VALÈNCIA. (EFE) La primera mujer pirotécnica, la burrianense Reyes Martí (1965), quinta generación de una empresa familiar de pirotecnia, confiesa en una entrevista veraniega con EFE cuándo dejaron de darle miedo los castillos de fuegos artificiales, qué paella le sale mejor y con qué programas televisivos se duerme.
-Cuando nació, ¿pensaban que la niña iba a llegar tan lejos en la pirotecnia?
-Nunca en la vida lo pensaron. Además, de pequeña con 3 o 4 años cuando mi madre me llevaba a los castillos de fuegos, yo lloraba. Hasta esa edad tenía miedo, algo que puede ser normal en un crío pequeño.
-¿Y cuándo descubrió que la pólvora era su vocación?
-Desde pequeña. Una vez pasé los 4 años, empecé a ayudar a mi padre. Teníamos una caseta y nos íbamos a veranear allí en medio del campo y empecé a hacer cosas con mi padre y que me enseñara. Con 5 años, yo iba siempre a ayudarle, era como su sombra.
-Su afición por la pólvora tenía en jaque a sus amigas...
-Tendría 9 o 10 años y recuerdo que empezaron a traer material de importación de China y en mi mochila siempre llevaba algún petardo. A mis amigas las tenía amedrentadas y no me dejaban salir porque sabían que algo les iba a caer. Luego se han dado cuenta de que era mi profesión.
-Si Reyes Martí no fuera pirotécnica, ¿qué habría sido?
-De pequeña quería ser médico o enfermera e imagino que me hubiera decantado por esta última. Me dejé el instituto en Tercero de BUP y mis padres me obligaron a hacer el secretariado, pero yo quería subir al taller a trabajar en la empresa familiar. No he sido una niña conflictiva, era bastante tranquila. Salía a la calle a jugar a lo típico de las niñas, al escondite, a la cuerda y a la goma. Nunca discutí con ninguna amiga en la vida.
-Cuénteme alguna anécdota como pirotécnica en un mundo de hombres.
-Recuerdo un hombre de pueblo que me preguntaba qué hacía yo con un fardo de traca en vez de estar cuidando a mis hijos. Lo estaba haciendo porque tenía que darle de comer a mis hijos de alguna manera, y es la que me gusta a mí y a ellos. Ellos se hacían cabañas con las cajas vacías y acababan negros de hollín. Yo siempre llevaba toallitas y cuando acabábamos los limpiaba, les ponía ropa limpia y ¡marchando!
-¿Es de leer, de series de televisión o de cine?
-De series de televisión. 'El cuento de la criada' la estoy viendo por segunda vez porque hay cosas que a la segunda se captan mejor. Además de ver 'Los Simpsons' toda la vida, siempre me han gustado los programas de medicina y ahora series como 'Doctor Alí'.
Me encantan las series de misterios sin resolver. Como son capítulos sueltos, cuando estoy aburrida me lo pongo y muchas veces la utilizo como somnífero porque tienen un hablar con un tono plano, que cierro los ojos y me sirve para dormir.
-¿Reyes Martí es cocinillas?
-Ya no soy tanto como era antes porque no tengo tanto tiempo, pero el fin de semana me gusta hacer algún plato más elaborado. Las paellas me salen espectaculares hechas con leña y tengo muchos platos que me salen bien, como los de caza, que a mí no me gustan pero los hago y se los comen otros.
-¿Qué virtud y qué defecto tiene?
-Tengo la virtud de que sé escuchar y me gusta que los de mi alrededor estén todos bien. Yo siempre intento ser el último mono de la compañía y ese es mi gran defecto también, porque si están todos bien, yo estoy bien. En el trabajo soy muy sufridora: hasta que no ha salido todo bien, lo paso muy mal, e incluso tengo insomnio.
-¿Le queda algún sueño que cumplir en el plano profesional?
-Yo no me esperaba llegar donde estamos. Para mí ya es un sueño. De ser una empresa pequeñita a estar exportando para mí es un gran reto, y si no pasa nada, la exportación va a más.
-¿Es más de playa o de montaña?
-Me encanta viajar. Antes de Navidad estuvimos en Disney y por más que tenía la rodilla a punto de operar, me hice 34 kilómetros en tres días. Pero es que después me fui a Budapest y en dos días me hice 30 kilómetros. También por trabajo he viajado mucho. Cuando salgo de casa, no es para estar acostada, me voy a ver sitios.
-¿Comparte esas aficiones con su marido?
-A veces chocamos. Él es cazador de caza mayor y a mí no me gusta ir de caza. Yo le respeto y él me respeta mis escapaditas de fin de semana. A veces voy con él, pero a veces voy sola. Era algo impensable hace 30 años pero las cosas han cambiado mucho en pocos años. Ya no estás dependiendo del marido; haces tu vida pero con el máximo respeto, porque en una pareja el 50 % es respeto.