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entrevista

Patricia Campos: "Igualdad de género quiere decir más felicidad para todos"

Primera mujer piloto de reactor en España, entrenadora de fútbol en EEUU e impulsora de proyectos solidarios en Uganda. El vuelo vital de una mujer empeñada en hacer realidad sus sueños y ayudar a otros a hacer lo propio.

9/02/2020 - 

CASTELLÓ. Asomarse a la biografía de Patricia Campos Doménech (Castelló, 1977) produce cierto vértigo. Aún no ha soplado sus primeras 43 velas, pero atesora una experiencia vital que tanto desafía a su DNI como deja sin argumentos a quienes se escudan en el miedo al fracaso y desisten de intentar hacer realidad sus sueños. Tras vivir toda su infancia en Onda y estudiar Comunicación Audiovisual en la Universitat de València, a los 27 años aprobó el acceso al Ejército del Aire y en 2005 se convirtió en la primera mujer española -y única hasta el momento- en pilotar un reactor. Ocho años después, en 2013, tomó una excedencia voluntaria y en 2016, dejó definitivamente las Fuerzas Armadas. Para entonces ya estaba inmersa en su nuevo reto, este relacionado con el fútbol, su otra pasión de siempre: se fue a EEUU y se convirtió en entrenadora de soccer, como llaman allí al balompié. También entrenó un año en Hawaii. Su motivación, capaz de superar todos los obstáculos, le llevó después hasta África. Allí, en Uganda, llegó con un balón y unas botas de fútbol para ayudar a niños y mujeres con SIDA, una experiencia que, admite, cambió su vida, mostrándole “la verdadera felicidad”. En 2016 publicó su testimonio vital en Tierra, mar y aire (Roca Editorial). Ese mismo año recibió la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana, destacada entre una larga lista de premios y reconocimientos. Actualmente vive en Valencia, pone su sabiduría futbolística al servicio de medios de comunicación como As o À Punt y trabaja en los proyectos Goals for Freedom y Supera-T, en favor de los derechos de la infancia.

La entrevista tiene lugar el pasado martes, 4 de febrero, en la cafetería de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universitat Jaume I. A pocos metros de allí, en la Sala de Grados Germà Colon, va a pronunciar una conferencia sobre Liderazgo solidario en el III Ciclo Internacional de Conferencias ‘FeminisMES’ organizado por el Instituto Universitario de Estudios Feministas y de Género Purificación Escribano. Al iniciar la charla, sus ojos chispean curiosos.

- Patricia, ¿cuántas vidas caben en una sola?
- Creo que esta vida está para disfrutarla y vivirla, para no dejar sueños sin cumplir. Cuando tengas necesidad de un cambio de rumbo, si no lo haces siempre te preguntarás qué hubiera pasado si lo hubiera hecho. Tengo la suerte de que, en mi caso, todos los cambios me han hecho más feliz todavía. Mi experiencia me lleva a asumir que todo cambio es un riesgo, que mucha gente no quiere salir de su zona de confort, pero puedo decir que todos los proyectos en que estoy metida me encantan, porque pasan por volar, por el fútbol… es pasión lo que tengo por estas aficiones.

- Hablas de volar en presente, no en pasado. Con el tiempo, ¿no has dejado de lado ninguna de estas actividades, las mantienes todas en la actualidad?
Pues es cierto, mira, nunca lo había pensado. Desde que nací, me gustan el fútbol y los aviones, y lo que estoy haciendo ahora es deporte, igualdad y aviones: doy clases de vuelo en Manises, ejerzo como comentarista de fútbol y estoy en proyectos de igualdad porque soy feminista desde pequeña.


- ¿Qué vivencias te llevaron al feminismo?
- Pues en casa vi injusticias. La pobre de mi abuela, por ejemplo, nació en 1916. Y estábamos en la mesa y me veía coger una naranja y decía “ah, no, eixa taronja més gran és per al teu germà”. Yo protestaba y me decía que era porque era un chico. Y teníamos unas largas conversaciones en que yo le explicaba qué era el machismo… y esas situaciones me llevaron a preguntarme por qué tenía que hacerle la cama a mi hermano porque él fuera un hombre. Me rebelaba ante lo que ella me decía: “cap home te voldrà a tu, perquè no saps ni cosir ni planxar”. Ella me quería proteger y yo no entendía nada.

