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la cultura invisible

"Nadie sabe lo que hago": una mirada a la cultura que no se ve

9/04/2024 - 

VALÈNCIA. “¿Y a qué te dedicas?” Resuena en una comida familiar… “¿estudias o trabajas?”, son preguntas que no siempre se pueden responder con una sola palabra. Dentro del universo creativo los artistas nunca son “solo una cosa”, suelen hacer de todo un poco para sobrevivir en el mundo laboral. Por ejemplo, las películas no solo se hacen con directores y actores o actrices, ni mucho menos solo con una historia. Para componer un buen relato hacen falta directores de fotografía, foquistas, coloristas, videoassistants o como suelen confundirse: los ayudantes del director. Estos perfiles muchas veces prefieren aglutinar su trabajo dentro del “mundo de las películas” sin darle mucha más importancia. Aunque nadie “sepa lo que hacen” su labor es crucial para construir el producto cultural que al final se proyecta en la gran pantalla, para llegar a lo visible hay que pasar conocer la figura de trabajadoras de la cultura que no se ve. 

Tras las bambalinas de estos productos audiovisuales se encuentran tres mujeres valencianas: Claudia García de Mateos trabaja como foquista, auxiliar de cámara, videoassistant, también escribe guiones de documentales que dirige. Cuando alguien le pregunta en qué trabaja resume que “es cámara y hace documentales”. Aenea tiene el trabajo más invisiblizado de todos, su oficio es el de colorista y consiste básicamente en “darle color a las piezas audiovisuales”, ya sean documentales, videoclips, películas y un largo etcétera. Sin su trabajo lo que vemos en la gran pantalla no tendría nunca la misma estética, y es que el color no aparece por arte de magia. Sara Benazzouz es primer ayudante de cámara-barra-foquista, es quien tiene que tener la cámara “siempre lista para rodar”, un oficio que el espectador puede considerar como automatizado.

Todas ellas responden temblorosas a la pregunta del “a qué te dedicas”, y en según que casos prefieren responder conceptos genéricos para huir de conversaciones farragosas. Pero esta vez no, las tres muestran su labor a través de sus palabras, para por fin poder explicar lo que hacen y para explicar que lo que se ve en la pantalla lleva montones de nombres detrás.

Acción, estamos rodando

“Suelo resumir que soy cámara y hago documentales”, aclara García sobre su trabajo cuando le preguntan qué hace, “realmente dentro del departamento de cámara he trabajado desde directora de foto a foquista, auxiliar de cámara, videoassistant… todo según el proyecto”, labor que combina con escribir guiones y dirigir. Considera que sobre su labor hay mucho “postureo en el mundo artístico” y que dentro de lo malo los de departamento de cámara son los que más fotos suelen tener.

“Si dijera que mi trabajo está invisibilizado otros departamentos me matarían. Es verdad que de cara para afuera, para gente que no es del sector, sí que pueden tener menos idea de lo que hacemos. Nadie se queda al final de una película a ver nuestros nombres, en todo caso se quedan con el director y el director de fotografía”, añade. Sí que considera que a los directores muchas veces se les olvida agradecer el trabajo a todo el equipo que ha hecho su idea posible: “Les cuesta reconocer que la película no es únicamente suya y de su increíble cabeza. Pienso que quienes dirigen el proyecto no pueden tener en la boca que el proyecto solo lo han dirigido ellos”.

Claudia García de Mateos en su cortometraje 'El Pisito'

Considera que se debería visibilizar mucho más su labor desde el nivel legal: “A la hora de firmar un alquiler como nuestros contratos no son de jornada completa ni indefinidos muchas veces -los arrendatarios- se echan para atrás. Cuando explicas que trabajas de cámara se suelen confuncdir, piensan que nuestro estilo de vida y trabajo no es sostenible”, comenta. 

