VALÈNCIA. Ray Loriga irrumpe de nuevo en el panorama literario español con Cualquier verano es un final, una novela que pone en el centro la amistad entre dos hombres que es, claro, amor genuino. Yorick cae en una crisis vital cuando se entera que su idealizado amigo coquetea con quitarse la vida. Loriga establece, todo un contexto del dandy que no se deconstruye pero sí se desarma cuanto tiene enfrente a la persona que ama.
El escritor, que presentó su novela esta semana en València, atendió las preguntas de Culturplaza.
- En las primeras páginas, el narrador se presenta como Yorick y dice que “casi todo lo que cuenta es real”, ¿qué relación buscas establecer con el lector con este comienzo?
-La del notario poco fiable de su propia experiencia. Primero, porque es una aventura de ficción. Y segundo, porque lo que va a ir contando está en el límite de la idealización, o la exageración. Él empieza dudando desde el principio si Luis acaso no es mitad real, mitad inventado. Y luego, también por establecer claramente este elemento de sublimación y de idealización que hay en toda relación amorosa. La amistad es una relación amorosa al fin y al cabo.
- Lo preguntaba porque el protagonista también tiene ciertas marcas de lo que podría ser tu propia biografía. ¿Ese “casi todo es verdad”, de alguna manera, abre la puerta también a cierta verdad de ti mismo?
- Es verdad que muchos de los elementos de esta novela pueden ser autobiográficos, pero no autobiográficos como algo que te ha sucedido, sino que voy situándome, a la hora de escribir, en lugares en los que he estado o en pedacitos de relaciones que he podido tener. Por ejemplo, se puede ver en el conocimiento sobre el mundo editorial, en el que llevo 30 años trabajando, pero desde otro ángulo [en el libro el protagonista es un editor, no es un escritor].
Todo esto me da para armar una ficción que vaya en el sentido que a mí me interesa. Es decir, que puedo utilizar de mi propia experiencia lo que me es útil para contar esta historia y cambiar lo que me plazca.
Como te digo, no me gusta nunca dejar a los personajes huérfanos ni planos. Así que, para darles esos ángulos, a veces utilizo lados de algo propio, y otras cosas ajenas y construidas.
- A la prensa parece que nos importa mucho discernir en cada novela…
- ¡En cada frase!
- … casi en cada frase qué es lo que es propio de lo que es ficción, ¿qué dice de nosotros como prensa que tengamos que discernir? Me da la sensación de que ni siquiera a vosotros como autores os importa tanto.
- No, a nosotros nada, porque simplemente es como escribimos. No es que mintamos cuando no decimos la verdad, es que hacemos ficción. Lo nuestro es escribir ficción, o por lo menos lo mío. Entonces, no me interesa especialmente ir diciendo “esto sí me ha pasado” o “esto jamás me ha pasado”, porque incluso lo que cuentas que te ha pasado te ha pasado distinto. A la hora de sentarme a escribir, sinceramente, lo que me interesa es la escritura, el propio mecanismo de escritura es lo que me apasiona, no tanto lo que le sucede aquí ni cómo.
- A lo largo del libro intentas definir, a partir de detalles o de símiles, lo que es la amistad y el amor. Te quería preguntar, precisamente, por la diferencia entre la amistad y el amor. Quizás la amistad es el paso previo, pudoroso, para llamarle amor a un vínculo.
- Bueno, he intentado voluntariamente que este libro estuviera en ese momento difuso, en ese andar difuso, entre las relaciones emocionales. Me parece que cuando uno siente, sabe lo que siente y no tiene mucha necesidad de que tenga un nombre concreto. En el caso de este narrador, él está convencido de una serie de sentimientos que son muy poderosos para él y que le importa poco como otro pudiera llamarles.
- Hay cierta contradicción entre el dejar llevar los sentimientos de Yorick hacia Luiz y la dureza de Dandy que aparenta en el resto de su vida.
- Sí, por eso también la formulación y la importancia y la necesidad de Luiz, porque es con la única persona con la que se deja ir, realmente, apasionadamente. Con todas sus demás relaciones, incluso con Alma, su más estrecha colaboradora, está lleno de retenes y también de miedo a hacer el ridículo.
- Cuanto más orgullo se enfrenta a una situación, más se avergüenza de él mismo al final.
- Esa es una impresión que siempre he tenido desde niño: cuanto más te vienes arriba, más la cagas. Básicamente eso es lo que le pasa a este señor: basta que le ponga ilusión a algo para que le salga fatal y se vea grotesco en su empeño. Por eso, precisamente, vuelve a Luis: porque es el lugar sin empeños, el lugar sin demostraciones de ningún tipo y casi el lugar sin ridículos. Es un lugar en el que está tranquilo, fundamentalmente.
- Tal vez por eso sea una persona que tampoco guarda grandes ambiciones y se llama mediocre a sí mismo. Porque cuanto más ambición tenga en la vida profesional, más miedo tiene a cagarla.
- Depende de lo que llamemos ambición. Si tu ambición es estar tranquilo, estar tranquilo es tu logro, y todas las demás ambiciones van en contra de tu verdadera ambición. Todo depende de dónde pongas la meta.
- Se dice que la distancia es el olvido, pero seguramente una verdadera amistad o un verdadero amor puede luchar contra el tiempo y contra el espacio, que es lo que les pasa a tus protagonistas.
