el billete / OPINIÓN

Mazón aprovecha su ventaja

22/09/2024 - 

Cuando termino de escribir el Billete dominical y doy un último repaso al texto, en no pocas ocasiones aplico una vieja técnica que nos enseñaron en la facultad y que creo que viene de cuando todo se publicaba en papel, con un número de palabras limitado, y lo normal era pasarse. El truco es borrar el primer párrafo. Enterito, de un plumazo. El artículo suele mejorar porque le ahorras al lector una introducción innecesaria como esta que acabo de escribir. En la prensa digital ya no es necesario recortar porque el espacio es ilimitado, pero a veces conviene eliminar el primer párrafo porque lo que no es ilimitado es el derecho a aburrir a los lectores.

Carlos Mazón afrontó este miércoles su primer Debate de Política General como presidente de la Generalitat, con tiempo ilimitado, y pensó que tenía ilimitado derecho a dar la lata. Se marcó un discurso de tres horas y diez minutos, seguido de réplicas al resto de portavoces de hasta 51 minutos y dúplicas de hasta diez. En total, cinco horas y 43 minutos de intervenciones frente a las apenas dos horas que sumaron los tres portavoces de la oposición, sin contar los trece minutos que empleó el portavoz popular Pérez Llorca en dar jabón al jefe. Si lo bueno y breve es dos veces bueno, Mazón desaprovechó esa oportunidad.  

Al president no le sobró solo el primer párrafo, le sobraron las dos primeras horas, que dedicó a recordarnos errores del Consell de Ximo Puig, derrotado en las urnas hace 16 meses. La herencia recibida es un clásico de los gobiernos primerizos, que, además del tiempo ilimitado, tienen ventaja en el debate porque cuentan con abundante material inédito recogido "debajo de las alfombras", como dijo en su día José Luis Olivas, escudero de Zaplana en su primer Consell cuando anunció "auditorías de infarto". Sabemos, por experiencia, que las auditorías de infarto anunciadas a bombo y platillo se quedan en nada y que lo de la herencia recibida se estira como un chicle a lo largo de la legislatura hasta resultar ridícula.

Mazón no necesitaba tanta monserga en el debate sobre el estado de la región. Es buen orador, muy hábil en el regate corto, y escenificó con eficacia y hasta con gracia los mensajes básicos –"se ha acabado el dogma y ha llegado la libertad y la música"–. Además, iba bien pertrechado para cualquier contraataque gracias a un exhaustivo trabajo de búsqueda de marrones del Botànic en los archivos de la Generalitat. 

Muy preparado, al contrario que sus rivales, a los que vapuleó en los duelos una y otra vez. A Baldoví le tiene cogida la medida desde el primer día de la legislatura cuando el PP le consiguió a Compromís un puesto en la Mesa de Les Corts. No tuvo piedad. A propósito de la exigencia de que el PP apoyara una quita de la deuda valenciana, Mazón le recordó las veces que Sánchez ha engañado a Compromís con un demoledor "no voy a hacer de Baldoví, no me voy a creer las chuflas del Gobierno de España hasta que no las vea escritas", a lo que añadió: "No soy Baldoví, no vengo de la moqueta madrileña, no se ríen de mí en Madrid". Tras la humillación, la zanahoria. Dos días después, el PP apoyó la propuesta de resolución de Compromís que incluía la petición de una "compensación" de la deuda.

A José Muñoz, al que trató con la misma displicencia – "a mí no me cabrea nada de lo que diga usted porque, como usted comprenderá, yo vengo llorado de casa"–, le tenía preparada una bomba, la del cribado de cáncer de mama, que ensombreció todo lo demás. Se la restregó a Muñoz hasta en el duelo con Baldoví. Mazón tuvo cinco horas de tiempo y ocho años de Botànic de los que recoger munición, mientras el portavoz socialista apenas tuvo 40 minutos y solo un año de gestión del PP y Vox para armar su ofensiva. Un detalle: al contrario que en la mayoría de debates de los últimos 15 años, se habló poco de corrupción.

Lo más relevante, como siempre en estos debates, fue la retahíla de mazoanuncios, entre los que siempre destacan los relativos a los impuestos. Frente a las grandes bajadas del arranque de legislatura, Mazón anunció esta vez unas pocas rebajas fiscales selectivas, quirúrgicas, la mayoría para empresas y autónomos, así como pequeñas mejoras en algunas deducciones autonómicas del IRPF, que es algo que todos los gobiernos aprueban cada año porque son tan llamativas como poco costosas para el erario. Las grandes bajadas de impuestos estilo Madrid que prometió continuar se las reserva para la segunda mitad de la legislatura.

Lo que olvidó incluir en el mazo de papeles que llevaba fue la promesa de deflactar en 2025 la tarifa del tramo autonómico del IRPF, algo que el PP reclama con insistencia cuando está en la oposición –Mazón lo hacía y Feijóo se lo sigue exigiendo a Montero en el tramo estatal– porque no deflactar supone una subida encubierta del Impuesto sobre la Renta. En el caso de Mazón, sería el segundo año consecutivo de subida encubierta del IRPF. Por si se le había olvidado.

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