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entrevista | El barítono castellonense 'sube' a la escena madrileña Rigoletto y La Boheme

Pedro Quiralte: "Castellón tiene una carencia muy grande de ópera en los últimos años"

2/07/2024 - 

CASTELLÓ. Está a punto de cumplir dos décadas subido al escenario y paseando el nombre de Castellón por el mundo. El barítono Pedro Quiralte acaba de desembarcar en el Teatro Marquina de Madrid para representar Rigoletto, en primer término, y la semana que viene clausurar el festival de verano en la capital con La Boheme. Tras unas primeras funciones “que han ido especialmente bien”, se encuentra unos días de descanso en la capital de la Plana para ver a la familia y a los amigos antes de volver a Madrid.

La particularidad de su incursión en este festival de verano está en la producción de ambas óperas, que no llegan a escena en su versión tradicional sino en lo que se ha denomiado ópera garage, una fórmula cuya andadura está plena de fuerza y que no es otra cosa que una singular idea de adaptación libre de títulos operísticos populares. La propuesta nació con el propósito de acercar un espectáculo caro por naturaleza a un público nuevo, más amplio, que puede animarse a probarlo contando con voces de primer nivel, como es el caso de Pedro Quiralte, a un precio más asequible.

-Con solo una semana de descanso, ¿cómo consigues preparar el papel de La Boheme?

-Hay tiempo de sobra porque este personaje forma parte de una de las óperas que más tengo en repertorio y en voz. De hecho, las dos que llevo a escena estos días en Madrid son, junto a Don Pasquale, L’Elisir d’Amore y El Barbero de Sevilla, las que más conozco.

-¿Como prepapas los papeles que, como acabas de comentar, conoces a la perfección? ¿Cuál es el reto al que te enfrentas en esas circunstancias?

-Cada cantante es de una manera. En mi caso, tardo más en preparar un papel que he cantado muchas veces que no en preparar un rol que no he interpretado nunca. Las funciones son como una batalla o una pequeña guerra. Puedes esar estupendo, puedes tener un catarro, puedes no haber dormido bien esos días, puede que la novia, el novio o el gato te haya dejado... No sabes cómo vas a llegar al estreno pero hay una memoria muscular y psicológica que sí recuerda las cosas. Yo limpio el rol, lo dejo lo más fiel al compositor que puedo y a partir de ahi entrego el barro que te ha quedado en manos del director de escena y del director musical. En este caso tengo la suerte de que el maestro Miquel Ortega, a quien adoro y admiro, esté al frente de la dirección musical.


-¿El director de escena y el director musical tienen mucho que decir cada vez que te enfrentas a una producción?

-Si. Los cantantes somos meros transmisores de lo que ha compuesto el compositor y lo que quieren el director de escena y el musical. Los intérpretes somos los que tenemos que amoldarnos a las órdenes de los maestros. La visión del director es, ciertamente, fundamental. En este caso, el maestro Ortega es fiel puro a lo que escribió Verdi, y es un gran conocedor del compositor. A mi, personalmente, me encanta poner en escena este Rigoletto con él porque sé que estoy haciendo una versión muy cercana a lo que en su día pensó Verdi.

Los cantantes somos meros transmisores de lo que ha compuesto el compositor



-Este Rigoletto y esta Boheme que subís a escena en Madrid son muy particulares. No son las óperas convencionales que conocemos.

-Representamos la versión de Emiliano Suarez, que es arriesgada, nueva, moderna, cosmopolita y underground. Tiene los rasgos propios de la ópera garaje, un fenómeno operístico del siglo XXI que está arrasando y que creo que todo el mundo al menos una vez debería ver y luego decidir si le gusta o no le gusta.

-¿Cómo podrías explicarnos qué es la ópera garaje?

-Es llevar a Rigoletto o a La Boheme al siglo XXI y hacer una producción actual dentro de toda la psicología que Verdi o Puccini querían. Es muy importante porque estás haciendo una adaptación al nuevo público, estás intentando enamorarle. El otro día en Madrid pudimos comprobar desde el escenario que la gente que nos estaba viendo era un público que no conocía el mundo de la ópera. Eso se percibe y, claramente, es muy bonito darte cuenta que has conseguido llevar a esa gente al teatro a ver de cerca una ópera.

