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Roberto García: "La ultradependencia de las ayudas genera una gran fragilidad en las artes escénicas"

7/12/2022 - 

VALÈNCIA. Hace cinco años que Roberto García fue seleccionado como director adjunto de Artes Escénicas del Institut Valencià de Cultura (IVC), un cargo que renovó hace apenas unos meses. El proyecto con el que entonces accedió a la plaza hablaba de un contexto profesional “desalentador” y necesitado de “reanimación”. Cinco años después la fotografía del sector parece seguir siendo, por distintos o similares motivos, compleja. A la pandemia, que ha maniatado durante al menos dos años a compañías y salas, se suma una relación entre profesionales y administración pública que parece estar condenada a la bronca ¿El último conflicto? El que se refiere a los retrasos en las ayudas, que llevó a las distintas asociaciones a emitir un duro comunicado en el que describían la situación como “angustiosa”. Días después, el Teatro Principal de Alicante acogía una nueva edición de los Premios de las Artes Escénicas, marcados por un reivindicativo lema: ‘Res a celebrar’. En el horizonte está un 2023 en el que García espera sea el curso para estabilizar el calendario de ayudas, aunque no solo, pues también está en la agenda dar el impulso definitivo a un Dansa València y Espai LaGranja con renovada ambición. Para todo esto, eso sí, lanza un mensaje a quien quiera oír: se necesita personal. 

-El festival Cabanyal Íntim anunció el pasado viernes que bajaba la persiana por “falta de recursos”, una situación que califican de “insostenible”, ¿qué reflexión hace sobre esto?
-Es una noticia muy triste. Estamos hablando de un festival que tiene once años, que nació desde la base social de una problemática de barrio y nunca ha perdido esa raíz, siendo una ventana abierta a propuestas artísticas muy interesantes. Espero que sea una pausa transitoria y no un punto y final. Es un hecho dramático cuando sustentas todo tu proyecto en una subvención, unas ayudas que pueden llegar, no llegar, llegar tarde o con una dotación económica menor a la que esperabas. Esto sucede por dos motivos: primero, por la naturaleza de concurrencia competitiva de estas ayudas, no debemos olvidar que son subvenciones públicas, pero también por el hecho de que las carencias estructurales de la administración pueden ocasionar que se produzca una gestión deficiente de esas ayudas. 

-¿Qué puede hacer la administración para que esta situación que califican de "insostenible" deje de serlo? 
-Evidentemente la gestión de las ayudas debe ser mucho más efectiva, pero también es cierto que esa ultradependencia de las ayudas genera una gran fragilidad en el sector, porque si esa pata que es tan importante flaquea se derrumba todo. Yo animo a que hagamos una reflexión sobre cómo ser sostenibles, pero es difícil en el mundo de la cultura. También me gustaría aportar cosas positivas porque a veces el enfado, comprensible, nos impide hacer una reflexión más profunda. Estamos viviendo un año complicado, pero también ha sido un año importante. Este año se han reformado las ayudas de manera consensuada con las asociaciones profesionales, las cuales han hecho un trabajo admirable para unificar sus propuestas, a las que se han incluido otras ayudas interesantes como las ayudas bienales a salas y compañías o las ayudas a residencias escénicas. Podríamos decir que el sector es coautor de estas ayudas. Por eso ha sido un año importante, pero también es verdad que está siendo un año complicado porque estamos en diciembre y todavía no se han resuelto algunas de esas ayudas.

Foto: KIKE TABERNER.

-Hace unas semanas las asociaciones del sector emitían un comunicado al respecto en el que hablaban de una situación “angustiosa” por los retrasos de las ayudas, una crítica que no es aislada: a principios de año la queja venía de las emergentes.
-Espero y deseo que el año que viene todo esto se normalice. Creo que este es el año crítico pero también es el punto de inflexión. Es cierto que la crisis de los emergentes no se ha resuelto de una manera satisfactoria y yo entiendo y comparto la preocupación y entiendo el malestar de los profesionales hacia la gestión de unas ayudas que son absolutamente vitales para el sector. ¿Qué puede hacer el IVC? Primero, resolver la parte estructural de carencia de personal, problema que tiene el Institut Valencià de Cultura y, diría, todas las administraciones. Esto afecta a la operatividad. De verdad espero que lleguemos a buen puerto y que el año que viene todo salga en el calendario que toca y que la institución resuelva o refuerce determinados departamentos que son fundamentales, como es el de Ayudas, del que no soy responsable directamente aunque trato de mediar en la medida de los posible. 

"Estamos llegando a un momento crítico. determinados proyectos de política cultural chocan dramáticamente con una administración obsoleta"

-¿Con el plan de estabilización de plazas de interinos se resuelve los problemas de personal del IVC?
-Espero que sí. Aquí hay gente que lleva trabajando treinta años de manera temporal pero continuada. Esa estabilización de plazas es importante. Primero, para la calidad de vida de esas personas que han dedicado toda su vida a este trabajo. Segundo, para que se asiente y consolide la estructura y por lo tanto pueda ser más efectiva.