Muchas veces suele recibir el comentario de “Qué bonito dedicarte a lo que te gusta”; pero también acompañado de: “me gustaría haber sido valiente como tú y dedicarme al arte”, o algunos más violentos como… “¿no solo te dedicas a eso, no?”. Considera crucial que su labor se entienda lejos del concepto magnánimo del director como Isabel Coixet o Bayona, sino comenzando desde cero: “Te piden referencias como las películas en las que has trabajado o en lo que has salido. Hay muchas cosas que están en posproducción y aún no han salido”, comenta ante la cara de decepción de quienes le preguntan, “parece que les estás engañando pero es que los ritmos del cine son muy muy lentos. El concepto del cine está muy mitificado”.

“A esto le falta color”

Aenea es la encargada de “darle color al asunto”, su labor es crucial para que una misma pieza audiovisual cuente con una estética igualada: “Nos creemos que ese trabajo está ahí por arte de magia, como si viniera solo por las luces. Un rodaje tiene color, dirección de arte y mil cosas más, pero nosotros lo que hacemos es potenciar el color para que el espectador sienta las sensaciones que quiere transmitir esta pieza”, añade sobre su labor como colorista. Dentro de su trabajo también está la interpretación de lo que le piden desde arriba, poder poner en temperatura fría un vídeo grabado en verano hasta hacer más apetitoso algún alimento: “Tienes que hablar todo tipo de lenguajes. Si hablamos por ejemplo de una publicidad para hamburguesas o pizzas yo tengo que interpretar que color es el de la carne poco hecha o el pan tostado, es un lenguaje del color. Hablamos de parámetros de contraste, luminancia y saturación… Luego entramos en el tema de las máscaras y en igualarlo”, traduce sobre las mil capas de su trabajo. 

Entre los amigos del audiovisual su trabajo si que se comprende, pero comenta que cuando dice que es colorista de puertas para afuera suelen confundir su oficio con otros: “Me han llegado a decir que si soy pintora de casas, o que si me dedico a hacerle el tinte a la gente en la peluquería. Siempre tengo que explicar que hago el color de las piezas audiovisuales en postproducción”, añade. Para que su labor se visibilice comenta que debería estar presente en galas como la los Premios Goya.

“Nosotros podemos potenciar el trabajo del director de fotografía, que es quien se encarga de la estética. También hay que comprender nuestro trabajo como el que se hace en sonido o efectos especiales, ellos sí que cuentan con premios de alguna manera”. También ha vivido situaciones un poco extrañas con personas del sector, muchas veces en el proceso de postproducción le han pedido cosas que tendrían que haber estado solucionadas en la fase de montaje: “Se creen que hago más cosas de las que realmente son, necesito que el trabajo esté finalizado para pasar a color. No hago efectos, ni quito micros, solo hago color. El reencuadre tiene que controlarlo el montador, no yo. Muchas veces se intentan aprovechar de que estás en otro proceso para no volver atrás”.
 

Luz y enfoque

Desde las sombras Benazzouz defiende que su labor se confunde siempre con un trabajo que se supone que está automatizado. Cuando alguien ve una película piensa que la imagen que vemos está enfocada automáticamente pero no es como el móvil: “Hay gente que piensa que enfocar solo es un trabajo sencillo, hay que tener en cuenta todas las configuraciones que puede llegar a tener una cámara de cine. Nadie se puede ni imaginar todos los “trastitos” que tiene, no es como un autofocus del móvil”, aclara sobre su labor. El suyo es un trabajo que está muy poco valorado, pero resulta crucial para que la cámara esté lista para rodar en cualquier momento. 

“Cuando hay que entrar en plano hay que tener en cuenta si queremos un trípode alto, bajo o que tipo de luz nos interesa. También tenemos que tener la imagen enfocada a petición del director, a veces esas cosas se avisan en plena secuencia”. Cuando está en set suele recibir comentarios de algunos actores que les da curiosidad su trabajo y quieren probar: “Tu les dejas el mando del foco y suelen tener curiosidad por ver cómo funciona. Se ponen a toquetear y se agobian con lo que es, te lo devuelven diciendo que es muy difícil”. Considera que la gente que no trabaja en la industria audiovisual no es capaz de ver la cantidad de personas que hay detrás para hacer una película y que se tiende a pensar que todo está “automatizado” sin pensar en todos los pequeños detalles que hay hasta llegar a una imagen clara, “un gran porcentaje de la gente que ve una película o serie no llega a valorar ese trabajo”. 

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