Seguramente conocen Uds el cuento de Pedro y el lobo, en el que un aburrido niño pastor pedía ayuda a gritos con lo de que venía el lobo, que nunca venía, hasta que los vecinos, hartos de acudir y descubrir que era mentira, pasaron olímpicamente de la llamada de auxilio de Pedro cuando el bicho apareció de verdad y se comió a las ovejas. Les digo esto porque parece que esta vez el lobo sí ha venido. Y veremos si no se zampa el rebaño entero de otro Pedro. Sánchez, por más señas, Presidente del Gobierno de España.
Acabamos de saber que, efectivamente, la esposa de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, está formalmente investigada en un proceso judicial, algo que no prejuzga nada en absoluto. Del mismo podría salir incluso hasta con una felicitación por hacer las cosas bien. Lo único que hay es una denuncia con hechos que, cuando menos, despiertan dudas que necesitan ser aclaradas. Y en eso está el juez, ni más ni menos.
Pero resulta curioso el revuelo que ha suscitado el levantamiento del secreto sumarial de unas diligencias que nos han permitido saber que cuando Sánchez anunció por carta su retiro de cinco días a meditar si esto merece la pena, un 24 de abril, sabía ya perfectamente que su mujer era objeto formalmente de una instrucción judicial penal, dado que el auto de incoación de ese procedimiento tras la denuncia data del 16 de abril y se notificó a la interesada el 22 de abril. Dos días más tarde, por tanto, es obvio que Sánchez conocía lo que había al redactar su epístola. Y ahora la acusación es, de nuevo, haber mentido Sánchez ocultando en esa carta la situación procesal de su esposa. Pero ¿es esto realmente así?
Pues, sinceramente, creo que no. Y me explicaré…
Primero, porque en su carta del 24 de abril, en su párrafo segundo, primera línea, Sánchez dice que “un juzgado de Madrid ha abierto diligencias previas contra mi mujer, Begoña Gómez”. Y resulta que cualquier estudiante de Derecho nos podrá explicar que cuando se abre un proceso de diligencias previas contra alguien siempre y necesariamente tiene que ser porque se le considera investigado, ya que con ello se le garantizan sus derechos ante una acusación desde el primer momento. Si no hay persona investigada, no hay diligencias de investigación contra nadie, por lo que Begoña Gómez no podía ser otra cosa que investigada en unas diligencias previas abiertas contra ella, como literalmente dijo el Presidente.
Segundo, porque en la misma carta, en su párrafo segundo y al final, Sánchez cita dos figuras delictivas concretas: “tráfico de influencias” y “corrupción en los negocios”, dos detalles precisos que sólo podía conocer si había leído el auto judicial donde se mencionan al señalarse, inicialmente, lo que los hechos denunciados podrían ser desde una óptica penal. Es decir, Sánchez no pudo inventarse dos tipos delictivos tan concretos de no haberlos leído en el auto judicial del 16 de abril. Y como hemos dicho, no hay auto contra alguien si no hay un alguien investigado, y ello porque la Ley de Enjuiciamiento Criminal, en su art. 108.5 ya establece que la admisión de denuncia o querella, y cualquier actuación procesal de la que resulte la imputación de un delito contra persona o personas determinadas, serán puestas inmediatamente en conocimiento de los presuntamente responsables. Sin la consideración de presunta responsable de Begoña Gómez nunca estaría investigada ni se le habría comunicado tal condición. Si a Sánchez le constaba, era precisamente por eso.
Y tercero, porque en el párrafo tercero de su carta a la ciudadanía, Sánchez dice que “por lo que parece, el juez llamará a declarar a los responsables de dos cabeceras digitales que han venido publicando sobre este asunto”, lo que no es sino una referencia a una diligencia de investigación concreta acordada por el juez en ese auto del 16 de abril, que, por otra parte, no consideró necesario por el momento llamar a declarar a la persona investigada. Igualmente es obvio Sánchez no podía saber de esa diligencia de investigación si no tenía a la vista el auto judicial referido.
Por tanto, es evidente que Pedro Sánchez no nos mintió con su carta. Simplemente no fue literal al evitar el término investigada cuando nos contó lo de Begoña Gómez. Cualquier recién llegado a la asignatura de Procesal Penal les corroborará todo lo anterior sin ser necesario tener la cualidad de jurista de prestigio. Sólo había que leer bien la carta.
Pedro Sánchez ha dicho tantas veces que viene el lobo sin que el lobo venga que ha conseguido que parezca que miente de nuevo, y mucho, hasta cuando no es así. Como en el cuento del otro Pedro, el de Esopo, moraleja: si mientes, nadie te creerá cuando digas la verdad. Las cosas de la postverdad que vivimos…