Queridos Reyes Magos: No me he portado muy bien, he reñido con mis hermanos, a mi hermana pequeña le estiro las coletas y le hago daño, no he obedecido a mis padres… pero también hago cosas buenas, creo que soy buena… Son aquellas sinceras cartas que el Paje Real recogía en la Puerta del Sol de Madrid. Eran escritos prologados por un examen de conciencia y aquel arrepentimiento y culpabilidad que tanto asustaba. Tras describir lo malo, que generaba temblores por aquello de que los reyes podían pasar de largo, se escribían las palabras mágicas que hoy sobreviven: Me pido… Una lista de juguetes soñados que nunca llegaban. El seis de enero amanecía muy pronto en un pequeño piso junto al río Manzanares. El frío era insoportable. Primero comprobábamos que los reyes habían comido los tres polvorones, bebido de las tres copas de coñac, y que la hierba para los camellos había desaparecido. Era un instante tremendo. Nos abalanzamos buscando los juguetes que habíamos pedido en nuestras cartas. Eran pocos, y muchas veces se repetían cambiando la indumentaria al muñeco Pirulo y la muñeca Paulina, sumando cacharritos a una cocina de madera, o añadiendo más vaqueros e indios al fuerte La Ponderosa (de Bonanza) que había construido un padre con pinzas de madera para la ropa. Era la mejor mañana del año.
Es uno de los días más bellos, son esos instantes guardados en el corazón, en la infancia que soñaba con aquellos Juegos Reunidos que nunca se acababan, en aquellos primeros rollos de papel de aluminio que servía para envolvernos y simular que vivíamos en el año 2006 de las marionetas televisivas Los Guardianes del Espacio, en aquellas botellas de gaseosa y almohadas que sujetábamos con un cinturón a la espalda, porque eran las botellas de oxígeno imprescindibles para bucear por aquel pequeño pasillo que era el escenario de Viaje al fondo del mar… Cada seis de enero navegábamos en busca de todos los tesoros. Porque los juegos entonces eran creatividad e ilusión de muy bajo coste. Una de esas noches de mucho frío, vi en el pequeño comedor de aquella pequeña casa que un rey mago salía por la ventana. Vi su ropa brillante y no entendí cómo podía saltar desde un séptimo piso y seguir entrando en otras casas... Mis hijos, cuando eran pequeños, decían que su madre vio una noche a un rey mago salir por la ventana. En Madrid, en aquellas noches de mucho frío.
En Morella también se han escrito decenas de cartas, este pasado viernes se desplazó el cartero real para recibirlas y anunciar la Cabalgata que recorrió anoche las calles morellanas, entre mucho frío y las emociones infantiles. La ciudad de Els Ports posee una de las mejores cabalgatas castellonenses. Los reyes magos descienden de su campamento, erigido en una montaña cercana el 3 de enero, acompañados por una corte celestial portando antorchas, bengalas, y entrando con solemnidad por las torres de Sant Miquel que se encienden con todas las luces de la pólvora. Este año ha sido muy triste no escuchar la profunda voz de Salva Ortí que acompañaba el recorrido anunciando la entrada de cada rey. Ha estremecido recordarle a los pies de Sant Miquel. Anna Querol, y su hermosa voz radiofónica, ha ido relatando este desfile de las ilusiones y la esperanza, acompañando el vuelo que varios pajes han emprendido descendiendo en tirolina, desde el campanario de la iglesia de Sant Miquel, donde se ubica el Centre de Salut, hasta lo más alto de las Torres. Ha sido mágico. Mi pequeño Biel, desde el vientre de su madre, ha debido sentir todas las emociones, mientras Aimar vive su segunda noche de reyes, la primera con cierto nerviosismo, revoloteando entre las luces, la música, los colores y los juguetes que llenan su casa. Lo mejor de esta noche son esos pequeños enormes ojos y esas manos que se mueven sin conocer su destino.
Los Reyes de Morella siempre traen esperanza, reivindican la igualdad, la solidaridad, y nos vuelven a exigir la paz en un mundo hoy amenazado y atacado, aún más, en el espacio mediterráneo y el Golfo Pérsico.
