Madrid es Madrid. El resto siempre seremos periferia. Pintamos para lo que pintamos. O sea, poco. No existe fuerza, menos aún compromiso estatal con esta tierra. Cuando les viene bien lo achancan a la autonomía; cuando les viene mal, callan. Y desde aquí ya ni cuento. Siempre callan. No está sólo demostrado sino absolutamente confirmado. Todo son promesas vacías. De hecho se va un nuevo gobierno municipal y otro autonómico y dejan un montón de aspectos sin solucionar. Y mira que han tenido años para hacerlo o al menos ponerse en rebeldía.
Tampoco creo que los que vengan lo solucionen. Demasiado anclados a la disciplina nacional. Es nuestro sino. Si hemos tenido cuatro años el Palau de la Música de Valencia cerrado por inoperancia política, qué decir del resto. Lo peor es que se han quedado sin abonados. Los salientes, además, ni siquiera se han despedido del personal. Triste estampa orgullosa.
Si nos ceñimos, por ejemplo, a temas de carácter patrimonial o cultural ya está todo dicho. Pues no hemos tenido ministros de Cultura hasta con raíces valencianas que han pasado de largo en los pocos temas que aún nos unen con el centralismo de bondad y pleitesía. Pero eso sí, todos recolocados. Ellos y familiares.
Hace apenas unos días se inauguraban las denominadas galerías de las Colecciones Reales que dicen, quienes las han visitado, son una auténtica maravilla. No me extraña. Han tenido buenos arquitectos para su realización y las colecciones son un lujo. Pero habrá que ir a Madrid. Como siempre.
Después de dos décadas de obras y cerca de 167 millones de euros, cantidad que se ha tenido oculta, abrían sus puertas para gozo de mandatarios europeos, a quienes les daba igual el asunto, salvo su foto y la foto añadida de un Gobierno roto. Fue un último regalo de márquetin político. Una pose de mucho descaro para pasar a una historia inconclusa. No existen planes, ni proyectos y menos prioridades. ¡La foto es lo que vale! Eso conduce a los gobiernos, la mera imagen, sean derechas o izquierdas.
Viene esto a cuento porque llevamos muchos más años esperando a que el Gobierno central sitúe como prioridad, por ejemplo, al Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V, mucho más tiempo que las galerías reales esperando su conclusión y por ende más barato. Pero ni por esas. Se van quienes nos prometieron un final feliz, una reivindicación social y cultural. Pero ahí continuamos. En la espera mezquina de una política sin prioridades, salvo las estatales. Esa es nuestra realidad. Para una cosa o dos que el Gobierno central aún controla, desde su centralismo viene demostrando desde hace décadas su desinterés y falta de compromiso.
Por muchas exposiciones que nos monten en el San Pío V de “calidad, rigor e interés”, mientras ese museo no goce de plena autonomía o de una ley de independencia y continúe siendo reo de los caprichos del Estado estaremos igual. ¿No venían los nacionalistas a darnos lecciones?
Esto no es normalidad cultural. Lo siento. Más bien tomadura de pelo. Si a Madrid que es Madrid no le interesa el control del San Pío V pues es fácil, se lo quita de encima y listos. Pero cuando todo se limita a patronatos de enchufados que nunca reclaman, estilo de los que hemos tenido recientemente y sin peso, pues todo seguirá igual. Son presos de su propia dependencia política. Y de su falta de rigor. Políticos de poco nivel.
Si han sido capaces de sacar adelante el proyecto de museo de Madrid -otro más-, aunque a paso lento, quiere decir que el resto no interesa. O sea, somos comparsa social, cultural y política. Luego que no se quejen si viene alguien y lo vuelve a cambiar todo por la gracia divina, que es lo que sucede cada cuatro u ocho años.
Así que por aquí aún esperamos a que se cumplan las promesas básicas de racionalidad desde bancadas nacionales, autonómicas y locales: esto es, sin concluir su completa rehabilitación, sin ajardinamiento y menos ampliación de su espacio natural. No sólo es culpa de Madrid, que sobre todo lo es porque no pintamos nada sino de quienes han mantenido ocho años la boca cerrada para evitar ruido pero dejando evidencias de su indiferencia. No era tan difícil. Simplemente, se trataba de establecer prioridades. Somos una autonomía de tercera. Sin voz, voto y menos altavoz. Es consecuencia de una política de sumisión.
Seguramente muchos de los que hemos reclamado un museo estatal en condiciones nacionales en Valencia, como el San Pío V o el Museo Nacional de Cerámica, jamás veremos un sueño cumplido. Es la demostración de un fracaso museístico por mucho Sorolla que nos quieran vender -la foto- entre matorrales y pocos medios más. Nuestra realidad.
Habrá que empadronarse en otros territorios y, por supuesto, continuar desconfiando.