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Sara Portela: "Tenemos que pensar más allá de musealizar los espacios patrimoniales"

14/04/2024 - 

VALÈNCIA. Aunque todavía quedan algunos meses para la inauguración oficial de la sexta edición de Open House València, el festival de arquitectura ya calienta motores estos días con el primer gran encuentro de profesionales y un avance de la programación de 2024. "Buscamos convertirnos en una plataforma permanente de divulgación". Esta fue la declaración de intenciones de Sara Portela, directora del festival, durante el acto de presentación celebrado esta semana en La Nau. Y en esas están. Con un proyecto que entrelaza conceptos como arte, cultura y patrimonio buscan poner en valor una arquitectura que vemos, habitamos y sobre la que opinamos y debatimos apasionadamente, aunque también puede ser una gran desconocida.

- ¿En qué punto está la marca Open House en València?
- Creo que estamos en un punto muy interesante. Este es un proyecto que ha tenido un crecimiento orgánico, muy poco a poco. Es un proyecto participativo que se produce gracias a la colaboración entre todas las personas que contribuyen, desde los estudios de arquitectura que enseñan sus obras, las instituciones que apoyan la iniciativa, los colaboradores, las empresas y especialmente los voluntarios. La idea original, que es abrir edificios con visitas guiadas para la ciudadanía y hacer rutas temáticas por la ciudad, ha evolucionado en estos cinco años hasta pasar a prácticamente un mes y medio de contenidos. Vemos un interés creciente, tanto por parte de la población como de los profesionales, por lo que creamos el Open Meeting

- La arquitectura y el urbanismo son algunos de los temas que generan debates más apasionados entre la ciudadanía, en la gestión local... ¿cómo ve esta relación entre la visión externa y la realidad profesional? 
- Nuestro objetivo principal es acercar la arquitectura a la ciudadanía. Esto es importante en dos sentidos. Está el interés cultural, el amor por el arte, por el diseño, pero luego también, si nos paramos a pensar, al final la arquitectura es todo lo que nos envuelve. Nosotros habitamos la arquitectura todos los días, desde nuestra casa, nuestra oficina, desde el urbanismo de las calles. Vivimos dentro de la arquitectura, la experimentamos, la sentimos, pero no siempre entendemos el concepto que ha dado origen a ese resultado que nos trae. Uno de los puntos fuertes del proyecto es que los propios arquitectos puedan explicar en primera persona sus diseños a la ciudadanía para ayudarles a comprender ese proceso que ellos viven todos los días. Es importante generar esa conciencia sobre la arquitectura y sobre el urbanismo.

Foto: KIKE TABERNER.

- Cada año Open House pone el foco en el patrimonio industrial. En València tenemos casos recientes de recuperación como Bombas Gens pero también varias cuentas pendientes, como La Ceramo, ¿ha sido el patito feo de la arquitectura?
Yo creo que el patrimonio industrial está en una popularidad creciente, la gente empieza a valorarlo. Lo podría comparar quizás con el patrimonio histórico. Hasta hace un par de siglos no había una conciencia sobre la restauración, una disciplina que empezó a desarrollarse en el siglo XIX. Antes la gente iba a hacer una reforma y tiraba una iglesia, tiraba unas ruinas romanas y no se prestaba atención a ese legado. Podríamos decir que estamos en un términos similares con el patrimonio industrial, aunque obviamente con una conciencia mucho mayor. Tenemos un ejemplo claro en la ciudad, con muchísimas chimeneas industriales que están protegidas, que forman parte y configuran los entornos urbanos. Hay otros ejemplos muy interesantes como, en Barcelona, el caso de la antigua fábrica de Estrella Damm, que ha sido rehabilitada y que ofrece un entorno diferente a lo que sería ir a un centro cultural de nueva creación. También podríamos hablar de antiguas bodegas Vinival, que se puede englobar dentro del patrimonio industrial, y fue el edificio más visitado del festival el año pasado. 

- ¿Qué retos tiene por delante el patrimonio industrial? 
- Esta pregunta tiene un doble revés, porque al final se mezcla con los intereses de la expansión de la ciudad. Podríamos compararlo en este caso con la huerta. Igual que hay un problema entre la conservación de la huerta y la expansión de la ciudad, muchas veces en el patrimonio industrial, tanto en el que está en puntos más céntricos como el que está en el área metropolitana, entra en conflicto con esos procesos de hacer más vivienda, urbanizar, etc. Quizá ese sería el punto crítico que hay que salvar. Creo que siempre hay que tener una postura dialogante y tratar de encontrar un punto intermedio. 

