Política ligera, política excéntrica, política pintoresca, política electoral, es decir política espectáculo. Da la sensación de que el bucle electoral nos ofrece esta suerte de acontecimientos sin solución de continuidad. Los modernos hablan de política líquida, pero en román paladino, más parece política de la vida misma y la condición humana. Pasamos del “solo sí es sí” a las cuitas de “sumar” y Podemos, haciendo parada en la moción de censura inaudita de Vox con Ramón Tamames y ahora como si no fuera poco, llegamos a Ana Obregón con un debate de altos vuelos bioéticos, morales, religiosos, sociales y por supuesto políticos
Este país lo aguanta todo. Y como suelo decir aún no lo hemos visto todo. Lo de que el fin justifica los medios ya casi parece una bagatela al lado de estos sucedidos. Hablamos de la “moción trampantojo” que sirvió para visualizar la apuesta del PSOE/Pedro Sánchez, por Yolanda Díaz como compañera de ticket electoral, con todo el pesar e inquina de Pablo Iglesias y certificamos el disparo en el pie de Santiago Abascal y la victoria en apariencia por incomparecencia de Alberto Núñez Feijóo que apenas se manchó porque no estaba. En tiempos de Mariano Rajoy, se decía del líder popular que nunca se manchaba cuando había marrones. Pero es que recuperados de la moción/emoción ya estamos metidos en otros asuntos y a cada cual más sintomático de cómo está el tablero político en nuestro país. Es un termómetro de situación. Y hasta una portada del Hola, puede ganar terreno y hacerse con la opinión pública y la opinión publicada. Un debate ficticio porque nada va a cambiar, aunque el PP haya hecho un giro apostando por la gestación subrogada sin mercantilizar como en su día propuso Ciudadanos. La mayoría parlamentaria está justo en lo contrario. Pero el asunto por la notoriedad de Ana Obregón con su drama personal por la muerte de su hijo, por el componente económico y por la necesidad de captar titulares en plena carrera electoral, se ha colado en los medios y entre los ciudadanos.
¡Alto a la Guardia Civi! Este grito reconocido para los agentes de la Guardia Civil es todo un clásico. Y es que en los últimos tiempos por fas o nefas el benemérito cuerpo está en los titulares. Sin duda es uno de los cuerpos más profesionales de nuestras Fuerzas Armadas y que goza de la simpatía de los ciudadanos. Pero es que el PSOE/Gobierno habla del caso “cuarteles”, una derivada del caso “mediador-Tito Berni” o de tiempos pasados, para poner en solfa la gestión de mandos del cuerpo en el adecentamiento de más cien cuarteles con una financiación poco clara y para escurrir el bulto de las mangarrufas del afamado Tito y compañía y algún que otro diputado o ex diputado distraído. Luego tenemos la dimisión de la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, por los supuestamente negocios oscuros de su marido y dos cuñados con adjudicaciones de varios millones de euros como coletazo del asunto de los ERE. Casualmente la cifra millonaria recibida coincide con el afán inmobiliario de la familia que se gastó el dinero en metálico y a toca queja para comprar unos cuantos pisos. Para arreglar el asunto, dimisión y nombramiento con patada por elevación para Mercedes González, hasta ahora la delegada del Gobierno en Madrid. Era la candidata para la alcaldía de Madrid y no cuajó, así que solución mágica, sustituta de Gámez. Y para remate el Tribunal Supremo anula el cese fulminante del Jefe de la Comandancia de Madrid, Diego Pérez de los Cobos, por parte del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Todo un festival de acontecimientos que a muchos guardias civiles rasos y con galones les tiene muy enfadados. El ministro lleva unos cuantos resbalones y la Guardia Civil se le ha atravesado. El Supremo le enmienda la plana. El coronel Pérez de los Cobos actuaba como policía judicial en la investigación de las manifestaciones del 8M de 2020 pocos días antes de que Pedro Sánchez declarase el Estado de Alarma. Si recordamos, tras esa manifestación se propagaron los casos de Covid, incluso entre algunas destacadas asistentes, ministras incluidas. El coronel no podía, ni debía informar a sus superiores políticos porque así lo mandan los jueces cuando se actúa como policía judicial. Grande-Marlaska al igual que le ocurrió hace unas semanas a la ministra de Igualdad, Irene Montero, aparecía en el banco azul completamente solo. Sin ningún compañero ministro le acompañase. En fin, que no está en su mejor momento. Tocar a la Guardia Civil, buscándose enemigos no es buena medida.
Yolanda Diaz, la lideresa de “sumar”: “Invito a Ione Belarra y a sus compañeros a que acudan al acto de Magariños” ¡Invitación envenenada. Lo de morir de éxito antes hora con tantos flashes de las fotos!
Fernando Grande-Marlaska, ministro de Interior: “No pienso dimitir” ¡Uyyyy. Cuidado con lo que piensas y deseas. De momento, en el banco azul estaba solo ante el peligro!
Ana Belén Vázquez, diputada del PP encargada de los asuntos de Interior: “María Gámez más parecía la directora general de la vivienda que de la Guardia Civil” ¡Y todo por esa curiosa afición inmobiliaria de la ex de la Benemérita y su marido que compraban pisos. Vázquez es muy combativa y policía nacional en excedencia y le saca continuamente los colores al ministro que parece un poco chamuscado!
Clara Ponsatí, ex consejera de Educación catalana y huida de la justicia: “Tengo inmunidad parlamentaria, no me pueden detener” ¡Días de performance. Qué afición le están cogiendo al tema. Su capacidad de convocatoria es exigua, pocos adeptos en su turné!
Elías Bendodo, coordinador general del PP: “De momento ni rompemos, ni nos casamos” ¡Matizando a Díaz Ayuso y al propio Núñez Feijóo. No vaya a ser que después de las urnas haya que hablar con Vox. Hay que mantener la equidistancia por si acaso. Lo que nos queda por ver y oir!
Angela Rodríguez Pam, secretaria de Estado de Igualdad: “En el colegio aprendemos a hacer raíces cuadradas y a mí no me han servido para nada. Sin embargo no aprendimos que el consentimiento es fundamental en las relaciones sexuales” ¡Pues nada cambiemos, una vez más, la ley de educación o como se llame ahora. Inasequible al desaliento se empeña en que veamos la vida y nuestras relaciones como ella y compañía quieren. No!