CASTELLÓ. La vergüenza debe cambiar de bando ha sido el grito de una valiente Gisèle Pelicot, mujer drogada por su esposo, su agresor permanente, y violada durante más de diez años por más de cincuenta monstruos. Esta contundente frase se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la violencia machista.
Esta mujer de setenta y dos años ha enseñando el valor de la firmeza y la dignidad para dar la cara y denunciar los horrores sufridos por su esposo, señalando y retratando, además, a sus 51 violadores. Desde el pasado 2 de septiembre, esta madre y abuela ha estado en el centro de un juicio maldito, siendo la diana de la eterna cultura patriarcal, de la complicidad del machismo, de ese terrorífico silencio que extiende sus garras frente a la complacencia de una sociedad enferma.
Los 51 hombres acusados, incluido el hombre con quien estuvo casada cincuenta años, son, según los medios de comunicación, representantes de los diversos estamentos sociales, bombero, periodista, concejal municipal, jubilados, un militar cuya hija nacía la misma semana en la que él violó a Gisèle, trabajadores de la construcción, funcionarios, operarios, personal sanitario…Una lista de agresores sexuales que se sienten impunes, invencibles, delincuentes que la sociedad mira con buenos ojos, como en el caso de los puteros que abusan de las mujeres que son prostituidas. Son lo mismo. Siempre es lo mismo.
Los delitos violentos cometidos contra esta mujer son de manual de la psicología social así como de los conceptos de la perversidad, según me explica una amiga psicóloga. Este juicio está siendo el escaparate perfecto de la esencia de la cultura de la violación. Y, por cierto, el marido imputado fue descubierto por la policía francesa tras la denuncia presentada por unas jóvenes a quien agredió fotografiando bajo sus faldas. Acceder al teléfono móvil de este depredador sirvió para acceder a multitud de archivos, videos y fotografías de las violaciones contra su esposa, además de confirmar un pasado de una violencia machista atroz.
Hay que agradecerle mucho a Gisèle Pelicot. Las mujeres abren puertas a las mujeres, a otras mujeres, al resto de mujeres víctimas. Dan pasos firmes hacia adelante, con honestidad y coraje. Ya está bien que en este mundo las mujeres sigamos siendo seres inferiores, discriminadas, abusadas, asesinadas. La vergüenza debe cambiar de bando. Y la rabia y el infierno, también.
El pasado sábado, en el marco del Festival de Cine de Donosti, se estrenó la película Soy Nevenka, excelente trabajo de la directora Icíar Bollain, con la presencia de propia Nevenka Fernández. La sala del Kursaal fue el escenario del intenso y prolongado aplauso del público frente a una mujer que también abrió las puertas a otras muchas mujeres que sufrieron acoso sexual. Porque tras el proceso que vivió ella en primera persona, ya nada fue igual en este país antes y después de este caso.
Nevenka representa un punto clave en la lucha feminista. Según detalla nwtral.es Nevenka Fernández, exconcejal de Ponferrada que denunció hace 20 años el acoso al que la sometía su jeje y alcalde, Ismael Álvarez y que fue condenado por ello, marcó un hito en la lucha por los derechos de las mujeres en este país. El delito de acoso sexual se introdujo por primera vez en el Código Penal español en 1995 y se reformó en 1999, consolidándose una tipificación que sigue vigente a día de hoy. En 2002, un político fue condenado por primera vez en España por este delito: era Ismael Álvarez, por entonces alcalde de Ponferrada.
El calvario que tuvo que sufrir Nevenka se cebó en un proceso donde el sistema señaló a la propia víctima, defendiendo a su verdugo. La vida de la exconcejala tuvo consecuencias psicológicas terribles para la víctima que al final abandonó el país para rehacerse y vivir lejos de aquella barbarie. Los diversos poderes de este patriarcado y machismo estructural persiguieron a Nevenka que llegó a recibir amenazas y un brutal rechazo social. Como escribió la artista Mercedes de Bellard, que el pasado años pintó un mural en Ponferrada: “Lo hiciste por todas, gracias por contar tu historia, eres el orgullo de nuestra ciudad, te creemos…”.
Ayer cominos con el inicio del otoño, antes de las tres de la tarde. Carmen preparó una Olleta de La Plana que estuvo majestuosa y que pedían los cuerpos y la tristeza que sentíamos entre los grises y la mierda de mundo que habitamos. Tenemos ganas de ir al cine para ver la cinta de Nevenka, dirigida por Bollain con la colaboración, en el guión, de Juan José Millás. Carmen, tan sabia, comentaba que mientras en este país vivimos inmersos en un culebrón venezolano, los días siguen girando y dejando noticias como el caso de Gisèle y el estreno de Soy Nevenka, afortunadamente. Brindamos por ellas y por todas las mujeres víctimas de la violencia machista, mujeres que no están solas.
Porque la vida es otra historia, porque lo real es lo que verdaderamente importa.
Buena semana. Buena suerte.