Ocupó cargos de responsabilidad en las grandes firmas de banca privada del país, pero decidió ir por libre. Su secreto: no seguir las modas financieras y personalizar el trato al cliente
VALÈNCIA.- A Rafael Gascó Sales (València, 1960) le atraía más la abogacía, concretamente en la rama mercantil, que las finanzas mientras cursaba sus estudios de Derecho y Ciencias Empresariales en Icade de la Universidad Pontificia Comillas, pero una vez licenciado se cruzó en su camino Citibank. «Nos hizo una oferta a una serie de alumnos que estábamos allí y, sin pensarlo demasiado, me lancé y empezó mi andadura por este mundo», reconoce a Plaza el que es uno de los banqueros privados con más pedigrí del panorama financiero español, que también es diplomado en Estudios Cooperativos por la Escuela Superior de Ingenieros de Madrid.
Amante de los deportes aeróbicos (le fascina el softraquet, una mezcla de squash y tenis), de la comida tradicional y practicante de pilates y la meditación, Gascó fue desarrollando su andadura profesional por entidades de reconocido prestigio como Chase Manhattan Bank, Deutsch Bank, Banca March y Andbank España. Y, además, ostentando cargos de responsabilidad en todos ellos como, por ejemplo, en las dos últimas firmas donde fue director general y consejero delegado respectivamente.
Y llegó 2015 cuando decidió fundar Diaphanum Valores, una sociedad que, desde entonces, mantiene su independencia. «Con la nueva regulación se abre en España la posibilidad de desarrollar el asesoramiento financiero fuera del contexto de la banca, adaptando el modelo anglosajón ya existente —más sofisticado— y profundizando en el interés del cliente parra evitar conflictos de intereses», apunta este amante de los viajes y que huye del consumismo y el postureo. Pero ¿por qué optó por la fórmula de la sociedad de valores? «Para no estar limitado de ninguna manera. Hacer asesoramiento financiero desde una ficha bancaria limita las oportunidades de inversión de los clientes», responde mientras reconoce abiertamente que nunca hubiera imaginado la catarsis por la que atraviesa la banca española, porque «era impensable».
Preguntado por si ha cambiado mucho el sector financiero desde que comenzara a trabajar allá por 1986, su respuesta es tajante. «Sí y mucho. En aquella época todo era banca y el concepto finanzas no estaba desarrollado. Mis primeros pasos en banca privada/asesoramiento financiero los di en Deutsche Bank, donde empezamos a desarrollar una oferta de consultoría y de gestión sofisticada. La oferta era muy limitada, tanto en activos como en geografía. Sin embargo, desde entonces la evolución ha sido extraordinaria, se ha profesionalizado mucho, regularizado y se ha puesto en valor el conflicto de interés con los clientes, que es primordial». En este sentido tiene claro que «todavía queda mucho por hacer porque la comunicación sigue siendo muy opaca entre entidades y clientes, que siguen estando en la inopia, sin saber cuánto pagan y por qué lo pagan, por lo que el conflicto de interés existe. La nueva regulación lo exige, pero no lo ha conseguido todavía; queda recorrido por hacer, pero está en marcha y tendrá que llegar».
Pero ¿qué aspectos tiene que tener un joven estudiante que esté pensando en dedicarse a las finanzas? «Lo más importante es tener una aptitud natural hacia algo y no dejarse llevar por las modas —ahora es tendencia el private equity y el M&A— porque luego hay que tener las capacidades necesarias para triunfar. En función de cada uno, hay que ir por un camino u otro», recomienda; mientras afirma que «la cultura financiera de los españoles aumenta rápidamente, aunque seguimos lejos de la del mundo anglosajón». Sin duda, uno de los asuntos que más preocupa a los españoles —y lógicamente más a los de la generación del baby boom— es todo lo que rodea a las pensiones.
La pregunta surge sola: ¿Es sostenible el actual sistema de pensiones? Gascó responde sin escurrir el bulto que «hay que ser autosuficiente en todo lo que uno pueda y olvidarse de ayudas externas. Hay que concienciar a las personas de que lo que hay que hacer es ahorrar; es una idea que no está todavía implementada en la sociedad. No podemos esperar nada cuando, por un lado, tenemos el sistema de pensiones cargado de problemas y, por otro, una esperanza de vida que cada vez va aumentando más. El ahorro no es un capricho, es una necesidad real para poder mantenerse los veinticino años más que vas a vivir desde que te jubilas».
En otro orden de cosas, Plaza le pregunta qué consejos le daría a un pequeño ahorrador que se ha visto empujado a convertirse en un inversor a la vista de los tipos de interés pírricos de dos de los activos por los que históricamente han canalizado sus ahorros como son los depósitos bancarios y las Letras del Tesoro. Y el financiero valenciano no tarda en responder: «Que busque un asesor de plena confianza y se asegure de que no existe conflicto de interés».
Para terminar, y preguntado por si 2022 será el año en el que dejemos la mascarilla en el cajón de los olvidos, el financiero valenciano afincado en Madrid así lo anhela —«¡ójalá!»—, mientras reconoce que con la pandemia ha dejado de escuchar la radio y ver la televisión.
«Soy valenciano de nacimiento, pero también he vivido en otros sitios por motivos laborales de mi padre. El nexo de unión fueron los jesuitas, sin duda, una escuela donde me he formado allá donde he ido. Vine a estudiar la carrera a Madrid, concretamente en Icade, por iniciativa propia porque la realidad es que yo siempre he tenido la necesidad de hacer cosas nuevas», explica a Plaza el fundador y presidente de Diaphanum Valores.
* Este artículo se publicó originalmente en en el número 87 (enero 2022) de la revista Plaza
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