Los Reyes de Morella siempre traen esperanza para un año mejor, reivindican la igualdad, la solidaridad, nos recuerdan, de nuevo, la precariedad que sufren miles de personas vulnerables y vuelven a exigir la paz en un mundo hoy amenazado y atacado, aún más, en el espacio mediterráneo y el Golfo Pérsico. Los Magos de Oriente tampoco se olvidan de denunciar que hay muchas familias, muchas niñas y niños que no recibieron anoche ningún juguete. La periodista Ana Mansergas destacaba en su artículo semanal, en Castellón Plaza, la Declaración de la ONU sobre los Derechos del Niño, derechos que no son universales. El niño tiene derecho al esparcimiento, al juego y a participar en las actividades creativas, artísticas y culturales. El derecho a jugar no implica el derecho a poseer juguetes, pero en esta sociedad y en este sistema, como bien explica Mansergas, “la ausencia de juguetes crea una desigualdad tremenda especialmente en estas fechas”. Hay diversas organizaciones solidarias dedicadas a la recogida de juguetes y alimentos para estas fiestas, pero hay que insistir en lo más importante, y coincido con Ana Mansergas, los juegos pueden surgir de la creatividad y la imaginación que se desarrolla en la infancia haciendo prescindibles los juguetes físicos y materiales.
Hay preocupación, desconfianza y tristeza en muchas miradas. Pero es preciso seguir defendiendo la esperanza y la alegría, desde todas las trincheras.
Cada deseo, cada uva, cada gajo de mandarina castellonense que engullimos el pasado 31 de diciembre, debería liberar al mundo de todo lo malo, como un conjuro para la purificación, para vaciarnos de la ignominia, injusticia, malos tratos, tristeza, y el dolor que nos puede llegar en un periodo de 366 días. Simultáneamente, buscamos doce buenos motivos que nos permitan soñar con un buen año. El mejor. Como deseamos todos los años la noche más vieja. Una noche global que, al igual que el resto de las fiestas navideñas, marca profundamente las diferencias. Opulencia frente a escasez, alegría frente a tristeza, bullicio frente a soledad, y vida frente a la muerte. El año que se ha despedido ha tenido luces y sombras, ha sido un tiempo políticamente vertiginoso, un tránsito que nos instala ante el desasosiego. Despedimos un año ambiguo que, aunque se quiere pintar de colores, no ha superado las prolongadas crisis de valores, económicas, sociales y políticas. Porque, desde la gran crisis de hace años, seguimos escuchando el lamento, enfado y la desesperación, porque los salarios son precarios y la inseguridad laboral es una losa maldita, porque los niveles de pobreza siguen creciendo. Hay preocupación, desconfianza y tristeza en muchas miradas. Pero es preciso seguir defendiendo la esperanza y la alegría, desde todas las trincheras.
Porque este país está siendo atacado ferozmente por un bloque de derechas que ya todo parece ultraderecha, que pretende captar los desencantos, porque estas corrientes populistas arrastran a una masa ciudadana que no se detiene a pensar, a analizar el riesgo que traen los nuevos fascistas. Este fin de semana, en el marco del debate de investidura, se han retratado desde la tribuna de oradores y desde sus escaños. Han sido ignominiosos, indignos. Ya lo han dicho, no van a permitir que gobierne la izquierda, las políticas progresistas, las políticas sociales y solidarias. No van a permitirlo y ya están promoviendo el tremendo ruido del odio, de la venganza. Paralelamente, Rezar por España “ante una situación de emergencia”, que ha promovido, entre otros cargos de la cúpula episcopal, el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, es un irresponsable aguijón cargado de veneno para la convivencia. Van a llover piedras este invierno, constantes y peligrosas, acompañadas por los medios de comunicación más conservadores y mesetarios, empeñados desde hace tiempo en romper este país.
No van a permitir que gobierne la izquierda, las políticas progresistas, las políticas sociales y solidarias. Lo han dicho y Cañizares ya ha pedido “rezar por España ante una situación de emergencia”.
Que el nuevo año pueda encender más luces en medio de tanta oscuridad, entre la geografía belicista que nos rodea. Los señores del planeta acaban de mentar el más peligroso botón rojo, y el dedo de Trump duerme sobre esta maldita alarma. El asesinato del comandante Qassem Soleimani ha violado todas las leyes del derecho internacional. Los EEUU de Trump se han convertido en una preocupante amenaza para el mundo. Que el nuevo año no nos rompa en mil pedazos. Me pido la paz.