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ANÁLISIS cP | la relación entre ambos REMONTA CUANDO LA LEGISLATURA ENCARA SU TRAMO FINAL

Puig-Oltra: tregua táctica o heridas que se cierran

El abrupto final de la pasada legislatura abrió un abismo entre ambos que ha empezado a cerrarse con una nueva cita con las urnas en el horizonte.

9/02/2022 - 

VALÈNCIA. La relación política y personal entre Ximo Puig y Mónica Oltra se resquebrajó entre febrero y marzo de 2019. El adelanto electoral decidido por el president fue el detonante. Para los socialistas, una maniobra clave para salvar a Unides Podem y con ello al Botànic al unirse las elecciones a generales. Para Compromís, poco menos que una traición tras una legislatura de lealtades cruzadas que les situaba en el peor escenario electoral posible. 

Tres años después, los puentes se han reconstruido. Al menos, algunos. Para unos, mera tregua táctica con la mirada puesta en las urnas. Para otros, heridas remendadas por el tiempo. Todos asumen, eso sí, que nada volverá a ser igual. Un nuevo desencuentro a la hora de apretar el 'boton rojo' electoral puede dinamitar todo con más facilidad aún que la primera vez por llover sobre mojado. O cualquier otro encontronazo.

En cualquier caso, la relación vive el mejor momento de la legislatura asumen socios y opositores. Lo cual tampoco es que quiera decir mucho después de lo vivido, remarcan también. Desde los entornos más cercanos no hablan de encuentros clave para reconducir la situación sino más bien de una evolución natural. Tiempo y necesidad. Se asume que se necesitan ahora y que, en sus mejores previsiones, se necesitarán tras las próximas elecciones. El pacto, dicen desde el PP, es para taparse uno a otro las vergüenzas. La gestión de los menores tutelados y las ayudas presuntamente irregulares a su hermano, recuerdan.

De los cuchillos a la convivencia 

Salvada la coalición en las elecciones del 28 de abril de aquel 2019, la negociación del segundo Botànic se hizo con los ‘cuchillos’ encima de la mesa. La “lealtad y el afecto” que Oltra aseguraba que se profesaban antes de que se firmara la convocatoria eran un recuerdo lejano.

El pacto final para reelegir a Puig no llegó hasta minutos antes del inicio de la sesión de investidura y tras proponer Rubén Martínez Dalmau, cabeza de lista morado, una reunión entre ellos tres. La votación final se retrasó además un día a petición de Compromís un gesto que los socialistas interpretaron como una ‘venganza’ de Oltra. La frialdad entre ambos era evidente mientras Dalmau se esforzaba por animar una fiesta muerta.

Foto KIKE TABERNER

La foto final en el Castillo de San Bárbara de Alicante (sonrisas forzadas, miradas casi siempre en direcciones opuestas) dio paso a una primera parte de la legislatura muy tensa. El ‘fuego amigo’ disparaba a discreción en ambas direcciones. Con socios así casi no hacían falta enemigos externos. Pero el paso del ecuador de los cuatro años de mandato y el verano abrió un periodo de distensión.

De la convivencia a los gestos

Tras seis años de controlar la negociación presupuestaria con negociaciones bilaterales con el conseller de Hacienda Vicent Soler, Puig le ‘concedió’ a Oltra la carta de una negociación política colectiva, una larga reivindicación. Hubo acuerdo sí pero con algo de retraso y con mucha tensión. Desde el Palau amenazaron con una prórroga de las cuentas de la que no iban a dudar en responsabilizar a Oltra. De nuevo al borde de la ruptura. Pero, finalmente, hubo pacto, ambos presumieron de estabilidad y continuó el deshielo.

Foto KIKE TABERNER

Tras las Navidades, llegó la ofensiva del PP contra Oltra por la gestión de menores y Puig le dio su apoyo público cada vez que se le preguntó, aunque no sin cierta distancia. El día de la comparecencia de la vicepresidenta se buscó agenda en Castellón.

La semana pasada, con la polémica de la tasa turística en marcha, Oltra, en la rueda de prensa posterior tras el pleno del Consell esquivó cualquier discrepancia con Puig (que acababa de decir que para él no es prioritaria “en absoluto”) y dejó entrever una reactivación de sus conversaciones. Primero, un “yo no apostillo al president”. Después, con un “he hablado de esta cuestión con el president y creo que hay un punto en común que es el que al final saldrá”. 

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