En este sentido, me gustaría hacer una reflexión. Pienso que sería interesante ver lo que se está haciendo en otros territorios, que está funcionando muy bien. Por ejemplo, en Catalunya existe el Instituto Catalán de Empresas Culturales, en las Islas Baleares el Insititut d’Estudis Baleàrics y en Madrid está el INAEM. Lo que hacen esas tres instituciones es, básicamente, dar subvenciones, promocionar la cultura e internacionalizar. Luego hay una serie de unidades artísticas autónomas e independientes, como el Teatre Nacional de Catalunya o el Principal de Mallorca, que se dedican a programar y producir. El IVC, con la mitad o menos del personal de esas otras instituciones, intenta dar subvenciones, asistir a ferias, coordinar un circuito, programar, producir, organizar festivales e investigar. Creo que nunca la expresión forzar la máquina ha sido tan adecuada. Estamos llegando a un momento crítico que determinados proyectos de política cultural chocan dramáticamente con una administración obsoleta y poco flexible, con unas carencias tremendas a nivel estructural. Incluso con la estabilización, que es necesaria. En una parte de la balanza están los propósitos que tenemos y en otra la maquinaría que tiene que posibilitarnos.

¿Se está haciendo más de lo que se puede?
-Clarísimamente, sí. 

-El proyecto con el que ganó la plaza de director adjunto, hace cinco años, comenzaba así: “La dirección adjunta nace en un contexto profesional desalentador. El sector escénico, ingresado en la UCI hace años, ha pasado de la respiración asistida a la para cardiorrespiratoria. Necesita con urgencia una acción de reanimación". ¿Es el contexto ahora mejor?
-Con todas las crisis, creo que sí ha habido mejoras en muchos aspectos. De hecho creo que el sector de las artes escénicas es uno de los sectores más dinámicos y activos que existen. En los últimos años, a excepción del parón de la pandemia, está viviendo un momento de efervescencia importante que va parejo al mundo de los grupos de música. Basta con repasar la cartelera para mirar la cantidad, calidad y diversidad de propuestas tanto en en salas pequeñas como grandes, teatros privados o públicos, así como festivales de todo tipo. Atentos, además, a la danza y al circo que viene muy fuerte.

Foto: KIKE TABERNER.

-Hablaba también de la anterior gestión del teatro público, en el que cabían los blockbusters que ahora quedan lejosEn estos años, ¿cree que se ha conseguido definir lo que es el proyecto de teatro público valenciano y se ha hecho entender al público?
-Sí, y además en este caso deberíamos hablar a nivel territorial. Si observamos el cambio de paradigma en la programación de Castellón o Alicante, creo que el público sí ha percibido una línea de programación de calidad, de altura y desde una perspectiva pública. Es el espacio que debemos ocupar complementariamente a otras ofertas de carácter privado o carácter comercial, que debe existir. Se trataba de asentar la marca de teatro público. No hay nada que inventar, es algo que existió, quizá en un pasado más remoto, y que existe en otras capitales. 

-El contexto puede cambiar en unos meses tras las elecciones, ¿teme que la visión en torno a la idea de teatro público vuelva a cambiar?
-Sinceramente, es tal la intensidad del trabajo del día a día que especular sobre lo que puede pasar o no puede pasar no es algo a lo que dedique mucho tiempo. Lo más honesto que podemos hacer es defender nuestro proyecto, creer en él, defenderlo y luchar por mejorar. 

"Espai lagranja Es uno de los proyectos más ilusionantes y con margen de más futuro que tenemos entre manos"

-Entre los proyectos que tiene entre manos está Espai LaGranja, que hace dos años estrenó dirección y, también, una renovada visión del proyecto, ¿cuál es la visión a futuro? 
-Es uno de los proyectos más ilusionantes y con margen de más futuro que tenemos entre manos. El hecho de que no sea un teatro de exhibición sino que sea un espacio investigación, de mediación y de formación lo convierte en un lugar muy interesantes desde muchos puntos de vista. Anteriormente a la dirección actual de Guillermo Arazo hubo una fase un tanto titubeante de tanteo, de pulsar hacia dónde podía ir el proyecto, pero yo creo que ahora está marcando una dirección muy interesante. Es muy interesante el trabajo codo con codo con el sector de cara a una cierta cogobernanza de ese espacio, el trabajo social de proximidad con Burjassot y con su Ayuntamiento... 

El problema de LaGranja en este momento, y desde hace tiempo, es que para que todo este proyecto se implemente hace falta una dotación de personal que ahora no existe, algo que me duele profundamente y que Guillermo Arazo vive en primera persona. Quiero pensar que la dirección general, la subdireccion de Gestión y la parte política son conscientes de lo importante de este proyecto. Además, es un espacio que está estableciendo sinergias con espacios hermanos a nivel nacional, con Madrid o Barcelona.

