valencianas en España y Europa? ¿Dejaremos que nuestra vitalidad interna e influencia externa se diluyan porque no somos capaces de sostener la generación de ideas y argumentos convincentes que se precisan para evitarlo?

next