Por ejemplo, por volver al caso de las antiguas bodegas Vinival. Ahí ahora mismo hay un proyecto residencial y hay una cierta disparidad con el punto de vista de algunos vecinos, que proponen derribarlas, algo que me parece totalmente fuera de lugar por su valor arquitectónico y patrimonial. Es importante generar mesas de debate, participación... generar conciencia sobre ese valor y ver que no son incompatiblesHay que pensar también en los cambios de uso y en las posibilidades que tienen los espacios ya construidos para albergar otros usos diferentes a los que fueron concebidos.

Foto: KIKE TABERNER.

- En gran medida ahí entran los usos culturales.. 
- En gran medida, pero creo que tienen que ser flexibles. Tenemos que pensar más allá de musealizar los espacios. No podemos tomar todos los edificios patrimoniales y convertirlos en museos porque al final eso no funciona. Un museo tiene que tener un elevado estándar de calidad. Hay muchos más temas culturales que son susceptibles de tener lugar en esos espacios, desde mesas redondas hasta distintas actividades, talleres participativos, experiencias con realidad virtual, etc. La clave es que seamos creativos. Esto se ve muy bien en la nueva propuesta de Bombas Games, que han sabido adaptarse a las nuevas tendencias.

- ¿Es importante generar un 'star system' valenciano de la arquitectura? 
-Creo que más que hablar de nombres propios, tenemos que hablar de colectivo y de comunidad. Por ejemplo, una cuenta pendiente que tenemos es hablar del Cabanyal, donde vamos a intentar que haya una ruta este año. Está claro que ha habido arquitectos de mucho renombre que tienen que recordarse, que se tienen que poner en valor, pero del mismo modo tenemos que hablar de los barrios y tenemos que hablar de la evolución urbana.

-Podríamos hablar durante horas del Cabanyal, ¿qué nos dice su caso de hacia dónde camina València?
- El caso del Cabanyal es muy complejo por distintas razones socioculturales y políticas. Y al final, por resumir un poco la situación, el barrio ha estado muy degradado. Ahora se ha empezado a reestructurar, a mejorar la organización de las calles. Hay muchas viviendas que están siendo adquiridas y rehabilitadas, tanto por gente de aquí como por mucho capital extranjero que está entrando, lo cual hay que tener cuidado con qué va a pasar con los precios. Es un tema muy candente. Hay que poner el foco en cuidar mucho ese barrio para ver qué queremos que pase en él. Recientemente se ha inaugurado el Escorxador y hay diferentes obras públicas en los alrededores que están dotando de vida al Cabanyal. Es importante cuidarlo para evitar que la gentrificación se produzca a otro nivel porque, ¿qué queremos?¿que sean todo pisos turísticos?¿que viva gente allí de la ciudad? Tenemos que cuidarlo.

Foto: KIKE TABERNER.

-También está, especialmente con las redes sociales, la arquitectura como plató, como postal. Hay casos como la Muralla Roja de Bofill, que tiene el título de "más instagrameado", ¿se puede morir de éxito? 
- Pues claro que puede morir de éxito. Por eso decía que hay que poner especial cuidado y atención. Si hablamos de Espai Verd, uno de los edificios más populares de nuestro festival, cuando surgió generó muchísimo rechazo en la ciudad. Tanto en el ámbito profesional, como en el ámbito social, la gente no entendía el proyecto. Fue muy criticado. En un momento en el que no había ni siquiera tecnología para el cálculo estructural de esas estructuras tan brutalistas. En el momento fue muy criticado y luego, cuando han pasado unos años, resulta que se han convertido en iconos. Resulta que son los edificios más populares de la ciudad y los que todo el mundo quiere conocer. Por tanto, hay una controversia muy grande entre el origen y cómo se percibe cuando pasan los años.

- ¿Qué edificio o proyecto existente nos habla más de hacia dónde tiene que caminar València?
-El Parque Central. Es un logro que ha costado más de 30 años conseguir, pero que es un indicativo de dónde tenía que ir la ciudad. Es un proyecto que consiste en cerrar un espacio de vías que impide la apropiación de la ciudadanía de ese espacio, convirtiéndolo en una zona verde, sin dejar de dar el servicio de los trenes, que es evidentemente muy importante. El proyecto habla de sostenibilidad, de espacios verdes y, al final, impacta en la calidad de vida de las personas. Y eso es lo que tenemos que conseguir con la arquitectura.

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