CULTURA

Un recorrido de emociones: Elisabeth Rodrigo se sumerge en un universo marino de tonos y texturas

La artista castellonense expone 'Reflejos del mar' hasta el próximo 24 de agosto en la Sala Escena de Benicàssim

  • Imagen de la inauguración de la exposición
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CASTELLÓ. El amplio abanico de formas en las que se presenta la naturaleza supone, a lo largo de la historia del arte, una de sus musas recurrentes. Entre ellas, el mar inspira a autores de diferentes disciplinas plásticas a través de su presencia infinita, más allá del horizonte visible. Asimismo, su ritmo constante, al mecer las olas que tocan tierra a cada segundo, ofrece una fuente de ideas inagotable. En la superficie y en sus profundidades confluyen sensaciones de belleza, movimiento y pausa que derivan en emociones humanas a menudo opuestas entre sí. Así, en el trasfondo del agua yacen de la calma y el deseo a la nostalgia o el vértigo. Dentro de la pintura, el dualismo del elemento marino se ha representado desde el realismo puro hasta la fantasía más imaginativa. No obstante, el medio pictórico puede ir más allá mediante la técnica de la textura y abrir la obra no sólo a la vista, sino también al tacto. Además, esta inclusión toma un vínculo especial si se realiza con la arena o las conchas pulidas por la sal.

A partir de este concepto surge el proyecto de la artista castellonense Elisabeth Rodrigo, que expone Reflejos del mar hasta el próximo 24 de agosto en la Sala Escena de Benicàssim. La muestra, compuesta por un conjunto de cerca de 20 piezas, retoma la cercanía de la pintora con el Mediterráneo como leitmotiv tras su estancia el pasado febrero en el Menador con No todo es azul. Entonces, Rodrigo jugó entonces con el lema como un juego de palabras, ya que una gran parte de su producción se caracteriza precisamente por el propio color. Ahora, la autora, nacida en Narbona (Francia), pero criada en Castelló desde los ocho años, extiende una pléyade de tonalidades con las que vuelve a visitar en el mar. De nuevo, los cuadros que habitan el espacio benicense conversan con el espectador en su recorrido más allá de sus ojos e incorporan relieves táctiles creados con materiales expulsados por la marea. En suma, cada pintura desarrolla su propio relato y abre un cauce de emociones que también conquista lo físico.

Una historia propia

Las obras que habitan en el centro cultural de la calle Bayer suponen una evolución en la trayectoria pictórica de Rodrigo, aunque sin perder la vista de su origen. La exposición representa una nueva estación en la senda de la artista hacia explicar el medio acuático a través de sí mismo. "La muestra de este verano en Benicàssim estriba en un camino de emociones", detalla la autora castellonense. "Vuelve a estar inspirada por el mar, que siempre será mi mayor fuente de imaginación; pero cada una de las piezas cuenta una historia propia". De esta manera, durante la visita a la sala, el público viaja por una infinidad de tonos - del negro puro al contraste entre la claridad del cielo y el azul cristalino del agua -, formas y paisajes. "Como es habitual, mis obras se crean a partir de la intuición y desde el sentir más profundo", afirma Rodrigo. "Me sirvo del elemento marino, concretamente del Mediterráneo, porque me ofrece calma, aunque a la vez pienso que nos agita y puede llegar a transformarnos como personas".

  • Ureshii (Felicidad serena) | Elisabeth Rodrigo

La relación entre Elisabeth Rodrigo y el arte comenzó de una forma tardía, pero asimismo especial. La artista afrontó mediante la pintura el ambiente cerrado y decaído durante el confinamiento por la pandemia de la covid-19. Así, desde el autodidactismo, la castellonense construyó una firma técnica propia fundamentada en las texturas en relieve, que derivan en unas obras sostenibles e inclusivas. "Trabajo con materiales desplazados por el mar; de conchas a un trozo de una red de pesca, por ejemplo", comenta Rodrigo. "Representan pequeños pedazos del mundo que, al integrarse en las piezas, cobran una nueva vida". En este sentido, la pintora invita a la audiencia a aproximarse a la veintena de cuadros colgados en la pared para observar sus detalles, palparlos y sumergirse junto a ellos sobre la arena en la que una vez estuvieron depositados. "La exposición se enfoca de nuevo en la integración", asegura la autora. "Creo fervientemente que el arte debe estar al alcance de todas las personas; debe poder sentirse y tocarse".

La energía espiritual

Entre las obras dispuestas en el espacio benicense, situado en los bajos del Teatro Municipal Francesc Tàrrega, sobresalen Orenda y Ureshii. Las pinturas, particularmente diferentes entre sí, mantienen, sin embargo, sendos significados que aportan una profunda fuerza espiritual. La primera, sencilla aunque intencionada, enseña un círculo dorado "sin un principio ni un final" sobre un fondo oscuro. El lema, una palabra proveniente de la cultura iroquesa, honra a la "energía presente en cada ser humano y que permite transformar el futuro de cada uno". El pigmento, elaborado mediante pan de oro, alude a la fortaleza interior que "mueve e impulsa" la evolución. Por otro lado, la segunda pieza, cuyo título en japonés reza Felicidad serena, simboliza "la calma que llega tras una tormenta". El cuadro extiende sobre su lienzo un rango de azules suaves y profundos que se funden en la parte superior con la luz tenue del amanecer. "Refleja una felicidad que no grita, que no busca ser vista, pero que se siente interiormente".

  • Orenda | Elisabeth Rodrigo

El proceso creativo de Rodrigo nace desde la libertad de un simple y curativo paseo por el límite entre la tierra y el mar. "Me dejo llevar por las emociones; es prácticamente el pincel aquello que me guía y los colores que lo acompañan", subraya. Después, la artista castellonense implica la textura y viste con arena o cerámica la tela sobre el caballete. "No trabajo con bocetos; cuando creo una obra me dejo llevar completamente por mi mente", señala la autora, que utiliza el momento como una llave para la desconexión. "Mi esencia se define por unas ideas que encajan paulatinamente sin un guion marcado, casi desde la inocencia", explica. La muestra redondea el simbolismo único del elemento acuático y su intensidad sempiterna a la hora de transmitir sentimientos. "Busco que las piezas abracen al espectador y que encuentre en cada una un reflejo de su propia marea interior". En definitiva, Elisabeth Rodrigo recorre en Benicàssim un camino de sensaciones acompañada de un universo marino de color y textura.

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