"dEJÉ EL EJÉRCITO PORQUE NO ME SENTÍA QUERIDA. ME HUBIERA GUSTADO ESTAR ALLÍ AHORA, CON LA ECLOSIÓN DE LA SORORIDAD ENTRE MUJERES"

- Fue la primera mujer en pilotar un reactor en España. ¿Cómo decidió salir del Ejército?
- Bueno, podemos decir que el Ejército me dejó a mi de lado. Yo estuve destinada en la base naval de Rota (Cádiz), que es de la OTAN y que compartimos con Estados Unidos. La cuestión es que no me sentía querida ni percibía ningún cariño hacia mí. No era feliz y ¿por qué serlo? Tenía que cambiar ese rumbo. No obstante, de todos los sitios me gusta llevarme lo bueno, y del paso por el Ejército me llevé dos muy buenos amigos, ¿sabes? Y además, pienso que las malas experiencias te hacen madurar, aprender lo que quieres y lo que no y por tanto, aguantar menos. Es decir, ahora cuando yo veo alguna connotación machista o alguna cosa que no me gusta, paro enseguida: no tengo por qué aguantarlo. Pero en aquella época era muy joven, tenía 24 ó 25 años, estaba sola, no tenía tanta información como se tiene ahora sobre la igualdad, las denuncias… ¡entonces no existía! Y tenía falta de valentía, también, pero claro: si por mi situación de mujer ya me complicaban la vida, si además ellos vieran que yo era lesbiana, en mi cabeza ya pensaba que sería lo peor. Así que siempre tenía que ir escondiéndome, o fingiendo que tenía un novio para protegerme a mí misma.

- ¿Y cuándo sucede ese ‘clic’ en tu cabeza que te lleva a no esconderte más?
- Pues cuando me fui de allí. Pensé que no me tenía que volver a pasar eso. ¡Es que no hay nada que esconder! Pero eso que hoy parece obvio antes no lo era. Hoy tenemos más información y te hacen sentir más protegida porque existen asociaciones y colectivos feministas. Pero hablamos de 2005, cuando todo este movimiento contra el acoso es muy reciente, tanto como de 2018, con iniciativas como Time’s Up o Me Too.

- Cuando en 2013 te vas a EEUU ya has decidido no esconderte más.
- Pues sí, decidí que no quería que me volviera a pasar. Que sería yo misma, y así estaba ya mucho más tranquila. Siempre piensas si te has equivocado y deberías haberlo hecho antes, pero por falta de valentía, de información o lo que sea…


- Y ahí el fútbol gana protagonismo en tu vida.
- Efectivamente, siempre fue mi pasión y cuando me planteé ese cambio, evidentemente tenía claro que en España no podía comer de ser entrenadora o jugadora de fútbol. Tuve que buscar entre Asia (Japón) o Estados Unidos, y por idioma y cultura me fui a EEUU. Me hubiera podido quedar hasta los 65 amargada volando aviones. Claro que había obstáculos, pero hay que tener la fuerza de creer en una misma, porque como te imaginarás, al salir voluntariamente no tenía derecho ni a paro ni a nada. Allí estuve en California, con dos equipos (Carlsbad Lightning y Carlsbad Wave) y después estuve en Hawaii, en el Honolulu Bulls Soccer Club, del 2016 al 2018. Y al ir allí pensé que perdería calidad, porque las jugadoras de California son las que nutren la selección de fútbol norteamericana, para que te hagas una idea: fuertes, rápidas, lo tienen todo para triunfar. En cambio, en Hawaii la cultura polinesia hace que sean más bajitas, y además son propensos a engordar. Pero me equivoqué, porque dos de mis jugadoras estaban también en la selección, y tenían mucha técnica. Y luego, eso fue una experiencia espectacular, el tiempo, los paisajes impresionantes...

- ¿Dónde es más difícil abrirse paso para una mujer, en el Ejército o en el fútbol?
- [Medita unos segundos y ríe levemente] Qué pregunta más complicada. ¿Qué te digo, empate a cero, o 1-1? Mira, siempre que eres diferente por tu color de piel, por tu cultura o por tu género, vas a ser mirado con lupa. Yo en el Ejército tenía que demostrar lo perfecta que era 24 horas al día, 7 días a la semana, 30 días al mes y 365 días al año. Porque era la diferente. De hecho, me fui en 2016 y no es que sea la primera, ¡es que soy aún la única piloto! No ha habido otra. ¿Eso qué quiere decir? Pues que siempre tienes que tener un punto de vista diferente cuando eres único o única por los motivos que te decía. Lo que pasa en EEUU es que lo mayoritario allí es el fútbol americano, y nuestro fútbol, el soccer, allí es ‘para las chicas’. Entonces, ven con normalidad que haya entrenadoras mujeres porque se entiende que es un deporte femenino. Pero pocas mujeres verás de entrenadoras de fútbol americano. Es la misma concepción que tenemos del fútbol aquí, allí la tienen para el fútbol americano. En España no estoy entrenando, pero es que en la Liga Iberdrola, la de Primera División, creo que ahora hay dos entrenadoras. Y los sueldos que se manejan para jugadoras y entrenadoras no te permiten vivir muy cómodamente, la verdad.

