En este gran teatro que es la política nacional el escenario está lleno de personajes, que tras las elecciones del 23-J andan buscando no a su autor, como diría Pirandello, sino a aquél a quien unirse en alianza postelectoral. Cartas bocarriba tras el recuento de votos, y arañando las últimas esperanzas de un mísero escaño -que no le sirve en realidad para nada de nada-, los resultados del PP han distado mucho de lo que se las prometían sus líderes antes de las votaciones. Parece que se andaban repartiendo ministerios, como un crupier en el casino. Un error de Primaria, pues no hay que vender la piel del oso antes de haberlo cazado. Parecen novatos en esto de la política.
El PP de hoy ha de reflexionar acerca de por qué le cae tan mal a casi todos los demás partidos, que se han hecho los muertos cuando ha llegado el momento de los pactos. Errores del pasado, modos de gobernar, rodillo de la mayoría absoluta, corrupción a gran escala y más problemas, que a muchos electores se les han hecho bola a la hora de votarlos. No han llegado ni de lejos a los resultados que se esperaban. Creían que iban a arrasar, lo que da idea de su bisoñez ante un Sánchez que es un verdadero animal político, que se lo cree y acaba así haciendo creer a los demás y movilizando el voto. Si hoy Sánchez está con sus maniobras de prestidigitador, es porque se metió a la rubia en el bolsillo, presentándola en el debate como a su segunda, y atrayendo con ello el voto de los que estaban desencantados. Muchos creyeron que, a través de un voto fuerte de izquierdas se iba a quitar así de en medio a los indepes, ya neutralizada Montero con sus ideas legislativas de bombero-torero -secundadas por Sánchez, claro, aunque se las haya ingeniado para echarle todas las culpas de los errores compartidos por ambos. El nuevo gobierno, caso de prosperar Puigdemont mediante, va a acabar pareciendo el camarote de los hermanos Marx. “¡Y dos huevos duros!”, como diría el genial Groucho. Lo de que esté todo en manos del prófugo es ya para que nos dé un tabardillo. Poco serio, no: impresentable.
Lo cierto es que se han cargado entre unos y otros a Ciudadanos, -para empezar, su propio padre, Rivera-, pero el PP ni aun así ha sido capaz de recoger el voto de los huérfanos de este partido. Tampoco ha surgido por el centro político una alternativa al estilo de Yolanda Díaz con Podemos, que atrajera a los votantes descontentos, especialmente a los que no estuvieran dispuestos a votar a un PP demasiado cercano a Vox, aunque durante la campaña huyera de la foto juntos. No creo que el lanzarse en plancha a pactar con Vox, acción que fue emprendida por el líder del PP de la Comunitat Valenciana, Mazón, fuera estratégicamente inteligente, de cara a las Generales, ¡si en Murcia siguen dándole vueltas a la investidura! ¿Qué prisas había para cerrar un acuerdo en una semana y quedar como el partido muy de derechas, que a muchos votantes indecisos era precisamente lo que no les gustaba del PP? Tendrían que haber hecho como Barcala con las obras que han reventado Alicante tras su reelección y que mantuvo bien calladitas hasta ese momento: primero, ganar las Generales y después hacer los pactos que fueran necesarios.
Feijóo quedó como un cobarde al no acudir al debate a cuatro de TVE, y de chico bueno de pueblo ha pasado a ser un pan sin sal, que no termina de convencer ni a los suyos. En estas condiciones, ¿cómo iba a ganar las Generales? Los gritos de “¡Ayuso, Ayuso!” proferidos por sus votantes la noche electoral son muestra de ello.
Cierto es que el dúo Barbie y Ken, encarnado por Yolanda Díaz y Sánchez y sabiamente diseminado por las redes sociales, les daba un aire más fresco y actual que el de Feijóo y Abascal. Perezón. La peli de Barbie se ha hecho famosa y es un truño de marca mayor, pero la publicidad lo es todo en esta era de la fatuidad y las apariencias y en el tema del marketing Sánchez es el número uno.
El líder de Vox va de sobrado por la vida y así le fue en las elecciones, en las que se ha pegado un castañazo en toda regla, con una pérdida de diputados que sugiere que algo va francamente mal en esta formación. Se lo tendrían que mirar y revisar de paso el discurso antifeminista, entre otras cosas, que hoy no es tolerable ni se le perdona a un partido que, ya de entrada, no puede evitar el olor a naftalina.
Así las cosas, los partidos deben tomarse más en serio lo de la paridad, tiene que haber más mujeres como candidatas a la presidencia del Gobierno. Mujeres sensatas y preparadas, que hay unas cuantas.
El otoño va a estar movidito y ya me veo a Sánchez tomando posesión. A los que no les convenza, que lo vayan asumiendo. Esto son lentejas, si quieres, las tomas y si no se te quedan frías para la cena.