Con el recuerdo de 'Érase una vez la vida', la ilustradora Marion Montaigne creó un blog titulado 'Morirás menos idiota, (pero morirás de todos modos)' para explicar conceptos científicos elementales desde un sentido del humor ácido y corrosivo. El blog tuvo tanto éxito que se convirtió en una de las mejores series de ciencia del canal Arte. Su objetivo es mostrar datos cotidianos, como que perdemos dos kilos de carne muerta al año, para sentir la emoción de que la vida real puede parecer ciencia ficción solo con un enfoque marcado por la curiosidad
VALÈNCIA. Leía esta semana un interesante artículo en El País. Empezaba así: "¿Cómo se formaron las ventanas? ¿Cómo se formaron los árboles? ¿Cómo se formaron las uñas? Dejando a un lado una perturbadora elección de verbo de la que quizás tengo yo la culpa por decir que estudio cómo se forman las galaxias, esas son tres de las preguntas que me ha hecho mi hija de cinco años antes de irse a dormir". El encabezado trataba sobre la vocación científica, pero también sobre el gran interés innato que tienen los niños hacia casi todo. Concluía: "Quiero pensar que así surgen las vocaciones científicas: preguntarse por todo, querer saber todo, maravillarse por todo lo que te rodea, grande o pequeño, útil o nimio, mirar con inocencia e ilusión el universo y dejar que te sorprenda".
Lógicamente, habrá genios y todo lo que se quiera, pero para llegar a fascinarse por lo cotidiano, que es el mayor tesoro que pueda tener un niño, hace falta un apoyo. Al margen de los padres, esa asistencia se llama divulgación. En el vilipendiado mundo de la viñeta, ha habido varios ejemplos. El último, quizá el más exitoso, es la obra de la ilustradora Marion Montaigne, que ha sido publicada en varios volúmenes -en España Norma lanzó En órbita con Thomas Pesquet - y cuya obra Morirás menos idiota acabó como serie de animación en el Canal Arte, donde está subtitulada en castellano y en Youtube. Gracias a esta idea, ganó el premio del público del Festival de Angoûleme. Los diez años de existencia del blog dieron lugar a cinco álbumes y la aludida serie.
Es bastante reconocible que en el capítulo sobre el sistema inmunitario se explique el cuerpo humano como una verdadera fortaleza, las amígdalas como un puesto de vigilancia policial y los glóbulos blancos como antidisturbios que cargan contra los microbios de forma inclemente. Sin embargo, no todo es el libro de Naturales pasado por el tamiz de la viñeta. También hay preguntas divertidas. Por ejemplo, una para niños, pero también para adultos, pues peinan canas ya los seguidores de La guerra de las galaxias. Dice ¿la espada láser se usará algún día? La respuesta se centra en el que el haz de luz no puede ser un segmento. De esta manera, cuando se acciona para cortar un salchichón, parte por la mitad al perro del vecino y el tabique.
Sobre la gran pregunta de nuestro tiempo, el futuro de los robots, empezaba con la parte más obvia y menos conocida. Hay muchas preguntas que los científicos odian que les hagan o bien porque las consideran idiotas, bien porque siempre se las hacen, bien por ambos motivos a la vez. Aquí se preguntaba por si pronto habrá Terminators. Se nota que dibujó esto hace décadas, porque se quedó en el robot japonés que tocaba el violín y no había visto los ingenios militares escalofriantes que hay ahora.
A mí si hay uno que me gusta es el que explica la adolescencia. Analiza el crecimiento, que no es uniforme. Por ejemplo, en ambos sexos primero crecen las piernas y, luego, la columna. Lo más curioso en este aspecto es que a los chicos, al final de todo el proceso, es cuando les crecen la nariz y las orejas. El fenómeno de ser un vago y torpe patas largas se debe también a la velocidad del crecimiento. El cerebelo, que se ha pasado la vida manejando un pequeño juguete, de repente tiene que lidiar con algo que ha crecido monstruosamente. Aunque, de nuevo de vuelta a las curiosidades, las posturas que adoptan los adolescentes repanchingados, suelen tender a los 127º, un número que no es casual, es que se aplica luego en los sillones de la clase business de los aviones, las sillas de los dentistas o la postura natural que toman los astronautas cuando se encuentran en la ingravidez. Es la posición ideal para aliviar la tensión muscular.
Para explicar todos estos conceptos, un juego muy divertido que propone Montaigne es el papel del Profesor Bigote. A veces es su alter ego, otras no. A veces aparece con pechos cuando está desnudo. Simplemente, oculta su personalidad tras un bigote. Cuando se propone una pregunta o un tema, se mete en la piel de ese profesor y ella en persona se va a bibliotecas a documentarse. Es dibujante, pero su trabajo no sería igual si no fuese capaz también de ser ratón de biblioteca.
Montaigne llevaba camino de ser investigadora, pero no fue capaz de completar unos estudios exigentes. En entrevistas ha declarado que si dibuja es porque no servía para otra cosa. No obstante, le fascinaba la divulgación científica más popular. Por ejemplo, datos como que "perdemos dos kilos de piel muerta al año". Información que te hace sentir que la vida real, según cómo la mires, puede parecer perfectamente ciencia ficción o, como mínimo, resultar igual de estimulante que la fantasía.
En el caso de Thomas Pesquet, se trata de un astronauta francés que estuvo abordo de la Estación Espacial Internacional entre noviembre de 2016 y junio de 2017. El origen de esta obra es singular. Fue el propio astronauta el que dejó un mensaje en su blog. Ella tardó nueve meses en verlo, pero al final lo hizo y le encantó hacer algo sobre el espacio. Ambos eran de la misma generación y tenían las mismas referencias, así que les costó poco ponerse de acuerdo para desarrollar la idea de divulgar su trabajo en la EEI de forma divertida y no pomposa y pedante. Otro trabajo que sigue esa estela caracterizada por un humor fresco y desenfadado que rompe con la solemnidad con la que se presentan muchas veces las ciencias.