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tribuna libre / OPINIÓN

Procura resultar atractivo. Habla y comunica bien

15/10/2022 - 

Como suelen decir en algunas películas: “La historia aquí contada está basada en hechos reales”.

Una empresa española necesitaba cubrir un puesto de trabajo en su organigrama.

El puesto era de un nivel ejecutivo medio alto.

Confiando en los especialistas, encargó a una empresa cazatalentos, de las mejores del sector, que iniciara el correspondiente proceso de selección de candidatos.

Para ello, la empresa contratante le ofreció a la contratada la descripción del puesto que necesitaba cubrir, así como el perfil profesional que necesitaba.

La empresa cazatalentos inició el proceso para seleccionar candidatos con una experiencia mínima de cinco años, que era uno de los requisitos.

Localizó en su base de datos tres posibles candidatos, dos hombres y una mujer, que reunían las características exigidas por la empresa contratante. Pero, además, mediante sus procedimientos de búsqueda, encontraron otros dos posibles candidatos, un hombre y una mujer.

De los cinco posibles candidatos, todos con la experiencia mínima requerida, el mayor de ellos tenía cincuenta y dos años y el más joven tenía veintiocho.

Competencias similares

Estudiaron sus currículums, unos con más experiencia profesional que otros pero todos con un alto nivel de cualificación y conocimientos para el puesto.

Comenzaron las entrevistas personales.

De los cinco iniciales seleccionaron a tres para ofrecérselos a la empresa contratante y que ellos decidieran quién se ajustaba mejor al perfil.

Los responsables de la empresa contratante recibieron los informes sobre los tres candidatos, redactados por la cazatalentos con sus respectivos comentarios y observaciones.

En esos comentarios, entre otras cosas, advertían que eran conscientes de que las diferencias entre esos tres candidatos eran muy sutiles y que, como era lógico, dependería de los contratantes decantarse por uno o por otro candidato. Pero uno de los comentarios decía que, en su opinión, había un factor que hacía mucho más atractivo a uno que a los otros dos, que le hacía tremendamente atractivo e idóneo para el puesto.

Foto: Pexels/ Sora Shimazaki

Los tres tenían una excelente cualificación profesional, los tres tenían conocimientos sobrados para el puesto, los tres aceptaban las premisas que establecían los contratantes, los tres tenían una excelente predisposición, una actitud muy positiva para esforzarse en ese trabajo y los tres mostraban interés. Los tres sumaban en las valoraciones nueve puntos sobre diez.

¿Cuál dirías que fue el factor que hacía que un candidato resultara más atractivo que los  otros dos?

La forma de hablar

¡Su forma de expresarse en las entrevistas de selección! ¡Su forma de comunicarse oralmente! ¡Su forma de hablar!

Cuando los contratantes entrevistaron a cada uno de los tres comprobaron que el informe de los cazatalentos era muy exacto y preciso.

Vieron que los tres tenían suficiente nivel de competencias como para ser contratados, pero les llamó la atención que, en efecto, había ciertas diferencias positivas en uno de ellos.

Dos de los entrevistados desviaban constantemente la mirada cuando hablaban mientras el tercero miraba a los ojos de la persona a la que dirigía sus palabras con firmeza y seguridad.

Durante la entrevista, los mismos dos se movían un poco inquietos en su silla, mientras el otro se mantenía erguido pero relajado en su asiento.

Los dos inquietos, además, mostraban un rostro tenso y muy serio. El tercero ofrecía un rostro sin ninguna tensión e incluso sonreía leve y amablemente cuando la conversación lo requería. Escuchaba con atención y transmitía mensajes corporales naturales, inconscientes, que lo confirmaban. Resultaba agradable.

Dos transmitían en mayor o menor grado cierta prepotencia e inseguridad al expresarse, tratando de ocultar su verdadera personalidad. El otro se mostraba seguro de sí mismo, natural y sincero, sencillo, proactivo y asertivo.

Al hablar, dos coincidían en repetir continuamente sus muletillas preferidas: “¿vale?”, “pues”, “o sea”, “ummm…” y “eeeh…”, hablaban muy rápido, no vocalizaban ni articulaban del todo bien, por lo que costaba entender bien algunas de sus palabras. El otro candidato hablaba con calma, con fluidez pero sin prisas, dejando breves pausas entre dos ideas cuando alguna palabra no acudía a su boca, sin decir ni una sola muletilla o latiguillo, sin miedo a los breves silencios, vocalizaba, articulaba y modulaba bien sus palabras y sus frases. ¡Hablaba bien!

Y, por último, los dos peores resultaban en mayor o menor grado algo caóticos, desordenados y poco riguroso en sus explicaciones, mientras que el otro mostraba orden, coherencia y rigor en la expresión de sus ideas.

¿A quién de los tres crees que contrataron? ¿Cuál de los tres resultó más atractivo?

En efecto. Los contratantes comprobaron por ellos mismos lo que les había advertido la empresa cazatalentos: el tercero de los candidatos era, sin duda, más idóneo para el puesto y merecía medio punto más de valoración que los otros dos. Le dieron una puntuación de 9’5 y lo contrataron. Ese medio punto sobre los otros le sirvió para ser el elegido.

Sabía comunicar con eficacia al hablar con otra persona o con un grupo de personas. Sabía hablar en público. Tenía unas excelente habilidades de comunicación oral que le hacían muy atractivo para el puesto de trabajo.

En España hay un grave problema en los ámbitos universitarios y profesionales: muchos miles de estudiantes y profesionales no le dan importancia a esta formación tan esencial. Como suelo decir, saber hablar en público es una formación más básica que saber inglés, por ejemplo. Y si no sabes hablar bien en tu idioma materno, toavía será  peor en un segundo idioma. Pero ese es tema para otro artículo.

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