El empresario habla de la evolución de un negocio familiar de larga tradición en Castellón hacia un nuevo concepto donde cabe el celo por el medio ambiente, la formación, la renovación de equipos o las acciones socialmente responsables.
CASTELLÓ. Heredero de una compañía familiar dedicada al transporte y excavaciones en la provincia de Castellón, Nacho Prades ha transformado en los últimos años el negocio de sus antepasados hasta llevarlo a los pies de un nuevo concepto empresarial que gusta hablar de medio ambiente, de responsabilidad social o de compaginar los buenos balances con el compromiso de la formación continua. Ha transformado su sociedad -una Pyme anclada hasta hace poco en lo tradicional- y lo ha hecho a través de una evolución compartida, donde quedan confundidos los cambios empresariales y vitales, en clara sintonía hacia su objetivo: acomodar su negocio a un tiempo nuevo. Desde la prudencia y la humildad de quien rellena formularios en la oficina con la misma destreza con la que se pone al volante de un camión para pisar el barro de la constancia, Nacho Prades, que gusta de echar mano del anecdotario de una manera casi sistemática- nos confiesa las claves para que una Pyme salga adelante: "La diversificación y tener una buena base. No hay más".
-Háblenos de la empresa. De sus orígenes.
Los inicios vienen de mis abuelos. Siempre han tenido que ver con el transporte y los áridos. Entonces se conocían bajo el nombre de carros y caballos. Poco a poco, la cosa siguió avanzando con mi padre. Es verdad que solemos decir que la empresa data de hace 60 años, pero la verdad es que podrían ser más de cien, porque mis abuelos lo vieron en sus padres y así sucesivamente. Era un modo de vida.
[arranca con las anécdotas] Para que veamos cómo han cambiado las cosas. En tiempos de mis abuelos la jornada laboral del domingo incluía un plato de paellas. Y sí la empresa ha seguido llamándose Transportes y Excavaciones Vicente Prades, pero ésta empezó ni había escrituras ni nada.
De esta denominación pasamos a llamarnos Prades Movimientos de Tierras, que no deja de ser algo que tiene que ver con el márketing.
[anécdota] Pero si han cambiado las cosas... Cuando empecé hace 20 años lo hice con encargos muy diversos: comprar tabaco, sellos, todo lo que se me mandaba. Sí era el chico de los recados. Y todo eso me ha servido mucho porque supe darle valor a todo lo que iba aprendiendo dentro de la empresa. Como aprendiz fui puliendo la profesión a la que ahora me dedico.
En mis inicios sí pensé la posibilidad de crear mi propia compañía, y así lo hice, pero es parte de la empresa matriz que compone la empresa Prades y en la que ahora ocupo la gerencia. Mi experiencia personal ha hecho que le dé mucho valor a esta fase de formación, en contacto directo con la empresa.
-¿Cómo fue esa transformación? ¿Y cómo afectó la crisis económica?
Dicen que una crisis viene aparejada a la aparición de nuevos negocios. Por lo que a mí compete, es así. Cuando ves un agujero negro que te amenaza, no te queda otra que salir adelante, reinventándote, buscando alternativas, buscando caminos en una tarea donde no cabe el desánimo. Pero siempre hay que crecer con los pies en el suelo. Para nosotros, hacernos grandes nunca ha sido una prioridad. Nunca. Lo que sí nos ha obsesionado ha sido la diversificación. Eso es lo que nos ha enseñado la crisis. Esa depresión estalló coincidiendo con mi madurez empresarial, a lo que se unió el relevo generacional. Lo afrontamos con ganas de hacer cosas diferentes e hicimos una transformación de la sociedad, incluso cambiando el nombre de la empresa a Prades Movimientos de Tierras.
[anécdota] Fruto de esta transformación, el hecho de que en nuestra imagen de marca desapareciera el nombre de El Chato, apelativo de mi padre, fue una decisión controvertida. Mi padre no lo llevó bien y es lógico. Pero, finalmente, poco a poco, se ha visto que fue un salto necesario en el proceso de modernización de la empresa. Para mí, mi padre es el mejor ejemplo de un gran profesional y de un trabajador como pocos, pero el cambio siempre es necesario si va encaminado a responder a los retos que se nos presentan, cada día más complejos, desde luego.
