Domingo noche. Sigo, desde hace unas horas, el recuento de las Elecciones en Castilla-León, transitando por varios canales y diales, donde, salvo excepciones, los comentarios se concentran, y algunos ensañan, en diseccionar al Partido Popular.
No soy imparcial, vaya por delante. Pero me sorprende tanto exégeta pesimista, más cerca del ‘vudú’ que de la politología, respecto al vencedor de las elecciones. Y no escuchar, sin embargo, a socialistas ‘valientes’ y tertulianos afines, certificando el fracaso de Pedro Sánchez. Menos aún pidiendo su dimisión.
Porque les voy a contar una cosa: es probable que no hayan oído realmente, en todo su auténtico alcance, que el PSOE de Sánchez ha perdido las elecciones.
Que ha perdido 7 escaños respecto a las de 2019 en que fue el partido más votado.
Que ha perdido a pesar de las trampas del elefantiásico aparato de Moncloa y sus satélites, utilizado a conveniencia y sin escrúpulos, bien regando en plena campaña a Castilla y León con fondos europeos (o decir que regará, que ahora ya veremos), bien falseando la demoscopia, para influir en las percepciones de voto, con troleras y trileras encuestas del CIS, a cuyo presidente Tezanos aun no se ha exigido tampoco la dimisión.
Quizá tampoco le han recordado a Ud., o al menos no bastante, que éste es ya el enésimo batacazo del ‘Sanchismo’. Porque el PSOE, bajo su dirección cesarista, ha perdido en Galicia, también en Andalucía, como en Madrid y ahora en Castilla-León. En varias de esas Comunidades como tercera fuerza política. Y quien pierde tanto, y ya tantas veces, es un perdedor.
El cambio de ciclo que esa sucesión muestra, permite aventurar, que el PSOE de Sánchez -con sus comanditas- seguirá cayendo, y fracasando, en próximas citas con las urnas. Pongamos que en Andalucía. Y en la Comunidad Valenciana.
Porque, además, en las dos últimas elecciones, los Populares han obtenido más escaños que la suma de PSOE y Unidas Podemos. Nota: auge fulgurante, y ocaso a la primera, de su lideresa Yolanda Díaz, que dice hacer “cosas chulísimas”, pero ha caído estrepitosamente en estas elecciones.
E incluso añadiendo a Cs, que ya no suma aunque hace como que no lo sabe, penando el error doloso de buscar atajos a su caída libre, mediante mociones de censura interesadas y de ejecución chapuza.
Se exige al PP que no admita votos de otros, mientras el gobierno Sánchez depende de la UTE con ERC, la CUP o Bildu, dando incluso estatus de interlocutor, como hemos sabido, al sanguinario ‘Kubati’. Y se hacen además cuentas facilonas, olvidando que hay 7 escaños, los de Soria, León y Ávila, que atomizan el parlamento, pero aún está por ver si apoyan, o permiten, la investidura del Presidente del partido más votado. Geometría variable, lo llaman, aunque únicamente para ellos.
Solo les pido que piensen algo, para terminar: cómo estaría celebrando Sánchez, y sus terminales mediáticos, si hubiera ganado las elecciones en Castilla y León con 31 escaños, sumando más votos que el centro derecha y pudiendo gobernar. Y cómo estaría exigiendo cabezas a los demás.
El Sanchismo vuela en Falcon. Ostensiblemente. Innecesariamente. Inoportunamente. Vanidad de vanidades. Pero en caída libre y sin combustible, porque Sánchez es ya un perdedor. Por varias y sucesivas veces. Y lo será en las próximas. Aunque nadie le diga -aún- que cayó.