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tribuna libre / OPINIÓN

¡Qué escándalo, qué escándalo!, ¡he descubierto que aquí se fuma!

30/09/2022 - 

La entrada en vigor de la Ley antitabaco 42/2010 en enero de 2011 conllevó algunas consecuencias curiosas. Por ejemplo, de la noche a la mañana, las prostitutas de este país tuvieron que salir a fumar a la calle, a la puerta de los locales, para no quebrantar la ley. Porque cumplir con la ley en España es muy importante. De repente, en este país todos conocimos (bueno, lo sabíamos de antemano, pero es por no quitarle ardor literario a este relato) dónde tienen sus negocios los proxenetas de España. No obstante, de ahí a perseguir decididamente a los puteros y a quienes trafican con la vida de las mujeres obligadas a prostituirse... ya tal. Es mucho más fácil detectar y castigar el humo (porqué se ve), que los negocios turbios de alguien (porque hacemos como que no se ven). Porque cumplir con la LEY en España es muy importante… pero solo a veces.

Llevemos algunos de los términos de esta comparación al terreno del periodismo, los periodistas y las empresas periodísticas (Venga, ¡no se escandalice! ¡Ud. es una persona leída, viajada, DE MUNDO y sabe que estas cosas existen y son así! ¡Acepte esta comparación con la discreción y elegancia que merece!). Supongamos que el periodismo es como la LEY: esa normativa que dice que informar es contar una historia respetando la veracidad de los hechos. La empresa periodística sería como el burdel: el lugar donde se elabora la información y se vigila el cumplimiento de las leyes. Y el periodista sería… sí, efectivamente, lo ha acertado. Estamos seguros de que enseguida se habrá dado cuenta de las coincidencias en el paralelismo, así como de LA incongruencia que concurre en ambos casos: los intereses de la empresa periodística (el burdel) colisionan a menudo con los del periodismo (la LEY), dejando al periodista (el trabajador sexual) atrapado en mitad de ambos.

La LEY, en los sentidos real y figurado que aquí hemos sugerido, y los intereses de quienes la representan y tienen que hacerla cumplir, no se llevan bien. Fíjense: en el caso de la aplicación de la regulación antitabaco, así como en el del periodismo, nos viene a la memoria aquella escena mítica de la película de 1942, Casablanca [https://www.imdb.com/title/tt0034583/?ref_=fn_al_tt_1]: el corrupto capitán del ejército francés, Louis Renault, cierra el local de Rick’s al grito de ¡Qué escándalo, qué escándalo!, ¡he descubierto que aquí se juega!, metiéndose en el bolsillo, acto seguido, un fajo de billetes procedentes de su comisión de las mesas de apuestas. ¿No me digan que no tienen esa sensación cada vez que ven un informativo de televisión, escuchan a su locutor favorito en la radio o leen noticias en su diario de cabecera? ¿No? Pues les voy a explicar porqué y porqué debería preocuparles no tenerla.

Pregúntese porqué lee Valencia Plaza, porqué su cuñado solo se lee el Marca, o porqué su vecina únicamente cita referentes del programa de Susanna Griso (o de Ana Rosa Quintana, que para el caso es lo mismo). Pregúntese porqué los Vicente Vallés, Joaquín Manso o Carlos Alsina de la vida salen constantemente en los anuncios publicitarios para recordarle vehementemente ¡que ellos son la verdad! ¡Que los demás solo quieren engañarle! ¡Que ellos representan (¡SON!) la LEY del periodismo! Efectivamente, salen por la misma razón que argüía el oficial nazi de aquel clásico del humor absurdo de 1984, Top Secret [https://www.imdb.com/title/tt0088286/?ref_=nv_sr_srsg_0]: “Mr. Rivers, Ud. está aquí porrrque está covieniente parrra nuestrrros planes”. Recuerden que en el mismo diálogo se decía algo aún más importante: “No deje que su currriosidad amerrricana le meta en prrroblemas. Le sugierrro que durrrante su estancia aquí se ocupe solo de sus asuntos”. Es decir, que además de servirles a sus propósitos (de audiencia), siempre será complicado introducir ningún tipo de crítica constructiva a su trabajo.