-¿En qué situación se encuentra la empresa?
Está en un momento muy estable, que no quiere decir que estemos relajados [ríe]. Tenemos claro que cuando hay trabajo y oportunidades hay que aprovechar siempre esos momentos. Porque no siempre será así.
[y otra anécdota] Yo he visto a mi abuela pagar servicios, camiones, sacando el dinero de debajo de la falda, como una manera de administrar. Entendemos que hay que gastar lo que se tiene y es algo que nosotros lo llevamos a rajatabla; si bien los nuevos modos empresariales y la facilidad y posibilidades de financiación han hecho cambiar las cosas y nos ha permitido crecer y renovarnos.
Eso que decían nuestros abuelos de que para saber de economía basta con ingresar cinco y gastar uno, que no hay que ir a Harvard, eso ahora no puede ser si se quiere ser competitivo. Vivimos en una sociedad compleja y hay que saber endeudarse, pero lo menos posible. Nosotros hemos aprendido que debe ser así. La buena administración radica en sacar rédito a tus esfuerzos y tu capacidad de gestión. Hay que acoplarse a las situaciones y darles una solución que no conlleve más complicaciones.
En este asunto admito que la colaboración intergeneracional es un valor que no siempre se reconoce. Pero es muy valiosa. Y sobre todo, lo que hay que tener claro es que, se haga lo que se haga ,siempre hay que tener los pies sobre una base, que es un lema que nos viene muy bien por el tipo de actividad en el que nos movemos. Sería buen titular. [Ríe tímidamente al entrevistador al que señala, entrecortadamente, no tener afán de condicionarle].
-Hábleme del sector. ¿Hay mucha competencia? ¿Ha crecido el número de empresas?
No hay más empresas. El sector ha tenido diferentes fases. Ahora está muy movido, desde luego. En este ámbito le diré que para abrir la persiana cada día se necesita 1,5 millones de euros. Antes la maquinaria, base de nuestro negocio, duraba seis o siete años. Ahora la vida útil de los vehículos se alargan más, pero en nada se convierte en chatarra. Por eso, hay que estar en constante renovación y supone siempre una inversión fuerte. Hace cuatro o cinco años establecimos una estrategia de cambio de flota que nos ha salido bien y no hemos parado de renovar.
Por otro lado, lo importante es que se cumplan los requisitos de funcionalidad y medio ambiente. Es indispensable y eso supone fuertes inversiones.
Por otro lado, se invierte mucho en formación. Y es más, en lo que respecta a nosotros nos viene muy bien estar al día en todo lo que tiene que ver con la regulación. Porque es una garantía para nosotros. Las exigencias administrativas en materia de formación nos va bien como empresa socialmente responsable. Necesitamos que nuestro personal esté plenamente formado y preparado. Es algo que nos beneficia.
Y sí cuesta encontrar determinados perfiles profesionales, de ahí que sea tan importante la figura del aprendiz, a la que aludía antes. Nos permite tener trabajadores hechos casi a la carta, muy preparados. Por otro lado, hemos empezado a usar drones para hacer seguimiento a las obras, con las diferentes etapas de las actuaciones y eso son cuestiones que van más allá de nuestras obligaciones, pero cada vez es más necesario aportar valor añadido a todo lo que se hace. Esas mejoras, al final, repercute en la buena imagen de la empresa.
-Y cómo ve el papel de la UTEs. ¿Les favorecen?
Las uniones temporales de empresa (UTEs) dan seguridad, ofrecen garantías para llegar a donde se quiere llegar. Significa la eficiencia. Y la colaboración es parte de la vida.
-¿En qué proyectos andan metidos?
