VALÈNCIA. Las bajas de Ricky Rubio y Lorenzo Brown han trastocado todos los planes de España para este Mundial 2023 de Filipinas, Indonesia y Japón. Pero si hay algo que caracteriza a este grupo, a 'La Familia', es precisamente eso, que la fuerza reside en la suma de todas las individualidades, algo que junto a la sabiduría de Sergio Scariolo, la experiencia previa del Eurobasket y la mezcla perfecta de veteranía y juventud pueden volver a ser los factores determinantes de una sorpresa. Otra más de esta generación de oro que parece no tener fin.
España es la actual campeona del Mundo y de Europa y, por tanto, se ha ganado el derecho a ser considerada como candidata a levantar el entorchado mundialista. Y eso que jugadores como Rudy Fernández o el propio Scariolo se han encargado de rebajar la euforia, conscientes de la dificultad y exigencia del reto que tienen por delante.
Pero ni si quiera las notables bajas y la juventud e inexperiencia de algunos jugadores que tendrán que ser protagonistas pueden relevar a España de esa atalaya, porque este grupo ya ha demostrado varias veces que nunca hay que darle por muerto. Y los rivales lo saben.
Quizá el motivo principal sea el seleccionador, un virtuoso en la planificación técnico-táctica del equipo y un maravilloso gestor de vestuario que ha conseguido que su mensaje cale hondo sean cuáles sean los jugadores. La filosofía de 'La Familia' está clara.
Pero es que además, ante un problema tan serio como la baja de Rubio Y Brown, España ha sabido corregir su juego en esta fase de preparación y competir de tú a tú a la gran favorita, Estados Unidos. Y lo mejor es que, pese a todo el revuelo suscitado, da la sensación de que todavía se puede mejorar.
Solo quedan cuatro campeones del mundo de 2019 en la lista definitiva de 12 jugadores: son Rudy, Llull y los Hernangómez. Pero son varios más los que levantaron el Europeo del año pasado, por ejemplo, con actuaciones estelares como la de Alberto Díaz.
Una lista a la que, además, hay que sumar la frescura de dos grandes promesas como Santi Aldama y Juan Núñez; y uno ya más asentado en la dinámica nacional como Usman Garuba.
El primero, ala-pívot de los Memphis Grizzlies, es un talento incombustible que parece haber jugado con los veteranos durante los últimos años. Calidad y desparpajo a partes iguales cerca del aro.
El segundo, base del Ratiopharm Ulm, ha aceptado con la naturalidad de quien se sabe preparado, pese a su precocidad, para recoger el testigo de todo el MVP del pasado Mundial y demostrar su valía, con creces, en los partidos preparatorios ante Estados Unidos y Eslovenia, con dos actuaciones que tranquilizaron tanto a la opinión pública como al propio seleccionador.
Otro joven que ya está más que rodado en esto de las grandes citas es Usman Garuba, que llega al sudeste asiático con ganas de demostrar su nivel en un momento muy complicado, justo cuando los Oklahoma City Thunders le han cortado.
Pese a todo, a la buena sintonía del grupo, a los precedentes positivos a los que se puede agarrar y a la gran composición del grupo, España tiene su mayor debilidad en la posición del base.
Rubio y Brown estaban destinados a ser los 'play-maker' de la selección, pero sus bajas han dejado el hueco libre a dos jugadores que tendrán que ponerse en sus botas.
Juan Núñez ha aceptado el reto sin paliativos y Alberto Díaz ya ha estado en esa piel. Y lo hizo a lo grande, tumbando todas las puertas posibles y disipando cualquier duda sobre su figura. El problema esta vez es que llega al evento tocado. El de Unicaja entró en la lista final con dudas y tras un examen médico que, eso sí, descartó cualquier tipo de lesión grave.
España está ya lista para comenzar una nueva aventura en el sudeste asiático. Llega con un contratiempo en la posición de base, pero con experiencia, unión y talento, mezcla más que suficiente para empezar sin titubeos.