ALICANTE. "Los cortos y las series de televisión que he hecho previamente me han servido de entrenamiento para el largometraje". Un entrenamiento que ha llevado al actor alicantino Miguel Ángel Puro a ganar, si no la carrera, sí la Tesela de Plata a Mejor Actor en la 19º edición del Festival de Cine de Alicante por A diente de perro, el primer largometraje de ficción en el que actúa y del que también ha sido guionista, junto con el director, José Luis Estañ, e Iván Émery. La ópera prima de Estañ mezcla drama, thriller y un ritmo inicial frenético marcado por las drogas y el carácter de Darío Manzano, el papel protagonista en el que se ha sumergido Puro. El intérprete ha confesado a Ediciones Plaza que desde pequeño 'sufre' de vocación por la profesión. Tanto que revolvía los cajones de su casa para hacer un cosplay del personaje de la película que estuviera viendo en ese momento.
- El otro día estabas eufórico. Cosa que es normal, acababas de ganar el premio a mejor actor...
- Me encanta que me digas que se me notaba contento, porque a veces en este tipo de eventos hay un sentimiento como de guardar la compostura. Pero ganar el premio, estar en casa, con amigos y el equipo me da alegría.
- Es una película muy alicantina: tú eres de Alicante, José Luis es de Callosa de Segura, Allende es de Crevillente y, además, muchas escenas están rodadas por aquí. ¿Qué tal la experiencia de que el festival de cine del lugar que te ha visto crecer te reconozca como mejor actor?
Cierto es que el premio es a mejor actor, pero el sentimiento de todo el equipo lo convierte en un premio conjunto. El 90 % de la película se ha rodado aquí, en Callosa, parte en Santa Pola y en Elche. Para nosotros este era el festival. Cuando estábamos rodando, para nosotros tenía un componente significativo, era nuestro sueño, porque lo coherente era llevar la película a nuestra tierra; adquiere un sentimiento doble. Hemos estado en Sevilla, hemos ganado el premio a Mejor Largometraje en el Festival de Piélagos (Cantabria). Pepelu y yo íbamos al cine y soñábamos con tener nuestra película en esa sala.
- Deseo concedido.
La verdad es que sí. Cuando recibimos el mail de la selección del Festival de Cine de Alicante no esperábamos, ni por asomo, llevarnos un premio.
- Trabajaste codo con codo con José Luis y con Iván en el guion. ¿Cómo ha sido construir tú mismo a tu propio personaje?
- Cuando escribes, escribes desde ti y cuando interpretas, interpretas desde ti. Entonces hemos intentado ver qué era bueno para la película y huir de ese ego de actor de querer hacer esto o lo otro. Creo que hemos sido honestos, la historia estaba por encima de nuestras propias manos. Y Pepelu en la dirección ha manipulado un poco por dónde va el guion, pero intentado siempre ver lo que le hacía falta a la historia. La suerte de ser una película independiente y con un presupuesto pequeño es que hemos podido trabajar sin un guion encorsetado, que hemos cerrado durante los rodajes. Incluso rodamos dos finales diferentes, porque escribimos un final pero creíamos que no era el que necesitaba la película.
- Al contar una historia de drogas, habéis conseguido conjugar muy bien ese frenetismo que tienen las drogas con el carácter de tu personaje. Interpretas a Darío Manzano, un treintañero en crisis que da la sensación de estar al borde del abismo. ¿Cómo has logrado encontrar ese punto?
- Escribimos desde lo que queríamos tener, lo que queríamos conseguir. En la película se consume cocaína, se consume alcohol, entonces sugería eso, que los primeros 15 minutos fueran frenéticos. Y luego pasa una cosa -que no voy a contar para no hacer spoiler- que hace que el ritmo se ralentice. Trabajamos con la Fundación Casaverde, por lo que nos pudimos documentar muy bien y yo me pude preparar bien como actor al trabajar codo con codo las fases por las que puede pasar quien sufre lo que nosotros contamos.
- ¿Dirías que en la película hay alguna crítica sobre las drogas o simplemente es un retrato de ese tema?
- No vamos de moralistas. Subrayamos que si tomas drogas puede pasar esto. Señalamos un momento de la vida de Darío Manzano.
- ¿Y cómo surgió unir a Allende al proyecto? Tengo entendido que eras tú el que la conocía y se la presentaste a José Luis...
- Correcto. Estudiamos juntos en la ESAD de Murcia y cuando nos fuimos a Madrid vivíamos juntos. En el segundo cortometraje que hice con Pepelu, le presenté a Allende. La relación que teníamos ella y yo alimentó la relación que tienen los dos personajes en A diente de perro, donde son mellizos.
- Tus proyectos anteriores habían sido en televisión, en Acacias 38 y Amar es para siempre, y en cortos, como La llorona e Insania. ¿Cómo ha sido volver a meterte en el largometraje?
- Yo he participado en dos largometrajes documentales, pero este es mi primer largometraje de ficción. Uno, en su carrera, se prepara para este momento; es como que estás entrenando y sales a competir. Todo el trabajo previo de tele y cortos que he hecho ha sido entrenamiento para la puesta de largo que ha sido el largometraje. Esta profesión es dura y, al final, no sabes si somos unos locos que nos dedicamos a esto o nos dedicamos a esto porque somos unos locos. Yo de pequeño veía los primeros diez minutos de una película, me disfrazaba del personaje y acababa de ver la película disfrazado de lo que estaba viendo.
- Hacías cosplay.
- Mi madre se enfadaba conmigo porque le revolvía todos los cajones. Y a mí me daba igual que el personaje protagónico fuera hombre o mujer; yo iba y me disfrazaba. Esta es una profesión muy vocacional.