VALÈNCIA. Que Compromís no pasa por su mejor momento lo sabe cualquiera. La coalición ha logrado –no las tenía todas consigo– un representante en el Parlamento Europeo: Vicent Marzà, número tres en la lista de Sumar. Además, ha aportado un número de votos importante a esta candidatura. ¿Es suficiente? Desde luego, no. El objetivo de colocación en las instituciones está cumplido. Al igual que estuvo cumplido cuando se elaboró la lista. Con cierta mala baba crítica, hay algún que otro miembro de Compromís que desde hace tiempo comenta que lo único que a día de hoy saben hacer bien es negociar puestos. Es probable que muchos no compartan esta reflexión, pero da cuenta de los estados de ánimo.
La coalición está en una tendencia de bajada en apoyos. Salva los muebles, pero no remonta. Cuenta con una base de votantes en la Comunitat Valenciana al tratarse de un proyecto que se ha sabido asentar, pero todo tiene caducidad y ese votante puede acabar marchándose si no se mantiene la conexión con él. Al menos es lo que muchos opinan. A la interna existe preocupación desde hace tiempo. Los cargos institucionales más importantes (casi todos de Més, el antiguo Bloc, la pata mayoritaria dentro de Compromís) no lo dicen públicamente, pero así es. Y de un tiempo a esta parte se está expandiendo un sentimiento más peligroso que el de la preocupación: el hastío.
Alguna voz de la coalición apunta a que gran parte de las energías se vuelcan en los procesos internos como las primarias, pero cuando llega la hora de una campaña electoral no ocurre lo mismo. Ha sucedido con Marzà, al que se le ha visto bastante solo en la de las europeas recorriéndose la Comunitat. Estar en la oposición es duro para cualquier partido. Pero si el hastío se instala en Compromís, hay quien se pregunta cómo se va a reconectar con el votante, al que hay que vender ilusión.
En este escenario, la pregunta es cuál es la receta mágica. Y aquí vuelan las propuestas y las especulaciones, pero no las soluciones con fórmula exacta, calendario en mano y liderazgos claros. La coalición tiene por delante unos tres años para recuperarse. Es el tiempo que resta para las próximas autonómicas salvo que haya un adelanto electoral por parte del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón. Algo que nunca es descartable en función del contexto político pero que no aparece por el momento en sus planes.
Tres años pueden parecer mucho, pero no para relanzar un proyecto. Así que lo primero que admiten cada vez más miembros de Compromís es la urgencia en abordar el debate a la interna. Més celebra su congreso en otoño, una fecha que a muchos les parece demasiado tarde. Sobre todo debido a que, sin ese cónclave celebrado, es difícil que todas las patas de la coalición se sienten a hablar con las cartas sobre la mesa.
Así que en Iniciativa hay quien apunta a empezar a ponerse en movimiento cuanto antes. ¿Y eso qué significa? Realmente, nadie lo sabe. Seguramente hay quien espere la bajada de un ángel solucionador de problemas. O la vuelta de Mónica Oltra, a la que cualquier día le ponen una vela para que lo haga pronto. Algunas fuentes creen que hay que poner la casa en orden para cuando ella regrese, pero admiten que ahora mismo no hay nadie en disposición de hacerlo.
Oltra sigue guardando silencio como posición política, aunque las reapariciones públicas tras el archivo de su causa judicial significa que se está dejando ver. Pero la interlocución de la cúpula de Compromís con ella es nula. La Audiencia de Valencia ha fijado para el 16 de julio la deliberación y fallo sobre los recursos contra el sobreseimiento. Si lo ratifica, supondrá que el archivo es definitivo para la exvicepresidenta de la Generalitat. Hay quien espera que a partir de ahí dé pistas sobre su futuro. Aunque lo que haga y cuándo lo decidirá ella y sólo ella.
Su regreso, si es que se produce, se dará en un debate que traspasa a Compromís y toca al espacio político de izquierdas. A nivel nacional, se ha comprobado que el proyecto de Sumar no ha funcionado. Con la dimisión de Yolanda Díaz como líder, los siguientes pasos son una incógnita. El descontento entre las formaciones que lo conforman es evidente y nadie sabe qué seguirá a la probable desintegración.
Mientras, en Compromís, viendo venir lo que ha ocurrido en las europeas, desde hace tiempo son numerosas las voces críticas que piden salir de Sumar ya –ese es otro debate que deberán abordar en breve, aunque no parece del todo claro que vaya a haber ruptura plena–, se da la circunstancia de que existe una opinión bastante compartida en este momento en todas las corrientes de la coalición (lo cual ya es decir): no entrar a formar parte de ningún partido o marca que se pueda crear a nivel nacional para reagrupar a la izquierda.
Esto quiere decir que en Compromís quieren mantener la obediencia valenciana como prioridad. Lo cual no quita que se pueda llegar a alianzas electorales estatales, algo que es totalmente compatible y que han aplicado hasta ahora.
Decidida esta estrategia a medio plazo –al margen de qué ocurra en el grupo parlamentario del Congreso, donde hay quien directamente aboga por romper con Sumar y pasar a depender sólo de los errores y aciertos de uno mismo–, la cuestión es qué ocurre con el proyecto dentro de las fronteras de la Comunitat.
Y aquí es donde aparece la opción de crear una plataforma de diversas marcas. Un paraguas que aglutine a todos los descolgados de opciones políticas en la izquierda –Sumar, Esquerra Unida, Podem, etc.– pero no sólo. Sino que se plantee como transversal y dé cabida a otras opciones, como puedan ser municipales.
En un mundo ideal, son varios los que sitúan a Oltra liderando ese espacio, que, dicen, sería algo que no se ha creado antes en el territorio. Comportaría que se desdibujara la marca de Compromís, algo que lógicamente no es compartido en toda la coalición. Desde Més no les parece mal hablar de abrirse a alianzas, pero quieren que todo orbite alrededor del propio Compromís.
Aquellos que hablan de la macroplataforma como manera de reconstruir el espacio añaden un componente: la transversalidad. No consideran que se deba circunscribir ni al nacionalismo ni al concepto "a la izquierda del PSOE". ¿Sería posible incorporar, por ejemplo, a partidos independientes a nivel municipal, como ese proyecto que está conformando el expresidente de la Diputación de Valencia Jorge Rodríguez (quien se ve con Oltra asiduamente)? "Es posible porque ya hay estructura. Posible sí, fácil no. Pero todo lo que sea abrir espacios que conecten con el ciudadano, que no sean sectarios, que hablen de las preocupaciones sociales y que supongan una alternativa a la hegemonía del PSOE y del PP, referenciándonos a nosotros mismos, se puede hacer", afirma un miembro de Compromís.
El debate es interesante y ya existe a la interna. Pero los interrogantes son diversos. Primero, cuándo y de qué manera se planteará en los órganos de dirección de la coalición. No puede ser inmediato, pero sí urgente si se quiere llevar a la práctica. Segundo, si Oltra dará un paso adelante hacia ese sentido –no parece probable, en todo caso, que diera un salto a nivel nacional como están pidiendo algunos analistas madrileños–. Tercero, quién estaría de acuerdo con el planteamiento y quién no, que será donde empiece realmente el conflicto. Y cuarto, si todas estas ideas, con el factor de la transversalidad incluido, se hacen realidad de alguna manera antes de las próximas autonómicas.