"de La aviación me quedo con la constancia; del fútbol, con la alegría; y de África, con las ganas de vivir"

- Desde tu perspectiva, ¿se corresponde con la realidad la sensación de que estamos al inicio de una eclosión del fútbol femenino en España?
- Parece que estamos en el principio de muchos cambios. De hecho, cuando volví a España en 2018 vi que muchas cosas habían cambiado, porque vine en pleno Me Too. Me hubiera gustado estar en el Ejército en este momento de eclosión de la sororidad entre las mujeres, en que unas se apoyan a otras. Pero a pesar de ello, el fútbol femenino tiene muy complicado llegar al nivel del masculino porque es totalmente diferente: no tenemos los mismos medios, todas las futbolistas tienen estudios porque ven que con su sueldo no van a poder vivir, no tiene la misma repercusión, no está igual de valorado… de hecho, vas a un partido de fútbol femenino y hay 100 personas como mucho, salvo que vayas a un Atlético de Madrid-Barça. Esas imágenes de un estadio lleno son excepciones.

- Pero para que algún día se conviertan en regla, primero tienen que ser excepciones, ¿no?
- Sí, pero fíjate, la entrada es gratuita. Desde ese mismo momento, ya me estás quitando valor como futbolista. Ojalá siga creciendo, que sea el principio de un cambio no ya en cuanto al fútbol femenino sino en el deporte femenino en general. Que las mujeres puedan ser profesionales como lo son en EEUU. Pero es muy difícil, hay muchas cosas por cambiar, y lo principal es la educación, tanto de hombres como de niños, niñas, etcétera. La base debe cambiar, para que se nos valore como profesionales.


- Hablando de valores, en tu último reto has acabado vinculando el fútbol con la solidaridad.
- Sí, creo que se pueden transmitir valores a través del fútbol, y en la ONG Goals for Freedom intentamos hacerlo. En 2015 me fui sola a Marruecos y a Uganda. Fue ligeramente temerario, pero creí que a través del fútbol podía ayudar las mujeres en situaciones de dificultad y quería averiguar cómo podría hacerlo. Me costó mucho al principio pero al final me asenté en Uganda y pude montar 3 equipos de fútbol: mujeres con SIDA (Hope House, la casa de la esperanza), otro de niños y otro de niñas. Les hago jugar juntos para compartir toda la experiencia. Y aparte en el colegio les damos clases de español, de valenciano y hasta cursos de primeros auxilios.

- Todo esto, a partir de un deporte.
- ¡Es que el poder transformador del fútbol es impresionante! Marcas un gol y vives la alegría de sentirte bien, saber que aportas al equipo, la gente que te felicita… allí estamos esponsorizando a niñas, y tenemos equipos de fútbol y vamos poco a poco. En 2018 fundamos la ONG porque yo sola ya no podía, aunque voy dos veces al año. Y luego trasladamos lo que estaba haciendo en Uganda a Valencia, en el Tramo III del cauce del Turia, frente al Decathlon de Campanar. Allí hablamos con el Ayuntamiento juntamos, cada lunes, miércoles y viernes a mujeres de violencia machista, personas migrantes y personas con enfermedad mental, para hacer una pachanga.

- ¿Te ves entrenando a algún equipo profesional aquí?
- El tema es que después de descubrir Uganda, ya no estoy motivada. Cuando estaba en EEUU, yo quería entrenar al Barça masculino, para que te hagas una idea. Pero al irme a Uganda, me di cuenta de que no me gustaba el fútbol profesional sino este otro: le cambias la vida a una persona. La ves progresar. Me gusta también mucho la alegría de la gente, que algunos ni les gusta el fútbol, pero vienen y se lo pasan genial. Así que no quiero entrenar profesionalmente.

