Mecano es el grupo más importante de la historia del pop español. Sus canciones fueron himnos para una generación. Ana Torroja y los hermanos Cano arrasarían si volviesen a tocar, pero se trata sólo de un sueño
Cada día me cuesta más levantarme porque sé lo que me voy a encontrar en el trabajo. Si por mí fuera me quedaría todo el día en la cama, el lugar más confortable del mundo. Por fin he alcanzado a comprender a gente como Onetti, que tenía el pijama como uniforme de gala y el dormitorio como único patria aceptable.
De los pocos sueños que me quedan, uno de ellos es ser un encamado, como aquellos conocidos y familiares de los que habla José Manuel Caballero Bonald en Tiempo de guerras perdidas, sus memorias. Limitar el perímetro de tu existencia a las dimensiones de un catre. El modo más seguro de vivir. Todas las desgracias le llegan al hombre —recordaba Pascal— porque se empeña en salir de casa.
Viene todo esto a cuento (o puede que no venga a cuento, no estoy seguro) al recordar que el primer éxito de Mecano fue Hoy no me puedo levantar, publicado nada menos que en 1981. El motivo para no levantarse de la cama no era tanto el pesimismo existencial de un hombre maduro como la resaca de la juerga del sábado noche. ¿Recordáis? Me duelen las piernas, me duelen los brazos, me duelen los ojos, me duelen las manos… Tengo la cabeza para reventar… Es la resaca del champán…
Hay muy pocos grupos de los ochenta de los que uno sea capaz de tararear sus letras. Quién no se sabe de memoria Cruz de navajas, Me cuesta tanto olvidarte, Ay, qué pesado, Hijos de la luna, El 7 de septiembre o Me colé en una fiesta. Mecano fue la banda pop que más discos vendió en aquella década. Se calculan cerca de veinte millones de copias vendidas en todo el mundo. En Francia fue número uno, durante ocho semanas seguidas, con Mujer contra mujer.
Mecano, formado por tres niños bien (los hermanos Cano y Ana, nieta del prestigioso ingeniero Eduardo Torroja), fue etiquetado como tecno para pijos, o pop lacoste. Pero luego demostraron que eran mucho más que el último producto comercial de CBS, su primera discográfica. Porque los hermanos Cano, apoyados en la voz carismática de Ana, se revelaron como grandes compositores de melodías y letras con las que se identificaban los jóvenes de mi generación. Representaban la modernidad y la ilusión de un país que creía en el futuro. Sus canciones siguen sonando en las emisoras y conservan la frescura original. Si Mecano volviese (amagó con ello en 1998) reventarían la taquilla. Pero esto no sucederá.
Puedo presumir de haber conocido a José María y Nacho Cano y Ana Torroja. Yo dirigía un fanzine musical. En compañía de unos amigos los abordé antes de un concierto en la Feria de Albacete. Escogimos un mal día porque acababan de verse implicados en un accidente. José María —que iba para cantautor antes de formar Mecano— estaba nervioso. Fue maleducado con nosotros, pobres gacetilleros. Su hermano y Ana lo calmaron, y pudimos hacer la entrevista. Entonces todo era más sencillo que ahora: no tenías que saltar por encima de una multitud de intermediarios para acceder a una estrella. 
He vuelto a ver el video de Hoy no me puedo levantar, emitido en TVE. ¡Qué jóvenes y delgados eran, éramos todos! Los chicos parecían sacados de un casting de imitadores de Simon Le Bon y Marc Almond. Iban de la estética de los nuevos románticos: mechas rubias, labios pintados y colorete en las mejillas.
Dicen que la unión hace la fuerza, y será verdad porque los componentes de Mecano no han alcanzado el mismo éxito por separado. José María, después de componer óperas, dejó la música y hoy se refugia en la pintura. Ana sigue con su carrera en solitario. Quizá el que haya tenido más éxito sea Nacho, productor y director de musicales como Malinche, en el que recuerda a la amante indígena de Hernán Cortés. Recientemente la armó al atreverse a defender el Imperio español. Aquí hay que comulgar con la leyenda negra inventada por los ingleses y holandeses para desacreditarnos. Si no lo haces, eres un apestado. Sólo por eso, por llevarle la contraria a la Belarra y los intelectuales orgánicos del Régimen, pienso ir a ver Malinche si algún día se estrena en València. Y ya veré cómo me las arreglo para pedirle a Nacho que me dedique el vinilo de Descanso dominical, una joya musical. "A Javier, un fan de Mecano…".
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