-¿Es un instrumento de acercamiento de la ópera al gran público?

-Es una herramienta muy útil y práctica para acercar la lírica a las personas que piensan que es algo de la época de nuestros abuelos. La ópera es muy actual y está muy de moda, pese a lo que piensen muchos.

-No es fácil romper esa barrera o esa etiqueta que tiene la lírica de ser algo elitista, ¿verdad?

-Voy a cumplir 20 años en los escenarios y doy fe de que cuesta mucho romper ese hielo. No comparto ese punto de vista porque además de cantante de ópera soy melómano. He de reconocer que soy, ante todo, un enamorado de la ópera. Para mi es el espectáculo por antonomasia, la más grande de las artes. Yo invitaría a la gente que nos lee a que le diera una oporturnidad a una ópera de repertorio como pueda ser Lucía de Lammermoor o Don Giovanni para llegar luego a Tchaikovsky. Si la gente se acercara un poquito más se daría cuenta de que la ópera es más actual, más palpable y está más en la vida de cada persona de lo que se imagina. La ópera está en anuncios de televisión y en melodías que escuchamos constantemente; no está en la vitrina del teatro.

-Algo de responsabilidad tendrán también las administraciones públicas y las instituciones que programan los espectáculos culturales en las ciudades de ese distanciamiento. Si se pudiera ver con asiduidad ópera en Castellón o Alicante sería todo más fácil.

-Castellón tiene una carencia muy grande de ópera en los últimos años. Cuando digo muy grande significa que no ha habido ninguna. En mi memoria tengo recuedos preciosos cantando aquí L'Elisir d'Amore, Rigoletto, Don Giovanni, temas de Rossini o zarzuela. Y eso fue gracias al maestro Rafael Lloret, quien supo enfocar esa ilusión melómana y hacerla realidad. Pero él falleció y justo ese momento coincidió con laa idea de centralizar toda la ópera de la Comunitat en el Palau de les Arts. Espero que ahora el foso se vuelva a abrir y que dejemos atrás esa corriente o moda política que no hizo bien al resto de escenarios que no eran Valencia. A mi pesonalmente me encantaría volver a cantar una ópera en mi casa, en Castellón. Esta ciudad es la única ciudad en el mundo en la que se me ha dicho que no, y ojo, no hablo ni del Auditorio ni del teatro, y por cariño y elegancia no diré más.

Espero que ahora el foso se vuelva a abrir y que dejemos atrás esa corriente o moda política que no hizo bien al resto de escenarios que no eran Valencia




-¿Hace mucho que no cantas en Castellón?

-Tengo la suerte de cantar todos los años la Gala de Reyes gracias al Real Casino Antiguo, que es la única entidad que durante los años de sequía lírica ha apostado y trabajado para que Castellón tenga la gala benéfica tradicional. El que fuera presidente del Casino Marco Esteve y el actual, Francisco Jauregui, han creado, impulsado y patrocinado espectáculos de lírica para el público castellonense.

-Has mencionado antes la zarzuela, que es un género que no se programa demasiado pese a que cuando se anuncia un espectáculo llena teatros y es un disfrute enorme para el público.

-Es que es una maravilla. La zarzuela es menos casposa de lo que la gente cree. Lleva adherida esa etiqueta, es verdad, pero nosotros tenemos la responsabilidad de que no continúe así. La mayoría de nuestra zarzuela forma parte de una composición romántica, hasta el punto de que los compositores se formaban en Italia. Eso es romanticismo puro y es una delicia. Yo, por mi instrumento, no soy muy zarzuelero, pero sí que me gustaría hacer incursiones en la zarzuela.

-¿Cómo conseguís estar siempre motivados? Lo pregunto porque los cantantes líricos necesitáis estar siempre ‘perfectos’ encima del escenario.

-En primer lugar has de tener claro que el público paga por ver el personaje, no paga para verme a mi. Por eso lo más importante es intentar dar lo mejor de mi mismo. Hay veces que Fígaro, Bártolo o Don Giovnni está triste porque yo estoy triste, o está un poco nasal porque yo estoy acatarrado… Uno ha de tener conciencia de que puede darse esa circunstancia. Yo, de la única manera en la que no puedo cantar es estando triste, porque entonces mi voz se vuelve opaca. Lo que colorea la voz es el alma, y eso se forma y consigue con las experiencias de la vida, porque tu vives con la voz puesta. Es la razón por la que los días de función el teléfono lo pongo en modo avión y estoy 12 o 14 horas en silencio, porque es la voz con la que hablo la misma con la que canto, evidentemente.

