VALÈNCIA. Las modinhas de salão eran unas canciones tristes y sentimentals que se hicieron muy populares en el siglo XVIII en Brasil y Portugal. Una de ellas, titulada Escuta, formosa Márcia se le cruza, casualmente, a la protagonista del último cómic de Marcello Quintanilha, ganador del Fauve d’Or al mejor álbum del año en el Festival de Cómic de Angoulême, y que hoy viernes empieza la gira de presentación por toda España en València, en la libreria Bartleby.
Márcia, la protagonista, es una mujer coraje en un Brasil disfuncional. Desde una favela, no solo se tendrá que enfrentar a las dificultades de dar la cara por su conflictiva hija, sino que también transita las preacariedades y peligros de un país hostil para las clases humildes, donde el narcotráfico y los grupos criminales ocupan el lugar del Estado.
Marcello Quintanilha explica a este diario que “es todo pura ficción, pero hay muchos elementos que podrían pertenecer a la realidad”. “La precariedad y otras situaciones a las que se enfrenta Márcia son resultado de los problemas a los que nos somete el mundo capitalista”; “Siempre que hay fallos en la realidad institucional, esto afecta a las decisiones que toman los personajes. Hay sectores clave de la administración pública que no saben las repercusiones que tiene que a una persona tenga miedo de ir al trabajo por si por el camino se cruza con el jefe de una gang o se pregunta si ir al hospital por si le atenderán bien o mal”, completa el autor.
La protagonista trabaja en un hospital, pero combina ese trabajo con el de cuidar a una anciana para una familia más acomodada; no tiene tiempo para sentarse a tomar una cerveza con sus vecinas; no se le ve relajada nunca, ni siquiera descansando más allá de cuando come o cuando malduerme.
Pero el mayor reto de Márcia es su hija, que se ha metido en una espiral de prostitución, drogas y redes criminales contra el que la protagonista está dispuesta a luchar para salvar a su hija, mientras esta no ve problema alguna. La situación escalará hasta que no haya solución fácil, y ahí entran los dilemas.
Tal vez el mayor impacto de Escucha, hermosa Márcia sea el tratamiento del color y las viñetas amorfas, una técnica que, lejos de pretensiones, quiere completar el relato como metáfora de los tiempos contemporáneos: “Los colores son una metáfora de la desconexión que hay, hoy en día, de la realidad. Gente que pone en entredicho que el hombre haya ido a la luna, las comunidades antivacunas… Unas burbujas de información que se alejan de la realidad aún viviendo en la propia realidad. Supongo que son gente a la que le cuesta lidiar y filtrar la cantidad de información que tenemos hoy en día”.
“Todos los márgenes de las viñetas tiene que ver con el mismo tratamiento del color. Podríamos decir que el color es el dibujo, que la viñeta la traza el color. Quería la mínima interferencia en el color. No solo las viñetas no tienen línea de delimitación, sino que los propios contornos de los personajes también se vuelven amorfos. La definición del contorno de los personajes está llevada al límite de la comprensión. La idea era generar la sensación de una explosión de color”, añade el autor.
Las explosiones no solo son de colores, sino que también los rostros de los personajes pueden experimentar un viaje de 180 grados entre una viñeta y otra: “Yo trabajo mucho por la psicología de cada personaje, y eso también implica tener en cuenta cada situación para humanizarlos de la manera concreta posible para que podamos comprenderlos solo con su rostro. Esto es importante en este cómic, pero también en mi obra en general”.