La semana pasada, cuando salió el barómetro del CIS correspondiente al mes de septiembre, me apresuré a verlo con curiosidad. No por la intención de voto o por ver qué nuevo récord de escaños le atribuía a Sánchez su compadre Tezanos; curiosidad por los apartados que recogen, detrás de los titulares y las hipérboles tezanitas, la forma cómo perciben los ciudadanos nuestro trabajo, el de sus representantes públicos.
Nadie se va a sorprender, ni descubro nada nuevo si digo que los españoles califican la labor de sus políticos como una castaña, y que suspenden sus acciones, sus dejaciones y sus actuaciones. Con la mano en el corazón, no queda otra que darle la razón al pueblo, porque, aunque existen honrosas excepciones, la clase dirigente vuelve a anteponer sus intereses a los problemas de los ciudadanos. Una vez más, pero esta vez, más grave, por la pandemia que aún colea y la crisis económica y social que se ha desencadenado sobre nuestras cabezas.
Es cierto, como decía, que algunos irreductibles seguimos en la línea del servicio público, la búsqueda de acuerdos y la política útil, pero este trabajo deviene cada vez más heroico y más quijotesco. Cuando queda media legislatura para seguir aplicando los programas que, supuestamente, los partidos proponen para mejorar la vida de las personas, PSOE y PP han renunciado a tomar decisiones para ponerse en modo campaña electoral, con la consiguiente agresividad, parálisis y redoble de promesas.
El PP, por ejemplo, es experto en prometer desde la oposición lo que se negó a hacer desde el Gobierno. ¿Y qué decir del PSOE? Cuando están en el Gobierno, como, en este caso, en España y en la Comunitat Valenciana, demuestran que el poder no es para ellos un medio con el que transformar el país y el bienestar de los ciudadanos, sino un fin en sí mismo. No quieren el poder para ayudar, sino para utilizarlo con dos objetivos: mantenerlo y aumentarlo. Estas actitudes, como persona que ha venido a la política a servir en un proyecto surgido de la sociedad civil, me sonroja, me produce sarpullido y me causa estupor.
Pero no es cosa menor ni de poco orgullo negarse a participar de esta comedia egoísta y taimada y seguir trabajando, día y noche, contra viento y marea, por lo que nos pagan. Nuestro patrimonio es una conciencia tranquila.
Podréis decirme -y con razón- que el CIS está manipulado, cocinado y digerido, pero hay algo de verdad donde no llega la mano de Tezanos: en las preguntas directas que los encuestadores hacen a los entrevistados, ante las que no cabe interpretación y ante las que, entendemos, los ciudadanos no mienten.
La citada encuesta sitúa, en la pregunta número 16, como principales problemas de los ciudadanos –tras el paro, la crisis económica y la pandemia Covid-19, como es obvio, algo que también contribuye a dar credibilidad a esta pregunta en concreto– “los problemas políticos en general”, “el mal comportamiento de los políticos”, “la falta de acuerdos políticos”, “la inestabilidad política” y “lo que hacen los partidos políticos”. Tiene tela.
Tanto a nivel nacional como en la Comunitat Valenciana, pretenden tenernos más preocupados –distraídos- en cuándo serán las próximas elecciones que en solucionar los problemas de las próximas generaciones. El PP de Casado prefiere heredar el desastre antes que intentar evitarlo y dice que tiene un Consejo de Ministros en la sombra para gestionar la ruina. Por cierto, esto del gobierno en la sombra también lo tenía Illa para Cataluña: ¿saben si se ha presentado ya a la investidura? El mismo ruido y las mismas nueces, el teatrillo, la farsa, el postureo que pretende enmascarar y rentabilizar la ausencia de trabajo, pero que, por lo que se ve, no engaña a los ciudadanos. Afortunadamente.
De sentarse a buscar vías de diálogo con otras fuerzas políticas, pactar asuntos de Estado o proponer reformas que garanticen soluciones constitucionalistas, de eso ni hablan. Pero llenan la Comunitat Valenciana de vallas publicitarias para dar a conocer a su candidato Mazón como si de una campaña electoral se tratara.
Esto es un insulto a los ciudadanos. Quedan dos años de trabajo, pero los políticos se dedican a desperdiciar el 50% del tiempo para el que nos contrató la ciudadanía redoblando promesas para la próxima legislatura, que, ésa sí, va a ser la buena. Es una burbuja, un timo piramidal, el mismo engaño circular de los separatistas que siguen proponiendo el referéndum del referéndum.
Es absolutamente lamentable que, cuando empezamos a ver la luz tras una dramática pandemia sanitaria, con unas consecuencias económicas atroces para la ciudadanía, la única solución que le demos a los ciudadanos sean otras elecciones ¿en serio?
La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, lo ha explicado muy bien con una metáfora: tenemos que hacer pasar lo antes posible un ingente chorro de millones que vienen de Europa por la tubería, estrecha, de las administraciones y lo que estos señores proponen es cerrar el grifo unos meses para tener elecciones anticipadas. ¿Hay alguien ahí?