El prime time ha perdido un tercio de espectadores en España durante los últimos diez años. La televisión tradicional tiene un público cada vez menor y cada vez más envejecido. Sin embargo, esto no se traduce en una oferta mejor. A medida que las OTT como Netflix y Amazon le ganan la partida a los operadores tradicionales, también suben sus precios, introducen publicidad, vuelven al capítulo por semana y presionan los precios de los proveedores a la baja
VALÈNCIA. Hemos vivido décadas en torno a un mueble y, desde hace quince años, desde que el Smartphone llevó Internet a todo el mundo, -hasta entonces el ordenador de mesa seguía siendo una barrera para muchos usuarios- los hábitos de consumo de información y ficción están cambiando completamente en todo el mundo. La mayor prueba es el declive de la televisión tradicional.
El informe de Barlovento sobre el comportamiento de los espectadores en 2023 ha traído datos llamativos. El más importante, el prime time de la televisión tradicional. Los espectadores que están entre las 22:15 y 22:30 pegados a la pantalla, en 2013 fueron 18,2 millones. El año pasado, 13,6. Una pérdida de un tercio en una década.
Hay que tener en cuenta que todo esto ocurre en un contexto en el que la edad media del espectador ha pasado de 48 a 58 años en uno de los países que, además, más rápido envejece de Europa. En el reparto de esta audiencia, Antena 3 tiene a los jóvenes de 13 a 24 años y a los maduros, de 45 a 64, y los mayores de 65. Telecinco solo gana en los adultos de 25 a 44 años, liderando en lugares tan dispares como Canarias y el País Vasco.
En cuanto a las emisiones más vistas del año, los nueve primeros puestos los copan retransmisiones deportivas. La décima y la undécima van para Eurovisión, pero en los dieciocho siguientes puestos, hasta el 30, todo son deportes menos un Pasapalabra (15), las Campanadas (17), El Hormiguero (27), el debate electoral del 23J (28) y un informativo de Antena 3 (29). Todos los deportes son de La1, menos el Mundialito, de Telecinco, que es la 30 más vista.
En las últimas décadas, el dominio del deporte siempre ha sido abrumador, pero antes se podía ver alguna serie, como Águila Roja, La que se avecina, El Príncipe o alguna película, como Misión Imposible.
El resumen es simple. La televisión es un medio que pierde importancia y su público cada vez es más reducido y más mayor. Hay que tener en cuenta que la televisión configuró nuestra sociedad. La forma en la que vestíamos, hablábamos, nuestras aspiraciones sociales… buena parte de nuestra mentalidad la engendraba ese monstruo. Evidentemente, se retroalimentaba con los intereses de la audiencia, no hay más que ver la evolución del célebre programa Crónicas Marcianas para entenderlo. La TV era un reflejo de la sociedad.
De cara al futuro, el dossier de Barlovento citaba el informe de Kantar Media Trends & Predictions 2024. Los analistas de la multinacional apuestan por un streaming con publicidad, lo que es gracioso, porque supone la televisión de siempre por otros medios, pero hay algo más. La Inteligencia Artificial irrumpirá para cambiar los modelos de negocio.
Esto es algo de lo que se ha hablado hasta en la renovación de los contratos de emisiones de la NBA. Se avanza hacia un modelo que pueda poner precio a cada minuto de televisión. La idea es muy jugosa de cara a poder afinar aún más la publicidad y sus targets, pero lo mismo que se hablará de minutos de oro millonarios, no pocos contenidos tendrán valor cercanos a cero. Algo que ya saben bien los entusiastas que intentan monetizar los contenidos que suben a YouTube.
Esta es la parte más jugosa de todo lo que estamos comentando, porque, como ya han experimentado los guionistas estadounidenses, lo que le está sucediendo al entretenimiento con pantallas es una uberización a gran escala. Las OTT conquistan el mercado y, una vez posicionadas, con los operadores tradicionales sobreviviendo a duras penas con un público residual, pasan a empujar a la baja a los proveedores. Es el milagro de la innovación de Silicon Valley y, sencillamente, nos está ocurriendo en todos los hábitos de la vida. En los medios, las grietas más preocupantes son, por ejemplo, las que podemos ver en la BBC, la sacrosanta referencia. Y entretanto, resulta que la modernización era acabar con publicidad y volver al capítulo por semana. Ahora en Catalunya, por ejemplo, hay una pluralidad informativa y editorial importante con La1, TV3, Telecinco, Antena 3 y La Sexta. Si en diez años acaban sepultadas por Netflix, Apple y Amazon, la pluralidad vendrá de un solo lugar: Silicon Valley.
Pero la dominación del sector es de las OTT. La más poderosa es Netflix, que llega en España a 9,4 millones de hogares y 21,6 millones de público potencial. Le sigue Amazon, con 7,4 y 16,5, Disney, 4,4 y 9,9, y HBO, 4 y 8,8. Para encontrar algo diferenciado hay que irse al décimo puesto, donde está filmin, con 0,6 millones de hogares y 1,1 de público potencial, una desigualdad considerable.
La amenaza no puede estar más clara: una televisión más cara y dominada por menos centros de poder. Eso sí, sobre una sopa de miles o millones de ofertas de contenidos baratos o amateur para una extraordinaria e inabarcable fragmentación de las audiencias. Del mismo modo, en las redes sociales la tendencia también es a que se imponga el poder del dinero con modelos de negocio híbridos cuyo éxito ya se está viendo en X, donde, en el mejor de los casos, se favorece la difusión del odio, la boutade y, para competir con Tik Tok, vídeos chorra.
Notorio también es el palo que el informe le da al Metaverso. La verdad es que hay muchos contenidos de televisión que ofrecidos como Realidad Virtual pueden ser interesantes. Por ejemplo, asistir a una entrevista sentado en la misma mesa en la que esta tiene lugar, puede merecer el engorro de ponerse las gafas en la cabeza. También, todo lo que tenga que ver con los deportes. Ver la repetición de un gol en 3D desde el punto de vista del que lo ha metido puede dar mucho de sí. Sin embargo, como advierte Zuckerberg, esto será a largo plazo.
No sabemos qué nos deparará el futuro, pero está claro que la ficción ya no está en manos de los operadores locales, que han desistido de competir en ese terreno con las OTT. Iremos viendo qué más se va cayendo del sector tradicional y en qué queda. También veremos si se pincha la burbuja de Netflix, Apple TV y Amazon, si las tradicionales pueden desembarcar con éxito en el streaming y jugar también a este juego. Todavía no está claro que haya un operador take-it-all, pero si algo es inequívoco es que la tele hoy es más cara.