- Siempre he tenido la sensación, y eso nos sucede a todas y a todos, que hay amistades que son casi telepáticas. Que puedes no hablar con alguien a lo mejor un año, y cuando lo vuelves a ver, es como si fuera ayer, y enseguida se revive esa relación. Y, sin embargo, en las relaciones más superficiales quizá necesitemos un contacto más histérico, más estrecho (toda esta cosa que ha sucedido en estos últimos años de tener que estar conectados todo el tiempo con todo el mundo, de tener que dar una señal de simpatía o de interés a cada rato con whatsapps y cosas así).
- Ahora que la sociedad repiensa tanto el amor y la amistad, que hay tantos manuales y personas que teorizan sobre ello… Pero este romper con el tiempo y el espacio que intentas establecer entre Yorick y Luiz no entiende de teorías.
- Yo no le veo mucho sentido a comprarse un manual que te ayude a pensar en las relaciones, y relaciones tóxicas… A amar y a convivir se aprende viviendo, desde la más tierna infancia hasta la más longeva vejez. Y en mi vida, la compañía para entender el mundo han sido novelas, básicamente. Con las experiencias de otros, desde el alma de las ideas de cada una y cada uno de los escritores que he leído, voy formulando mi propio pensamiento y mi manera de relacionarme con los demás. Desde luego, eso no creo que lo encontrase en un manual comprimido, resumido, en el que antes de leer ese manual yo sea idiota emocionalmente y después de acabarlo tengo una lucidez emocional tremenda. No creo que eso sea posible.
- Háblame de la escritura en detalles, del monólogo interior, de que parezca no importar lo que se está diciendo.
- Lo más importante para mí en todos los libros que he escrito, y en este en concreto, es cómo construir un tono y una voz, ya sea en primera persona o en tercera. Para mí es muy importante, no tanto cómo piensa este hombre, sino cómo lo cuenta, cómo va para adelante y para atrás, cómo salta en el tiempo y deja una conversación abandonada en la página 30 y la retoma en la página 60… Y conseguir que el lector sepa ordenarse en medio de toda esa confusión y se lea de una manera aparentemente natural y sencilla. Para mí eso es lo más apasionante, también lo más complicado de conseguir.
- ¿Esta literatura de los detalles nace de un esquema claro de lo que tiene que ocurrir o se va construyendo conforme escribes?
- No tiendo a planificar demasiado. Yo quiero llegar a un lugar y me sé desde otro, y no tengo muy claro por dónde va a ir el barco, como Colón cuando descubrió América buscando las Indias. Navego sin saber hacia dónde, pero con mucha fe.
Yo intento trabajar más así, por instinto. En mi cabeza tomo notas, pero no me hago unos gráficos muy desarrollados y también intento —para mí esto es esencial—, en cada día de escritura, guardarme alguna capacidad de sorpresa. Una prueba y error, un poco de vértigo a la hora de escribir.
- Hablemos por el personaje de Alma, ¿de qué manera acaba afectando su historia con ambos al poco resquemor que pueda sentir Yorick por Luis?
- Alma interfiere con ambos, y con el sueño que Yorick se ha construido y ha depositado, sin pedirle permiso, en los hombros de su pobre amigo Luiz (aunque acepta de muy buen grado). Alma es un vértice muy distinto del triángulo porque es la persona que se niega a ser idealizada, la persona que se niega a formar parte del sueño de otro. Ella es su propio asunto, tiene su propia historia, tiene sus propios sentimientos, su propio trabajo y sus propias emociones, y no quiere para nada formar parte del circo de la imaginación de este otro idiota.
- Ella es el personaje femenino de la novela. Hablemos de coordenadas literarias: ha llegado el boom mediático de historias escritas por mujeres que entierran el asunto masculino que tan presente ha estado siempre, por otra parte. ¿Reivindicas tú la vigencia de personajes como el de Yorick?
- Yo siempre he leído a mujeres, puede que en otros ámbitos de la sociedad o de la cultura, haya sido más difícil que las mujeres crearan, como en el cine o en algunas funciones de la música. Pero en literatura, curiosamente, ha habido mujeres desde Santa Teresa de Jesús, que publicó y firmó un libro en 1540, hasta Virginia Woolf, Patricia Highsmith, Emilia Pardo Bazán o Rosa Chacel… Por supuesto, hubo una época en que había muchas mujeres que escribían con seudónimo por problemas laborales, o porque las mujeres no podían cobrar por una edición. Pero afortunadamente, en mis lecturas, el 50% (y ha habido épocas en que el 80%) han sido escritoras…
- Por eso he hablado de boom mediático.
- Claro, en literatura no es extraña la voz de una mujer. Si me preguntan por qué no creo grandes personajes femeninos, siempre digo que ellas se pueden contar perfectamente a sí mismas, y mucho mejor de lo que yo sería capaz de hacerlo. Tenemos el ejemplo de Madame Bovary, pero, ¿por qué tengo que meterme en la piel de una persona que no soy y tengo que entrometerme y presumir de que sé lo que es ser mujer cuando no lo sé en realidad? Me parece mucho más sensato que se cuenten ellas mismas. Yo aquí estoy contando una historia de dos hombres que me resulta sencillamente más natural desde mi punto de vista porque es mi experiencia.