ALICANTE. Ya es oficial: hacer predicciones no tiene ni pies ni cabeza. Sobre todo, en los referente a temas relacionados con la música pop, que, como bien saben hasta los críticos musicales que hasta hace muy poco se hacían los locos, ha perdido su capacidad de definir momentos históricos o generacionales, al menos de una manera global. De la misma manera que es imposible saber cuándo dejaremos de tener que ponernos mascarilla para ir a la compra, predecir qué tendrá importancia y que no en la música del año 2022 es como afanarse en intentar atrapar con las manos el humo de un cigarro.
Lo único claro es que cuando salga el Motomami de Rosalía habrá revuelo de todo tipo. Y meto a Rosalía en el saco de lo global porque hace mucho tiempo que está en él, por más que sus negacionistas se tiren de los pelos de su amargura. Por lo demás, ¿qué nos deparan los discos de 2022? Pues tal y como se presentan los lanzamientos para los primeros cuatro meses, momentos de placer que no necesariamente han de ser consensuado, lo cual no es moco de pavo.
Siempre me ha gustado apostar por absolutos principiantes, da igual la estación en la que vayan a sacar su disco. Este año me hace especial ilusión esperar el disco de Wet Leg, dos chicas inglesas que tienen lo que hay tener para hacer que lo de siempre suene contagioso. Sacarán disco en abril y aquí estaré, esperándolo con ganas. Ya que estamos con gente más o menos nueva, mencionar a Nilüfer Yanya, que está en una onda sonora más inabarcable que las Wet Leg y tiene discos anteriores de chuparse los dedos.
Una de las cosas buenas que conlleva esta crisis de valores musicales e industriales es que ya no hace falta que venga un crítico a explicarte lo que hace un músico. La fragmentación general propicia que uno escuche y disfrute música a su bola, si es que eso es posible con la avalancha de expertos nacida y crecida al amparo de las redes. Es igual. En la playlist que acompaña a este texto tenéis a Nilüfer, y a la siempre iconoclasta Cate Le Bon, que cuando hago recuento de todo lo que lleva hecho en once años, soy consciente de la cantidad de talento reciente que no nos ha dado tiempo a digerir como es debido. Esto en el siglo XX no pasaba.
En 2022 Franz Ferdinand sacarán un grandes éxitos que llevan dos temas nuevos. Cat Power nos presentará un nuevo disco de versiones, aunque esta vez se trata de versiones de cosas que a ella le gustan -un poco lo que es el espíritu de este texto, vamos- y no de versiones de esas que hay que hacer cuando te planteas un disco así. Vuelven Spoon y Beach House, que por lo general suelen ser nombres que nunca defraudan. Vuelve Metronomy -que de vez en cuando sí defraudan-, con una canción que ayuda a renovar la fe en ellos, y que además estarán tocando esta primavera en València ¡en una sala!
También corre por ahí una canción nueva de Bloc Party, un grupo que empezó muy bien y que hace tiempo que tiene todos los boletos para darse por artísticamente muerto. Pero el avance de su próximo álbum suena casi tan tremendo como cuando empezaron a publicar discos allá por 2004. Y ahí estamos de nuevo, con la música hecha en la era de internet y lo pronto que pueden llegar a quemarse los grupos o los solistas de esta era. En febrero habrá disco nuevo de Hurray For The Riff Raff, el proyecto musical de la latina Alynda Sagarra, que implanta en el rock de raíz norteamericana ese toque mestizo tan de estos tiempos. Y hablando de latinas que se cuelan en el cada vez más abierto y diverso mundo del indie, ojo a Kaina. Se trata de otra artista latina que canta mayormente en inglés, y que ahora, formando parte del catálogo de City Slang, gozará de una mayor difusión.
Jack White sacará dos discos este año entrante, uno en abril y otro en julio. El single que ha publicado hasta ahora es rock con guitarras con sobrecarga en la red, en plan Led Zeppelin pero sin pretender parecerse a ellos (y en la cara B, la misma canción pero en versión grassroots, una delicia). Spiritualized,, banda surgida en los años noventa que goza ya del estatus de los clásicos, vuelven también con un disco titulado Everything was beautiful (Todo era bello). Con él, Jason Pierce vuelve a conjugar los elementos básicos del vocabulario de la música pop -blues, rock, Motown, electrónica- para convertir ese líquido amniótico en un disco que promete ser tan revelador, tan curativo, tan fiel a la idiosincrasia de un creador que flota en una galaxia propia desde hace cuatro décadas.
También tendremos disco nuevoo de Animal Collective, que se anuncia con una canción, “Walker”, dedicada a Scott Walker, donde suenan más terrenales de lo que suele ser habitual en ellos. Y siguiendo con los nuevos talentos, mi amor incondicional por Gus Englehorn. A mí me recuerda mucho a esa fuerza cruda que transmite Ezra Furman en sus primeros discos, con un punto de contagioso delirio que, en casos como el suyo, dibujan la línea entre que resulten imprescindibles o que no. Por cierto, los amantes del neojazz no tendrán que ir muy lejos para encontrar nuevas emociones.
El trío madirleño Monodrama, que ya han sido loados por el mensual británico MOJO, sacan el disco que debería consagrarles: Mndrmooaa Ah, en febrero habrá disco con material nuevo de Soft Cell. Con todo lo que quiero y admiro a Marc Almond, a veces creo que lo mejor que podría hacer es dedicarse a las giras. Dos de las tres canciones que hasta ahora pueden escucharse del disco no le hacen ningún favor ni a Soft Cell ni a sus incondicionales. Bueno, a ellos no, a ellos seguro que les parece bien. Ser incondicional conlleva eso, un estado de perpetua aceptación. Teniendo en cuenta cómo está el mundo, no seré yo quien se lo reproche.