-También hace dos años llegó María José Mora a la dirección de Dansa València. Entonces habló de la necesidad de incrementar el apoyo a la industria y no solo centrarse en la exhibición, al go que se ha visto en este ultimo año. De hecho su proyecto plantea incluso la creación de una suerte de “feria”, ¿cabe en el caso de las artes escénicas?
-Sin duda, de hecho creo que Dansa València es un organismo que está desarrollando muchas caras. Está la parte más visible y circunscrita a un periodo concreto, que es la parte de festival, de exhibición, pero poco a poco ha ido cogiendo fuerza esa parte de motor de feria, de dinamizador de cara a las compañías. De hecho, María José Mora y yo hace poco fuimos a Madrid a reunirnos con el INAEM para buscar ese apoyo de cara a este lado de feria tan importante y necesario para el sector. Lo que nos encontramos fue un gran reconocimiento, Dansa València se ha posicionado como un espacio estratégico a nivel nacional, especialmente en esta ultima edición. Otra de las caras importantes que estamos desarrollando es ese proyecto más transversal que se alarga a lo largo del tiempo, por ejemplo uno de los proyectos concretos es ‘Impulsa la dansa’, un trabajo de estancias y de residencias en colaboración con casas de cultura y compañías, al que se hará un seguimiento durante todo el año. Miramos, por ejemplo, a Fira Tàrrega, que es un referente. Dansa València tiene un camino muy interesante a recorrer y muy necesario. 

Foto: KIKE TABERNER.

"El Circuit Cultural Valencià ha crecido cuantitativamente pero cualitativamente todavía hay mucho camino a recorrer"

-Otro de los proyectos importantes es el Circuit Cultural Valencià (CCV). Desde el sector se ha criticado la falta de compañías emergentes, siendo la más beneficiada en 2020 L’Horta Teatre, de la que usted formó parte durante 17 años. ¿Qué reflexión hace sobre su funcionamiento?
-El Circuit Cultural Valencià es competencia de la Dirección General directamente, aunque yo trato de influir de manera activa en ello. El CCV, que es heredero del antiguo circuito teatral, ha crecido cuantitativamente pero cualitativamente todavía hay mucho camino a recorrer. En general, los circuitos de programación, no solo aquí, tienden a ser excesivamente conservadores, quizá por el miedo de perder público. Pienso ahora en el programador de una localidad mediana o pequeña, que se enfrenta a la decisión de qué espectáculos programar. Creo que es muy de valorar las jornadas que hizo hace poco la secretaría autonómica de Cultura con programadores del Circuit. Se trata de que los programadores actualicen su modelo de gestión a la sociedad actual y pierdan el miedo a programar esas propuestas más emergentes, esos lenguajes menos convencionales. Tenemos que mejorar algunos mecanismo de coordinación para poder diversificar esa programación. 

-Uno de las iniciativas que incluía en el proyecto que el que accedió a la dirección adjunta fue la creación de un consejo asesor, ¿qué pasará con él?
-Era algo que incluso estaba en el proyecto de la Dirección General. Es cierto que yo di unos primeros pasos, incluso hablé con determinadas personas con nombres y apellidos e iniciamos algunas reuniones, pero también debo decir que me quedé un poco solo, porque lo lógico es que se hubiera creado un consejo asesor en las otras direcciones adjuntas o a nivel general. Con lo cual se quedó en stand by.

-Hablemos del trabajo en torno a los públicos, algo que siempre está presente pero especialmente tras la pandemia. De hecho, el nuevo plan estratégico de Cultura contempla la creación de un plan de públicos –que todavía no se ha presentado-, no sé si ha participado en él.
-Yo creo mucho en el trabajo de mediación. Dentro de ese trabajo de mediación hay proyectos concretos como Habitem el Rialto o los clubs de lectura que van muy encaminados a conectar a la ciudadanía con las artes escénicas, proyectos que se han conectado con chavales de instituto o amas de casa, no solo gente del sector. En el plan estratégico, en este sentido, es un elemento importante. Yo no he participado directamente en el diseño de ese plan, pero evidentemente está muy en sintonía con cosas que estamos haciendo. Sobre el público y la pandemia, es verdad que la pandemia ha podido generar un cambio de hábitos pero también creo que las artes en vivo se están recuperando más rápidamente que, por ejemplo, el cine. Hay camino por recorrer pero creo que estamos en la buena dirección. 

-¿Cuáles son los objetivos de futuro?
-El proyecto de futuro tiene mucho que ver con lo que se ha asentado. En estos casi seis años se ha producido un salto cualitativo y cuantitativo importante, que se refleja en casi treinta producciones públicas de teatro, danza, circo y artes de calle gestadas en los tres territorios, que han dado trabajo a centenares de intérpretes y creativos de varias generaciones, que han podido desarrollar su proyecto con total libertad, con especial énfasis en la igualdad de género y el valenciano. También se ha reflejado en el proyecto de mediación y en festivales como Dansa València, convirtiéndose en un referente indiscutible, por ejemplo. ¿Qué tenemos por delante? Hablo sobre todo de consolidar todo ese trabajo. Creo que Dansa València y Espai LaGranja tienen un margen de crecimiento muy importante. También he planteado crear un catálogo digital de artes escénicas valencianas como herramienta que pueda servir para internacionalizar el trabajo de las compañías.

Foto: KIKE TABERNER.

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