Foto: BROTIN BISWAS/PEXELS

Les pondré un ejemplo emblemático, arquetípico, escandaloso y reciente. Julio de 2022, en el enésimo audio dado a conocer por el amo de las cloacas del Estado, el ex-comisario Villarejo, se reconoce la voz del periodista Antonio García Ferreras acordando difundir un bulo contra Pablo Iglesias [https://www.eldiario.es/politica/audios-grabados-villarejo-ferreras-destapan-origen-noticias-cuenta-falsa-pablo-iglesias_1_9159425.html]. Un bulo que el propio Ferreras admite que es “muy burdo”. Pero ya está, no pasa nada; y este chisgarabís canoso, emparejado con la periodista Ana Pastor, que curiosamente es propietaria de un negocio de verificación de noticias [https://www.lavanguardia.com/television/20190312/461005086300/facebook-ana-pastor-newtral-fake-news-noticias-falsas.html], se lanza a propagar mentiras (a sabiendas de que son mentiras) desde la ventana catódica de La Sexta. Me da igual que Ud. sea o no podemita. Piénselo bien. Reflexione en profundidad sobre el peligro que encarna estar a merced de este tipo de personajes, que bloquean el acceso a la información y que cuentan historias que no respetan la veracidad de los hechos. ¿A quién beneficia esta forma de proceder? Está claro que a la ciudadanía y a la democracia no.

La empresa periodística siempre se ha referido al concepto de línea editorial para justificar eufemísticamente lo que es un posicionamiento ideológico en toda regla. Ideología que sirve solo a sus intereses económicos y/o políticos. Y, entiéndame bien, soy de los que cree que hay que defender el derecho a tener ideología. El problema es que esto no es muy compatible con la LEY del periodismo (solo el hecho debería serlo siempre), ni debería ser compatible con los intereses de quienes ejercen de periodistas (quienes siempre deberían ceñirse a contar hechos). Por un motivo que reconozco que no alcanzo a comprender, nos reconforta como consumidores de medios hacer como que no vemos el proxenetismo periodístico, o lo que es simple desinformación. Es como si habitáramos un juego de rol, en el que solo se castiga de forma evidente a quienes pretenden conducir nuestra atención hacia las costuras del juego. Es decir, solo se persigue al que fuma dentro del prostíbulo.

Y ahí están, entre otros muchos, Marnie, la ladrona de tertuliana en Cuatro [https://vertele.eldiario.es/noticias/cristina-cifuentes-recupera-puesto-tertuliana-cuatro-al-dia_1_7400389.html]; El condenas, recibiendo cobertura mediática de cada una de sus ocurrencias [https://elpais.com/espana/2022-09-21/la-galaxia-mediatica-de-vox.html] y La blanqueadora del neofascismo controlando ahora la información de RTVE [https://www.publico.es/politica/productora-fundada-ana-rosa-quintana-informativos-matinales-tve.html]. Si de verdad disfrutáramos de una democracia plena, los Indas, Maruendas, Losantos, Pardos y Herreras no deberían ser considerados periodistas, es decir, representantes de la LEY del periodismo. Pero es que las empresas periodísticas son esclavas del meta-relato que construyen acerca de ellas mismas (¡SOMOS LA VERDAD!). ¡Y qué pocas veces se quebranta el corporativismo periodístico! ¡Y qué pocas veces se ha visto a los periodistas -o a sus medios- rectificar en la misma dimensión y proporción que las originales, informaciones que dieron sabiendo que eran flagrantemente falsas! Y si en ocasiones ocurre, a saber, que alguna voz discordante o singular emerge de entre todo el griterío para denunciar la manipulación, el medio ya se encarga de que tampoco se oiga demasiado y la reserva como prueba irrefutable de su inquebrantable compromiso con la verdad. Círculo cerrado. Negocio redondo.