Estamos actualmente en Vila-real, colaborando con una UTE de Civicons y Omega, en obras en polígonos. También estamos realizando canalizaciones de la mano de Becsa en l’Alcora, que supondrá grandes mejoras para los polígonos y la industria. Estamos en Benicàssim con OCN, empresa puntera en el sector. También colaboramos en proyectos para acondicionar espacios para la industria y grandes firmas como Argenta, Porcelanosa, Grupo Aparici. Son empresas que trabajar con ellas nos motiva mucho y nos anima a ser exigentes en nuestro trabajo.
Estamos trabajando también para empresas de construcción en la provincia, unifamiliares en Lledó como Benicàssim; también participamos en proyectos muy atractivos en Oropesa del Mar como es la creación de la Biblioteca Municipal. Es ilusionante el elevado número de proyectos en el que estamos involucrados, como es el puerto de Castellón, que tiene unos planes ambiciosos y es algo que nos satisface mucho.
Colaboramos, además, en trabajos que tienen que ver con el Villarreal CF, con el CD Castellón, con los que estamos muy involucrados.
Son proyectos propios de nuestra empresa, pero cada día estamos más volcados en iniciativas sociales que tienen que ver con fomentar acciones encaminadas a ayudar a asociaciones y colectivos sociales. Porque nuestra idea es crear una fundación propia, dirigida al fomento de promover iniciativas sociales. En este marco ya nos movemos y lo hemos hecho, por ejemplo, con la asociación la Maraña de Benicàssim: su propósito es la colaboración intergeneracional que promuevan iniciativas medioambientales. Están implantando placas solares para acondicionar las viviendas y beneficie a las familias más vulnerables. Nos encanta todo esto.
-¿Cuánto factura la empresa?
Estamos en 1,2 millones. Y no pretendemos crecer demasiado. No nos obsesiona. Lo que venga, bienvenido.
-¿Cómo se puede entender que una empresa dedicada al movimiento de tierras esté tan comprometida con el medio ambiente. Parece que chocan.
Es que vamos de la mano. Así de claro. Le diré que hay un problema al que hay que poner remedio desde la escuela. Tenemos que saber la enorme generación de residuos que genera la sociedad y nuestro sector no es una excepción. Por eso es tan importante reutilizar los materiales y explotar, extraer, solo los que realmente se necesiten, pero sin dañar el medio ambiente. Hay que proteger el entorno y estamos comprometidos. Es justo reconocer que hay empresas que en esto aplican grandes avances y esfuerzos, como es Becsa, que es puntera en el reaprovechamiento de los recursos. Somos plenamente conscientes de que las generaciones que vendrán después deben encontrarse no con un entorno igual al que nos hemos encontrado nosotros, sino mejor. Y eso es lo que tenemos que hacer.
-¿La administraciones públicas son eficientes a la vista de una Pyme?
Hay bastante burocracia, y afecta especialmente a las Pymes. Y debo reconocer, porque es de justicia, que los funcionarios ponen mucho de su parte para aligerar esta carga burocrática, pero hay mucho que mejorar. Nosotros no tanto, pero nuestros clientes sí tienen problemas por la elevada complejidad que conllevan las relaciones con la Administración.
-Trabajan también en el entorno agrícola...
Nos gusta mucho trabajar en este campo, en la modernización de huertos, la remodelación de caminos. Quizá es que lo lleve en los genes, porque también tuve ascendencia. Mi abuelo materno, pese a algunos problemas que siempre conlleva la gestión, era una persona a la que yo admiraba mucho y conocía como pocos el mundo de la agricultura. Me apasiona y creo que se lo debo a él.
-Me ha hablado de las fortalezas de su empresa, dígame debilidades.
[sorprendentemente no rehúye la pregunta y ofrece un torrente de posibles que se resume en] Las decisiones son siempre complicadas de tomar, la adaptación a las nuevas tecnologías siempre es costosa. Ahí nos cuesta. Y otra cosa, el cambio generacional también es complicado de gestionar y aunque tiene cosas muy buenas, también conlleva complicaciones propias de una Pyme. Son aspectos que nos cuesta asimilar, pero todo será ir evolucionando. Poc a poc. [concluye con una sonrisa y algo aliviado: ha concluido la entrevista].