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¿Se acabó la fiesta de 'Nostradamus' Alvise?

28/09/2024 - 

Nostradamus era lo que podríamos llamar un asesor político del Renacimiento. En lugar de dar consejo a los poderosos para luego poder decir, si las cosas iban bien, que iban bien gracias a él, y si iban mal era por culpa de los políticos, que no habían entendido o no habían aplicado correctamente sus enseñanzas, Nostradamus se dedicó a publicar escritos con carácter supuestamente profético. Dicho carácter profético se lo daba, sobre todo, la lógica del horóscopo: el autor publicaba sentencias característicamente vagas y la interpretación contemporánea o posterior creía lo que quería creer. La cosa funcionó bastante bien hasta más o menos los años noventa, cuando el boticario francés estaba muy en boga y era reivindicado por vendedores de crecepelos que afirman que "Nostradamus ya lo predijo" a propósito de cualquier acontecimiento que podamos pensar. Luego el mundo no finalizó en 1999 (como Nostradamus había predicho) y fue paulatinamente sustituido por los dibujos animados de Los Simpsons como gran futurólogo de cabecera del público.

Pues bien: recientemente ha surgido en España otra figura atrabilaria que realiza predicciones: Alvise Pérez, el agitador ultra que ha conseguido crear un movimiento político, "Se Acabó La Fiesta", a partir de la movilización de su público en las redes sociales, especialmente su canal de Telegram. Sin embargo, las predicciones de Alvise resultaban bastante más claras que las de Nostradamus: Alvise anunciaba una nueva era en la que saldrían a la luz los excesos de los políticos, sus corruptelas, sus chiringuitos y sus pasteleos. Y no sólo eso: Alvise, además de hacer predicciones, ha puesto las bases para hacerlas realidad sin pérdida de tiempo.

Así, Alvise ha desplegado con eficacia su lucha contra la corrupción por la vía de enfangarse con empresarios turbios que montan estafas piramidales y especulan con criptomonedas para venderse como activo político y de influencer por 100.000€. El empresario, acosado por las consecuencias judiciales de su estafa piramidal, ha decidido sacar el ventilador y ha inculpado a Alvise con todo lujo de detalles y gran despliegue de pruebas, audios incriminatorios incluidos, que muestran cómo el líder de "Se Acabó La Fiesta" no dudaba en venderse, en todos los aspectos, por los mencionados 100.000 euros.

Para Alvise, en resumen, la corrupción es objeto y principio motor de su acción política: se corrompe para así mejor denunciar la corrupción, con conocimiento de causa de primera mano. Llámenme Nostradamus, pero, conociendo la trayectoria previa de Alvise, que haya salido este escándalo a la luz, tan pronto, con claridad tan obscena, y con consecuencias legales para el personaje tan clamorosamente obvias, es algo que se veía venir. Porque su trayectoria pública, primero como agitador y ahora como político supuestamente antipolítico, ha estado trufada de polémicas, escándalos y actuaciones que vulneraban la legalidad.

De hecho, como hasta ahora le ha ido bien, Alvise no sólo no ha hecho mutis por el foro o ha mantenido un perfil bajo respecto de su estelar actuación con el empresario de las criptomonedas, sino que -también previsible dado el carácter del personaje- ha decidido salir al ataque, aceptando y, de hecho, reivindicando su delito: si él no paga a Hacienda es, precisamente, porque así impide que el monstruo estatal de corrupción pueda engordar más y más y así corromper a otros. Mucho mejor, en cambio, quedarse él ese dinero, y así los corruptos no se salen con la suya. Una narrativa digna de Robin Hood.

Esta historia, en suma, encarna en sus rasgos generales el corto recorrido que tendrá Alvise en la política española: no sólo por el escándalo en sí y por cómo deja al supuesto paladín contra la corrupción (que esto, la verdad, tampoco es que tuviera mucha credibilidad, aun sin escándalo de por medio), sino porque muestra que tampoco es que el personaje haya sido agraciado con una habilidad política maquiavélica ni una lucidez deslumbrante.

Y, desde luego, no se trata de que "Se Acabó la Fiesta" tuviera un potencial electoral ilimitado, una vez pasado el momento de gloria de las Elecciones Europeas (mucho más adecuadas para emprender este tipo de aventuras, por diversas razones). Una formación de aluvión, con un público electoral circunscrito a un segmento de edad específico, fundamentalmente hombres, difícilmente podría consolidarse en unas Elecciones Generales, y menos aún Autonómicas y Municipales, para las cuales carecerá por completo de estructura y cuadros de partido. Sin embargo, sí que podía servir para detraer algunos votos de las arcas de PP y sobre todo de Vox, dividiendo el voto de las derechas y reduciendo así su botín en escaños. Que se acabe la fiesta de Alvise, como parece probable que suceda, es una magnífica noticia para el PP y, consecuentemente, un elemento más de preocupación para Pedro Sánchez.

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