VALÈNCIA. Desde la llegada a la Generalitat del socialista Ximo Puig en 2015 gracias al Pacto del Botánic -primero con Compromís y cuatro años después también con Unides Podem en el Ejecutivo-, las posibles remodelaciones del Consell han sido un asunto recurrente abordado por casi todos los medios de comunicación en diferentes momentos del mandato.
La razón es obvia. Las crisis de gobierno siempre son una noticia jugosa para los periodistas, pero también para dirigentes que aspiran a cambios en las instituciones que les permitan ascender en su posición a costa de otros compañeros que ya han sufrido los rigores y el desgaste de estar en el Ejecutivo. Si la última vez que se agitó esta posibilidad fue antes de verano, ahora ha reaparecido de cara a las Navidades o al inicio del nuevo ejercicio, pese a que el propio presidente lo ha rechazado públicamente hace pocos días.
Los proclives -o quizá instigadores- de esta remodelación, defienden que una crisis en estas semanas podría servir para dar un impulso al Consell en la recta final de la legislatura. Un movimiento que, como mucho, tendría como caducidad la primavera de 2023, fecha tope para la celebración de los comicios autonómicos. O lo que es lo mismo, los nuevos consellers sólo tendrían algo más de un año para adaptarse y mejorar la gestión de sus predecesores, siempre y cuando Puig no decidiera adelantar las elecciones. Una circunstancia que no amilana a los partidarios de la remodelación, quienes recuerdan que Pedro Sánchez cambió piezas de su gobierno antes de unas elecciones.
Por otro lado, los altos cargos favorables a esta hipotética remodelación apuntan a algunas áreas en concreto: así, opinan que la consellera de Sanidad, Ana Barceló, podría cambiar de cartera para ir tomando posiciones de cara a una posible candidatura a la Alcaldía de Alicante. Para ello, señalan la Conselleria de Innovación como posible destino como relevo de Carolina Pascual, lo que facilitaría a su juicio la inmersión de Barceló en Alicante, puesto que la sede del departamento se encuentra allí.
Además, especulan con el traslado de Arcadi España, al frente de la Conselleria de Obras Públicas, a Hacienda -hay quien no descarta Sanidad- en sustitución del histórico Vicent Soler, al considerar el alto desgaste y el agotamiento del conseller.
Ahora bien, ¿cuál es la realidad de todo esto? "Poca o ninguna", responden otros altos cargos del Ejecutivo, que achacan el debate recurrente sobre una crisis del Consell a determinados intereses internos.
Sobre esto, exponen lo que consideran 'contras' a que Puig se decida a acometer una remodelación. Un factor que señalan es que en Compromís no existe a priori un clima de cambios, tal y como ha expresado públicamente la propia vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra. El titular de Educación y miembro de Més Compromís (antiguo Bloc), Vicent Marzà, es el único que quizá en algún momento podría haberse planteado un movimiento, pero no así el resto de consellers -Rafa Climent, Mireia Mollà ni la propia Mónica Oltra- de la coalición valencianista. Con este escenario, y aunque las fuentes socialistas consultadas admiten que Puig tiene la potestad para hacer cambios sólo entre los consellers del PSPV, se preguntan: "¿Qué tipo de impulso das al Gobierno valenciano si sólo cambias a alguien tuyo y el resto sigue inmóvil?".
En esta línea, también se muestran más que escépticos con el resto de movimientos descritos. Así, consideran que al conseller Vicent Soler no se le va a relevar y menos cuando parece que el debate de la reforma de la financiación, con la presentación inminente del primer documento sobre esta cuestión a cargo de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, empieza a avanzar tras años congelado. "El conseller ha superado los presupuestos, que es el momento más difícil y, ahora, con el debate de la financiación en el candelero ¿lo vas a apartar de la primera línea? Sería feo", comentan.
Tampoco terminan de ver estas fuentes un hipotético cambio de aires de Arcadi España, que quiere continuar en su puesto porque tiene diversos proyectos que verán la luz en 2022 y el reto de ejecutar los 300 millones de euros de inversiones que se le han incluido en los Presupuestos Generales del Estado. Sobre esto, también se preguntan si mover fichas clave en un ejercicio en el que hay que tramitar cientos de millones de euros de fondos europeos de recuperación es lo más conveniente. Es decir, temen que nuevos consellers y nuevos equipos en esta situación pudieran ralentizar la ejecución de estas inversiones que consideran fundamentales para que Puig pueda sacar pecho en materia de recuperación económica.
Con estos mimbres, las citadas fuentes reconocen que, si bien nunca se sabe con Puig, no ven una remodelación a gran escala y sólo se muestran algo dubitativos con una operación que pudiera implicar el relevo de Pascual, si bien tampoco creen que la posición de Barceló mejorara si fuera la elegida para ese cargo. "La pandemia no ha acabado y ha conseguido visibilidad y buenas valoraciones siendo la consellera de Sanidad", reflexionan.
Al margen de esto, las citadas fuentes insisten en recordar que, a lo largo de seis años y medio de Botànic, la únicas variaciones en el Consell que no se han producido debido al comienzo de una nueva legislatura fueron la salida de Carmen Montón, que dejó la Conselleria de Sanidad para incorporarse como ministra, siendo sustituida por Ana Barceló; y la entrada de Héctor Illueca como vicepresidente segundo por la marcha de Rubén Martínez Dalmau por su deseo de regresar a la docencia. O lo que es lo mismo, ni Puig ni sus socios han dado nunca de forma voluntaria el paso de acometer una remodelación del Ejecutivo desde que llegaron al poder.