- ¿Qué has aprendido de cada uno de tus retos?
- Pues todo me ha ido transformando, especialmente el tercer sector. Me ha hecho mucho mejor persona de lo que era. De la aviación, me quedaría con la constancia, porque es difícil llegar ahí pero con constancia lo puedes conseguir. Del fútbol, la alegría y todas las amistades que me ha dado. Y de África me quedo con las ganas de vivir, el trabajo, el seguir luchando pese a no tener medios de ningún tipo, sin comida, sin agua, sin educación. Esas ganas de vivir. A un niño le pregunté “¿qué quieres hacer este año?” y me respondió “quiero aprender”. ¿Qué niño te dice aquí que quiere aprender? Es totalmente diferente.

- ¿Cómo definirías la igualdad de género?
- Pues es respeto, democracia y educación. Ser igual de ciudadana yo que tú, porque si no, habría diferentes grados de ciudadanía. Es esencial para respetarnos los unos a los otros. Tú y yo no lo veremos, pero si mujeres y hombres llegan a ser iguales un día de verdad, sin brechas salarial ni de género, ni violencia machista, todos seríamos mucho más felices. Es decir, igualdad de género es igual a más felicidad para todos, quiere decir más felicidad.

"Quizá una niña africana que podría llegar descubrir la vacuna del cáncer no llegue a estudiar. Incorporar a la mujer a la educación ayuda a todos"

- ¿Hay una sola manera de luchar por la igualdad?
Hay tantas como personas, porque a cada persona le puedes entrar de una manera. Hay muchas formas de buscar la igualdad, pero la educación es la principal. En casa y en el colegio. Si en casa no lo hacen, en el colegio deben hacerlo, tienen que hablarte de mujeres referentes, enseñar que una chica puede estudiar ciencias. Los colegios son públicos y mixtos pero la educación aún debe buscar la igualdad: los libros que se leen son de hombres. Nunca he estudiado una mujer referente en Onda, por ejemplo, y hay que romper con los roles tradicionales. Una chica de los 6 a los 11 años es mejor en ciencias que un chico, pero a partir de los 11, eso cambia. ¿Por qué? Pues porque ha visto mucha tele, mucha publicidad, y la sociedad le condiciona para que no elija eso. La sociedad patriarcal machista le conduce a ser enfermera, doctora, profesora: nos han moldeado así. Somos el 50% de la sociedad y quién te dice que una chica que podría descubrir la vacuna del cáncer o del SIDA a lo mejor no puede hacerlo porque no llega a estudiar. Incorporar a ese 50% ayuda al conjunto a mejorar la sociedad.

- ¿Qué noticia te gustaría leer en un periódico porque para ti supondría un síntoma de que hemos dado un salto importante en la igualdad de género?
- [Sin vacilar] Pues está claro: “La cifra de muertes por violencia de género en 2020 ha sido de cero”. Pero ya no es posible, desgraciadamente ya llevamos unas cuantas, este año.

- Si tu vida es una sucesión de retos, ¿cuál es el siguiente en tu cabeza?
- Uganda. Me gustaría hacer un complejo deportivo allí, para que las niñas y mujeres que están en la calle con mucho peligro para ellas, pudieran estar allí y educarse porque sin educación no se puede salir de la miseria. Y es difícil porque hace falta logística, inversión… muchas cosas. Es un reto a largo plazo, con mayúsculas, porque además Uganda es un país muy corrupto, donde puedes hacer cosas pero te las roban por otro lado. No sé si lo conseguiré, este reto es fuerte.

- ¿Te defines como optimista, pesimista o realista?
- Yo tengo que ser optimista y soñadora, porque si no, me pegaría un tiro. Siempre me ha gustado luchar por sueños difíciles de alcanzar, así que debo ser optimista porque si no, me desmoralizaría. Y además, ser optimista me hace feliz. No puedo pensar en negativo porque me haría mal, estoy mentalmente entrenada para ser feliz.

- ¿Qué recuerdos tienes de tu infancia en Onda?
- Pues muchos, sobre todo de jugar a fútbol. Mi abuela vivía en el castillo, y pese a lo empinado de las calles allí jugábamos. Recuerdo mi infancia tocando la trompeta y jugando a fútbol. Mi hermano toca el clarinete, y el otro la percusión y la trompeta: no son profesionales pero vaya… yo toco la trompeta desde los 8 años y me gusta mucho la música de banda, como buena valenciana.

- ¿Qué seres humanos te han marcado?
- Sin duda, mi madre. Es mi reina. Sin ella no hubiera conseguido ningún sueño. Y sin mi abuela, tampoco. Son mujeres valientes, luchadoras que a pesar de todas las circunstancias que han tenido, me han apoyado en todo. Mi madre me ha apoyado para ser piloto, para jugar a fútbol. Es fundamental, porque si la persona que más quieres te dice que puedes conseguirlo, te lo crees. 

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