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Puig da un giro en el último debate y se marca un discurso de investidura

28/09/2022 - 

VALÈNCIA. El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, se enfrentó este martes al último Debate de Política General de la legislatura y sexto desde que llegara al poder gracias al Pacte del Botànic. Contra todo pronóstico, esta ocasión fue la elegida por el jefe del Consell y su equipo para dar un giro tanto en el contenido como en la manera de ejecutar su intervención.

El también líder de los socialistas se alejó del formato clásico que suele incluir un largo y desarrollado apartado de balance, una reserva de espacio fija en este tipo de intervenciones que los políticos se resisten a orillar, puesto que consideran que es la oportunidad de volver a recordar a la ciudadanía todo lo hecho durante el ejercicio. Al contrario, Puig pareció ejecutar más bien un discurso de investidura; el primero que se realiza cuando se ganan unas elecciones, que está absolutamente dirigido a los planes a corto, medio y largo plazo que tiene el político al llegar al poder.

Esta, precisamente, fue la línea del presidente. Apenas se detuvo en conmemorar lo hecho, mientras que se lanzó a una desaforada cascada de anuncios, proyectos y planes. Claro que tuvo momentos para recordar hitos como la llegada de la gigafactoría de Volkswagen o la permanencia de Ford, pero en ningún momento la intervención de Puig tuvo sabor recopilación de éxitos; sino que funcionaron como complementos a un discurso con mirada de futuro constante y novedades casi en cada frase: reforma fiscal, transporte gratuito para menores de 30 años, ahorro hipotecario, nuevo centro de software de Hitachi, aceleración de las renovables, sede de la ONU en La Marina...


De la misma manera, también llamó la atención que Puig prescindió del estilo literario o incluso en ocasiones lírico con el que suele regar este tipo de discursos amplios, por un marcado carácter ejecutivo. Sin citas de referentes culturales ni menciones filosóficas, el presidente fue desgranando propuestas, medidas y proyectos saltando de un ámbito a otro, de una forma directa y sin ornamentos. Es más, y al contrario que en otras ediciones, donde la ejecución del discurso se resentía quizá por esa necesidad de "interpretación" del relato o por el propio hastío del autobombo, el presidente Puig estuvo más vivo y dinámico en la intervención inicial, lo que vino a demostrar que el cambio de formato le sentó bien al jefe del Consell.

Esto no significa que el discurso, en su contenido, no tuviera sombras. Y ahí estaba la portavoz del PP, María José Catalá, para señalarlas. Es cierto que haciendo balance general; el resultado positivo para el presidente suele ser más habitual que para la oposición, dado que posee tiempo ilimitado, goza de la última palabra, posee más recursos en la preparación y tiene la capacidad de sorprender con nuevo anuncios e iniciativas. 


No obstante, la líder del PP supo combatir en el 'cuerpo a cuerpo' con la reforma fiscal -no terminada de concretar- por Puig, criticando que no hubiera abierto este melón cuando lo solicitó su partido y ofreciéndose para llegar a un pacto que supusiera un mayor descenso de impuesto del que ofreció el presidente. También fue incisiva para sacar a colación la todavía no nata reforma del sistema de financiación -le invitó a acudir juntos a la tribunales- y no dejó pasar de volver a pedir respuestas -nunca dadas- sobre la responsabilidad concretada del tren de Bejís.

Los socios del Botànic, fruncen el ceño con el anuncio fiscal de Puig

Sin duda, uno de los puntos de disensión entre el líder del PSPV y sus socios en el Botànic de Compromís y Unides Podem fue la reforma fiscal anunciada por el presidente. Según fuentes de ambos partidos, la medida final hecha pública por Puig no estaba consensuada por los socios, por lo que generó cierto malestar que se percibió en las intervenciones.

Así, la síndica de Compromís, Papi Robles, además de volver a reivindicar la reforma de la financiación autonómica, mostró su lado más incisivo en las críticas al PP, pero también le mandó un mensaje claro a Puig: "Hemos escuchado esta mañana mucho que hay que bajar impuestos, pero será cuestión de saber a quién se le baja y para qué se destinan. Aquellas familias que tienen menos renta, que paguen menos. Y eso se debe equilibrar porque los impuestos es lo que financia los servicios públicos, que deben estar blindados. No podemos permitir que bajen los ingresos y se comprometan los servicios públicos", dijo, mostrando así que la reforma de Puig no era consensuada con los socios.


En esta línea se había manifestado previamente la síndica de Unides Podem, Pilar Lima, exigió un "mayor esfuerzo" para reforzar la "progresividad fiscal" y "apretar más a quienes más tienen". "La reforma fiscal que impulsará el gobierno valenciano será progresiva o no será", sentenció la diputada morada.

Cs tiende la mano pero tacha de "cortoplacista" y "electoralista" el discurso

Por su parte, la síndica de Ciudadanos (Cs) en Les Corts, Ruth Merino, quien sufrió un percance de salud que puso en duda su concurso en el debate, lamentó la "mirada cortoplacista" y "electoralista del Consell", además de poner en el acento en "la falta de autocrítica" de Puig en su discurso.

Además, tachó de "rácana" e "insuficiente" la reforma fiscal propuesta por el presidente, pero recalcó que si los socios del Botànic "se resisten" a ella, Ciudadanos tendería la mano a Puig para llevar a cabo una "bajada real y efectiva".

Vox: "Ni los 15 millones de publicidad institucional le salvarán"

Más contundente se mostró la portavoz de Vox en Les Corts, Ana Vega, quien acusó al presidente de "mercadear" con los impuestos autonómicos como respuesta a "una tendencia de bajada de votantes del PSPV". "No adelanta elecciones porque no le salen las cuentas, no confía en sus socios ni ellos en usted", cargó en alusión a Compromís y Unides Podem de cara a los comicios autonómicos de 2023.

"A este gobierno no le salvarán ni los 15 millones de publicidad institucional ni los 70 millones para la televisión del régimen", auguró, para acusar al Consell de aprovecharse de la pandemia para recortar libertades y de "hacer caja con el sufrimiento de las familias" en la situación actual de inflación.

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