MADRID (EFE). Una selección de su obra, una felicitación navideña y la paleta que utilizó para pintar los cuadros del pintor ficticio Jusep Torres Campalans han sido los objetos del escritor Max Aub (1903-1972) escogidos como legado para ingresar este lunes en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes de Madrid.
"Escribió para quedar, porque en sus novelas, en sus obras de teatro, en sus diarios, quiso dar testimonio de la dignidad humana y porque su yo se mezcló con la historia para representar la mirada más digna sobre la sociedad y sobre la palabra nosotros", ha resaltado el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, quien ha afirmado que Aub tomó "la vocación" de Galdós y la pasó a los escritores contemporáneos.
Exiliado en México después de la guerra civil española tras pasar por campos de concentración en Francia y Argelia, Aub ha sido autor de la serie de novelas El laberinto mágico, su más afamada obra, así como de numerosos relatos como La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco, del cual se ha incluido una copia en el departamento 901 de la Caja de las Letras.
El escritor, que residió durante dos décadas en València, publicó también numerosas obras de teatro y participó activamente en revistas como Sala de espera, cuyo primer ejemplar ha sido introducido junto con otras obras como Campo de sangre, Crímenes ejemplares o Vida y obra de Luis Álvarez Petreña por la presidenta de la Fundación Max Aub y nieta del autor, Teresa Álvarez.
"Creo que a mi abuelo le gustaría este acto por ser del Instituto que lleva el nombre de su admirado Cervantes y por ser la institución que se ocupa de cuidar la lengua que él eligió como propia, que tanto quiso, cuidó y se esforzó en conocer y dominar", ha agradecido Álvarez.
Asimismo, ha explicado que a la selección de obras se unen un gran cartel con el que solía felicitar las navidades a sus amigos y una paleta donde pintó los cuadros del pintor Jusep Turres Campalans, un artista inventado por el autor y cuya vida ficticia plasmó en una biografía con su nombre que ha acabado siendo su obra más traducida.
Al ingreso del legado de Aub se ha unido el libro Pequeñas mujeres rojas, de la autora Marta Sanz, quien ha ejercido como testigo de honor en el acto memorístico, que ha considerado "fundamental" al creer que "la Transición no fue del todo justa con su figura".
"No sé si le hubiera gustado, ojalá, pero interesado, sin duda", ha comentado Sanz sobre su libro, en cuya dedicatoria ha escrito: "Por Max Aub, que está en este libro y en la resucitación de estos rojos corazones. Con gratitud y fervor".
Este legado cierra el año de conmemoraciones que se han celebrado desde julio de 2022 con motivo del 50 aniversario del fallecimiento de Max Aub y los 25 años de la constitución de la Fundación Max Aub, entidad reconocida con la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes en diciembre de 2021.
Del fular de Aub a una pose intensita pasando por una ristra de motivos para proclamar como símbolo al icono más irrelevante para los valencianos