VALÈNCIA. Uno de los motivos más frecuentes de recesión son los periodos de política monetaria restrictiva. Es lo que al menos muestra una estadística de 75 periodos de recesión de los países del grupo G-7 desde 1960. No sorprende, por tanto, que en el contexto económico actual -con un elevado y tenaz nivel de inflación y una notable presión al alza de salarios en el mercado laboral-, se hable de una amenaza muy concreta.
La probabilidad de concreción se sitúa en un 50% y la prueba de fuego la tendremos probablemente durante el inicio del último trimestre del año, cuando se publicarán los datos económicos del periodo estival, que tradicionalmente son de menor actividad económica en gran parte del planeta. Si la referencia histórica es Estados Unidos, y me temo que lo es, lo cierto es que según las estadísticas una espiral alcista en los tipos de interés solo logró evitar el fenómeno en tres ocasiones sobre diez. No se trataría en este caso de un dato muy optimista de cara a la situación presente.
Además, vivimos actualmente un patrón típico que suele preceder a un periodo de fuerte contracción económica como son los tipos de interés reprimidos al inicio de un cambio hacia una política monetaria restrictiva en combinación con alta inflación. Otro patrón muy significativo es un fuerte crecimiento en la concesión de créditos en los años precedentes al periodo de inicio de subida de tipos. El entorno actual parece clavado al primer patrón. Nos salva por ahora el buen estado del mercado laboral en las economías de peso, con tasas de desempleo históricamente bajas y unos salarios crecientes que todavía dan cierto soporte al consumo.
Por lo contrario, tenemos también signos que dejan entrever que se acercan tiempos de 'vacas flacas': las condiciones de financiación están empeorando y el sentimiento del consumidor a nivel global apunta hacia abajo. A todo ello se suma que la curva de tipos en Estados Unidos se ha invertido. Esto significa que la deuda norteamericana a corto plazo es más rentable que a largo. La teoría económica dice que en una situación normal prestar a largo plazo debería ser más rentable que hacerlo a corto. En este sentido nos encontramos en una situación anormal.
Desde un punto de vista empresarial, una desaceleración económica trae consigo olas de despido, insolvencias, caídas en venta y menores beneficios. Los mercados financieros anticipan este escenario y es lo que hemos visto en el comportamiento bursátil desde principios de año. Las caídas reflejadas descuentan una recesión en la frontera entra una suave y una profunda. Esto significa que probablemente, en caso de empeorar los datos económicos durante los meses de verano, todavía no hayamos visto el suelo en las cotizaciones bursátiles.
Lo que estamos viendo es que las perspectivas con respecto a los beneficios empresariales no se han ido ajustando y tienden a ser tal vez demasiado optimistas a día de hoy. Solo en Europa, en las ultimas cinco recesiones los ingresos se hundieron un 30% de media. En Estados Unidos históricamente aguantaron algo mejor los 'chaparrones'. Pero aún allí, las expectativas a simple vista parecen demasiado optimistas.
En paralelo al comportamiento de los tipos de interés reales, se ha producido un ajuste en las valoraciones bursátiles, lo que ha reducido el PER del índice S&P 500 por debajo de 20 puntos frente a niveles por encima de 30 con los que se cerró el ejercicio anterior. El PER nos indica cuántas veces se está pagando el beneficio neto anual de una empresa determinada al comprar una de sus acciones en su precio actual. Un PER bajo se interpreta como que los beneficios o su crecimiento se va a frenar, o también que la cotización está infravalorada con respecto a futuros periodos de expansión económica.
Ahora mismo todos los escenarios económicos siguen abiertos y ojalá supiéramos hacia dónde nos dirigimos. Echar una mirada atrás en la historia siempre ayuda a valorar mejor situaciones complejas como la actual. Tengamos en cuenta sobre todo que contracciones económicas también ofrecen oportunidades, y la actitud de inversores y empresarios debe ser poner el foco en ellas.
Christian Dürr es socio director de ETICA Patrimonios EAF