¿Hacia dónde nos llevan todos estos gañanes y zotes? Pues eso, a ser una sociedad también de gañanes y zotes. Poco a poco ha ido calando la idea entre la ciudadanía de que el periodismo es dar voz a la pluralidad y que lo importante para tener credibilidad no es ceñirse a los hechos, sino hablar en un estilo sentencioso y de indignación perpetua. Veamos: la ideología, necesariamente, precisa de la existencia de diversos puntos de vista (opiniones) sobre el mismo hecho (realidad). Pero, como describe de forma magnífica el famoso meme [https://twitter.com/TamayoStuff/status/1546278813948059648?s=20&t=TKoox5XCeB3M4fKrM9v6zA], si el personaje A dice que llueve y el personaje B dice que no llueve (opiniones), la función del periodista ejerciendo el periodismo en una empresa periodística debería ser la de abrir la ventana y comprobar quién tiene razón (hechos). Darles la voz a ambos, en ningún caso, puede significar respeto a la pluralidad en los términos en la que la hemos descrito.

Foto: RON LACH/PEXELS

Vivimos tiempos de complejidad. Además de la crisis del periodismo, la irrupción de las todopoderosas y opacas redes sociales [https://www.bbc.com/mundo/noticias-58874170] en las rutinas informativas, las perpetuas amenazas que representan cosas como las injerencias rusas en los procesos de movilización electoral [https://www.eldiario.es/internacional/eurocamara-pide-frenar-injerencias-rusia-china-desestabilizar-ue_1_8817035.html], los Steve Bannon y sus Cambridge Analytica [https://www.dw.com/es/ultraderechista-steve-bannon-se-entrega-a-la-fiscal%C3%ADa-de-nueva-york/a-63061614], o incluso algunos de nuestros supuestos representantes democráticos [https://www.elperiodico.com/es/politica/20191220/bots-twitter-elecciones-generales-7782444], no contribuyen a tener un debate sereno sobre estas cuestiones. Por un lado, los periodistas, sean o no estrellas visibles del firmamento, y las empresas de comunicación saben de sobra que los hechos puros no existen, que la información no existe tal y como la esperamos y que lo que sale (d)escrito en los medios no es la realidad, sino solo puntos de vista subjetivos sobre ella. Y actúan como si no se hubieran enterado. Por otro lado, el periodismo es esa aspiración de acceso objetivo a la información que en algún momento tuvieron las sociedades democráticas y que no pasa por sus mejores momentos**.

Para ir concluyendo, una primera petición: espero que hagan una excepción y me perdonen que les haya estado dando la turra sobre la hipocresía subyacente a ese juego de rol metafórico al que me refería antes y en el que todes somos personajes. Y una segunda petición: amigo periodista, no te estoy demandando que dejes de ser de derechas, de izquierdas, o de centro. Lo que te estoy pidiendo es que seas honesto y que escribas información cuando lo es y opinión cuando lo sea. En su defecto, deja de hacer como que no sabes dónde están las putas ni qué deleznable negocio esconden detrás… quiero decir, que dejes de vendernos que “tú eres la verdad” y que recuerdes que “hacer periodismo” no es ponerle un micrófono delante a un fascista porque diga que “la Tierra es plana” (por ejemplo). Amigo consumidor de información periodística, no le estoy demandando que deje de ser de derechas, de izquierdas, o de centro. Lo que le estoy pidiendo es que aprenda a discernir, que separe el polvo de la paja. En su defecto, deje de hacer como que no sabe dónde están las putas ni qué deleznable negocio esconden detrás… quiero decir, que reconozca “porqué le gusta consumir un medio de comunicación y no otro” y que “ser plural” no es leer los titulares de El Mundo, El País y el ABC a la vez (por ejemplo). Al resto, esto nos ahorraría horas de asistencia a un teatrillo que, sinceramente, ya nos aburre.

...

**A mi entender, existen dos hechos cruciales que sancionan esta afirmación. El primero, la falta de libertad de prensa [https://elordenmundial.com/mapas-y-graficos/mapa-libertad-prensa-mundo/] que existe en muchos países del mundo, sean o no de régimen democrático. El segundo, el número de periodistas profesionales que, literalmente, se arriesgan a perder la vida en países como Rusia, México, o Irak [https://news.un.org/es/story/2021/11/1499372] (¡Ojo! ¡No se pase de listo, qué le veo venir! ¡No estoy diciendo que en España no tengamos mejor periodismo porque exista seguridad para quienes ejercen la profesión!).

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