-¿Mantienes siempre ese ritual?

-Si, porque en el silencio encuentro la paz y la concentración que necesito para cantar. Ademas, a mi me gusta mucho hablar y la única manera de estar en silencio es tomando estas medidas.


-¿Los días de actuación no ensayas ni repasas el papel?

-No. Tu llegas a una producción con tantos ensayos y tanta preparación detrás que el rol y la partitura forma parte ya de tu ADN. Así, en el momento de subir a escena acumulas muchísimas horas de preparación el repertorio con tu maestro de técnica vocal y de canto. El personaje ya lo has creado. Ese día lo único que tienes que hacer es dormir y descansar mucho, despertar el cuerpo e ir hacia el teatro confiado de que todo va a salir bien, porque si siempre ha salido bien ese día no será menos. Hay que intentar no hacer mucho caso a la mente, que suele jugar malas pasadas a veces, porque tenemos siempre muchas preocupaciones.

-¿Qué clase de música escucha una persona como tu que siempre está con una partitura delante?

-Mucho, mucho, mucho Tchaikovsky, uno de mis compositores favoritos. También escucho mucho Shopen, Shuman y reggaeton cuando voy por la calle, ahi es el momento de música como Celia Cruz.

-Entonces, ¿para desconectar casi siempre vas a la lírica?

-Para desconectar tengo algo maravilloso que es juntarme con dos o tres personas, que son mis personas vitamina, con las que quedo y hablamos de todo menos de ópera. Con ellas es como si me enchufaran a un cargador de móvil; recargo la batería enseguida.

Volveré a Castellón. En agenda tengo dos o tres recitales muy bonitos en breve y luego empezaré a preparar el concierto de la Unesco que haré en octubre en Italia




-¿Qué tienes agendado para cuando acabes tus actuaciones en Madrid ahora en julio?

-Volveré a Castellón. En agenda tengo dos o tres recitales muy bonitos en breve y luego empezaré a preparar el concierto de la Unesco que haré en octubre en Italia, y además, tengo en la recámara dos o tres cosas de las cuales no puedo comentar apenas porque soy muy supersticioso y tengo miedo de que se gafen si las hago públicas, pero se trata de unos personajes que siempre he querido cantar. Vienen sorpresas en otras vertientes, aunque siempre relacionadas con la ópera, que me hacen muy feliz. Y mientras tanto, disfruto plenamente del taller de ópera que imparto en el Real Casino, me llena mucho el alma y lo hago con mucho amor. Descubrir la ópera con los alumnos es algo especial. A ellos siempre les comento que si se lo pasan la mitad de bien que yo en clase ya me doy por satisfecho. Y además de lo dicho siempre me encuentro estudiando y preparando la agenda que viene, que está ya repleta hasta el 2026.

-O sea, que no es exagerado afirmar que los cantantes de ópera trabajáis con la agenda cerrada con meses de antelación.

-No. Ten en cuenta que los roles cuestan de preparar, y con ese margen de tiempo es es la única manera de hacer las cosas bien. Eso sí, muchas veces surgen sorpresas de última hora que has de incorporar a tu agenda o cambios que no esperas y que también modifican los planes. Por ejemplo, ahora mismo estoy preparando un Requiem de Verdi para el año que viene que me ofrecieron subir a escena el año pasado y que cancelé a falta de un mes porque vi que no tenía suficientemente madura la voz. Lo del año pasado no estaba previsto y tampoco que este año me lo volvieran a pedir.

-¿Puede ser que después de 20 años como profesional sintieras que no tenías preparada aún la voz?

-No era el momento. Mi voz es de bajo barítono. Yo nunca he querido forzar ni el color ni el cuerpo que con los años va adquiriendo la voz, y entonces, como soy un híbrido, tengo que ir con cuidado. Pero a mi me gusta mantener la tesitura de los roles que estoy cantando. Mi campo de batalla está entre Mozart y Donizetti, pasando por Rossini.

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