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el productor visita valència como jurado DEL EMOVE INTERNACIONAL FESTIVAL

Peter Beale: “Nadie quería hacer ‘Star Wars’ porque no era rentable”

11/10/2024 - 

VALÈNCIA. Cuando el director George Lucas y el productor británico Peter Beale (Londres, 1943) se conocieron, ambos estaban en la “crisis de los treinta”. Los dos tenían nuevos proyectos, poco dinero y muchas ganas de dedicarse a su pasión: el cine. Cuando se conocieron Lucas tenía entre manos el guion de la primera película de Star Wars, y aunque pareciera imposible, Beale quiso apostar por el proyecto. Confió en la película a ciegas, aunque le supusiera movilizar a un equipo que aún no tenía, tener que reclutar a los mejores expertos en efectos especiales de Reino Unido y tener que alentar a un George Lucas que venía de capa caída tras el fracaso de su primer largometraje. Con esta confianza, y sin muchos medios, Beale fue uno de los que arriesgó por este film, que a día de hoy forma parte de una de las sagas más importantes de la historia del cine.

Ese golpe de suerte hizo de Beale luego trabajara con directores como Fred Zimmermann, Roman Polanski, Ridley Scott y David Lynch entre otros, y también hizo que se situara como uno de los nombres clave del panorama audiovisual de los años 70 en Inglaterra encabezando la dirección general de la 20th Century Fox. El próximo 19 de octubre visita València para presidir el jurado de la X edición del Emove International Festival, un Festival Internacional Escolar y Universitario de las Artes Audiovisuales en el que admite que hay “un enorme nivel” y en el que retoma su figura de productor para juzgar las películas presentadas, estudiar sus tramas y analizar sus riesgos. Con motivo de su visita a València, tras más de 50 años sin pisar la ciudad, Beale rememora los grandes hitos de su carrera y desvela algunos de los mayores secretos del rodaje de Star Wars

Para comprender cómo Beale acabó en Star Wars es necesario conocer sus primeros pinitos en el mundo audiovisual: con tan solo 17 años empezó a trabajar como oficinista en Birmingham (Londres) donde se mudó con su abuela y empezó a trabajar “sirviendo cafés y haciendo fotocopias”. Para sorpresa de Beale en esta oficina se estaba gestando el film Lawrence de Arabia, y quiso formar parte de este proyecto como fuera. Gracias a su manejo de la tecnología consiguió viajar a Almería como “técnico” de las radios militares que se empleaban en el rodaje para comunicarse. 

Aunque Sam Spiegel, el productor de la película, se enfadó porque su ayudante se escapara, decidió promocionarle a tercer asistente de dirección, haciendo que formara parte de la película. Tras trabajar en una veintena de proyectos, como asistente, director de localización y de producción, consiguió un puesto como director general de la 20th Century Fox con tan solo 29 años. “Yo no estaba preparado para ascender tan rápido, pero estábamos en la época dorada del cine y tenía que ir adaptándome a lo que llegara. Cuando menos me lo esperaba llegó el éxito de The Prophecy y ahí ya no había vuelta atrás”, apunta el productor. Tras este film le llegó el guion de George Lucas, con el que se embarcó en uno de sus proyectos más ambiciosos de su vida junto a Alien. 

En ese momento, tal y como Beale lo recuerda, pidió un tiempo para idear cómo rodar la película sin irse a números negativos: “Pedí un mes para pensar cómo hacerlo y luego me di cuenta de que necesitábamos todo un año para prepararla. Lucas no quería esperar tanto, pero teníamos que aprender a hacerlo todo de cero”, una espera que es constante en su trabajo: “La labor del productor también es saber el tiempo que hay que esperar para que algo salga adelante, siento que los cineastas jóvenes tienen mucha prisa por convertirse en escritores y directores cuando lo que más necesitan es experiencia vital y técnica. El productor tiene que saber todas todos los instrumentos, paciencia y talento”. 

Beale destaca que para Star Wars necesitaron “mucha visión y trabajo sobre la marcha”, cuando “nadie quería hacerla porque no parecía rentable”. Para ahorrar tuvieron que ideárselas con cada pequeño detalle, como cuando buscaron la manera de hacer los sables de luz “irrompibles y económicos”. Lo resolvieron usando policarbonato, el material con el que se hacen los semáforos: Para nosotros encontrar el material fue más una cuestión de observación e inteligencia, vimos que era reflectante y resistente así que lo aplicamos sobre espadas de madera e hicimos las primeras pruebas”, señala Beale, “es una de las partes brillantes de nuestro trabajo, encontrar soluciones rápidas y económicas que funcionen”. 

De la misma forma idearon como hacer a los dos robots más famosos de la saga: R2-D2 Y C-3PO, y en un momento en el que el control remoto “era casi un lujo” decidieron que sería mejor introducir personas dentro de las carcasas para que les dieran vida: “Es una de esas pequeñas ideas que marcan la diferencia de toda la película, buscamos a un actor muy alto y delgado para meterse en la carcasa de C-3PO (Anthony Daniels) y a uno muy bajito (Kenny Baker) para encajar en RD-D2, fue un acierto enorme porque le dieron vida a los robots y les dotaron de mucha personalidad gracias a sus movimientos y ruidos graciosos”. 

Beale recuerda que estas ideas, que a simple vista parecían “poco factibles” son las que consiguieron que la película fuera rentable y tuviera un sentido artístico y narrativo “muy único”: “Cada decisión del productor tiene consecuencias financieras, logísticas y creativas. Es importante que el productor tenga una buena visión general de lo que sucede en el set y consiga que los demás respeten sus decisiones”, señala. 

“El productor tiene que proteger la idea del director, guiar al equipo y conseguir que cada uno saque lo mejor de sí. Tiene que hablar con los equipos y dar confianza a los actores que trabajan en la película para que se lo crean. Cuando eres productor te conviertes en psicólogo, economista y técnico, si es necesario, hay que saber hacerlo todo”, aclara Beale, quien garantiza que a día de hoy ese concepto ha ido desapareciendo: “Con que en una película haya un buen productor es suficiente, este tiene que saber poner a los equipos de acuerdo. A día de hoy una película tiene un equipo demasiado amplio, solo hay que ver los créditos de estas, y con eso se pierde ese ambiente más familiar y de confianza que hacía que todo funcionara en los años 70”. 

“Que existan equipos tan grandes hace que el productor y el director estén más alejados y creo que eso genera bastante tensión entre ellos. Para mí la clave es que el director y el productor se pongan de acuerdo desde el principio y que todas las decisiones nuevas pasen por el filtro de ambos, para que todo sea rentable y posible”. Bajo esta filosofía, Beale considera que el cine actual funcionaría mejor con equipos más pequeños y “con más confianza entre los trabajadores”, y que no siempre contar con más herramientas hace que se tenga un mejor resultado: “Ser buen productor no depende del dinero que tengas ni de la gente con la que puedas trabajar, tiene que ver con tu visión y tu planificación”. 

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