Desde los primeros discípulos a los últimos “sorollistas” Culturplaza repasa el legado artístico de Joaquín Sorolla Bastida, que ahora cobra un nuevo significado a través de tres proyectos valencianos que capturan algunas de sus esencias clave: el encuadre fotográfico, la energía del mar, su luz propia y la cotidianidad
VALÈNCIA. ¿Es posible imitar la pincelada de Sorolla? No son pocos los que lo han intentado y, también, los que se han inspirado en su manera de acercarse al trazo. De Sorolla queda en la memoria su acercamiento a la luz, el mar y las escenas cotidianas, aunque no solo, una carrera marcada por una manera única de pintar. Para el director del Museu de Belles Arts de València, Pablo López Tornel, Sorolla era también un referente que tocaba todos los géneros, y que pudo “generar una marca” reconocible en todo el mundo: “Era un superdotado de lo plástico, se le daba todo bien, absorbía como una esponja y creaba siempre algo que no se parecía a lo anterior... Realmente se le llamaba "luminista", porque no había por donde cogerle”, explica.
Ese trazo único ha hecho que a lo largo de la historia muchos le tuvieran como referente, y que su legado artístico siga vivo en la actualidad, a través de distintos proyecto que pasan por la fotografía, la música y, también, la pintura. Tres de ellos se reúnen hoy con el pintor en este texto: Carmen Mas, directora de la Orquesta Filarmónica Martín i Soler de Valencia presenta un programa musical inspirado en el mar, que se puede ver y escuchar a la vez gracias a los ensayos en La Marina; Carles Belda, estudioso de la técnica de Sorolla, reimagina la maratón de Nueva York y la pinta con València de fondo, y finalmente el fotógrafo Raúl Tornero capta la luz y la cotidianidad en el encuadre fotográfico que tanto diferenciaba la obra del pintor.
Para comprender las técnicas de Sorolla hay que viajar al siglo XIX y XX. Fue el pintor valenciano que pintó la modernidad, su carácter mediterráneo le hizo destacar por usar un “colorido brillante” y por su espectacular manejo de la luz. También fue el principal artista valenciano de su tiempo e inspiró a muchos que vinieron tras él, todo ello lo explica Tornel, quien toma la palabra a partir de las siguientes líneas para contar la historia del pintor: Para comenzar cabe distinguir entre discípulos directos del pintor, tales como José Mongrell, por ejemplo y los pintores sorollistas, influenciados por su obra: Francisco Pons Arnau, María Sorolla, Julio Vila Prades… Todos ellos, contemporáneos y discípulos, buscaban inspirarse en su obra y han podido darse la mano con el pintor valenciano en los mismos muros del Museu Belles Arts. Explica Tornel que entre todos ellos persiste la idea de conseguir imitar esa pincelada tan característica del pintor que hablaba de luz, mar, cotidianidad y “costumbrismo a la valenciana”, ese que él crea junto “a los estereotipos valencianos” y que trasciende, triunfa e inspira a los demás.
Y comienza el desfile de aquellos que le tuvieron como referente: José Pinazo, hijo de Pinazo, se acabó pareciendo más a Sorolla que a su propio padre, cuenta Tornel, entre su obra la que más similitud encuentra es la de Floreal, que según el experto “es más estereotipada que la obra de Sorolla si cabe”. Otro de los factores a imitar son los del retrato, la manera en la que tiene el pintor de capturar las sonrisas y los gestos es la que distingue su arte. Se inspira en esta forma de capturarlo todo José Mongrell, y esto se puede ver en su retrato de Elena Caravia con sombrilla, que tiene un estilo de lo más “sorollista” y se baña por la luz natural: “Al final lo que hacen otros artistas es percibir esos trazos únicos que le distinguen, e intentar imitarlo de alguna manera en la que se perciba el mismo estilo”.
Tras la luz intentaba ir también Francisco Pons Arnau, quien a diferencia de perseguir un estilo tan “luminista” se limitaba a observar los reflejos naturales sobre la obra. Cuenta Tornel que esa forma que tenía de pintar la luz realmente era inimitable, pero que muchos intentaban capturar algo tan efímero como él. Lo mismo sucedía con el mar, su discípulo directo José Mongrell intentaba imitar las escenas de pescadores en la playa, fijándose en aspectos como el enfoque “hacia el mar y no al revés”, como solía hacerlo el maestro: “Lo que hace Sorolla es romper con la idea del horizonte infinito, y él sabe pintar el reflejo, la luz y las ondas. Eso realmente es muy difícil de imitar”, reflexiona Tornel, "no le tenía miedo al horizonte infinito tras las olas".
A su vez la conversación lleva de forma inevitable a la cuestión del encuadre, pintores como Julio Vila Prades buscaban pintar el costumbrismo con un encuadre similar a la fotografía, gran competencia de la pintura de caballete: “La gente puede elegir entre hacerse una fotografía o un retrato, pero él mezcla de alguna manera ambas artes. Emplea encuadres que son típicos de fotografía, y empieza a introducir elementos como cortar una pierna, por ejemplo, algo que parecía imposible en la pintura”.
Un concierto para ponerle música al mar
Carmen Mas, directora de la Orquesta Filarmónica Martín i Soler de Valencia plantea junto a su banda un trabajo en el que el mar y la percepción del pintor lo hacen todo. Ella misma confiesa ser una gran enamorada de Sorolla, y le parecía un muy buen homenaje poder reinterpretar a través de la música y el arte. Para ello genera partituras que se asemejan más bien "a un oleaje", y logra de esta manera celebrar el patrimonio valenciano a través de un concierto, en el que se invita a los asistentes a que puedan pintar los paisajes de Sorolla mientras escuchan la música: “Al final lo que hacemos es utilizar el patrimonio valenciano y formar lo bueno que tenemos,”, explica orgullosa, “también mezclamos a la sociedad con el mar, en un ensayo abierto en el que hablamos a través de la música, con el sonido se inspira la gente para poder dibujar mientras tanto”, explica.
“La obra de Sorolla aún sigue latente, y esta es una forma de acercar su trabajo a la sociedad y hacer que siga siendo actual”, cuenta, para ello lo que hace es trasladarse a su época, donde la música estaba en pleno auge, y el contexto musical se empleaba para inspirarse: “Ponemos en común el color, el mar y la pintura de alguna manera". Ahora lo que buscan es mezclar textos con la música y con la pintura de Sorolla y la música, para poder hablar del pintor. "No murió, su obra sigue vive con nosotros, para mantenerla tenemos que darle vida en la actualidad”, cuenta sobre el planteamiento de futuras actividades de este tipo.
Retratar la maratón de València como si se tratase de la de Nueva York
Lo que hace Carles Belda es encapsular la maratón de València como si se tratara de aquella que pintó Sorolla de Nueva York, para ello se pidió a su equipo que capturara imágenes cotidianas de la maratón y que la pintaran a su estilo: “Buscábamos imitar su técnica, como si él hubiera pintado la maratón de València. Para ello lo que hicimos fue buscar los elementos significativos de la maratón e inspirarnos”, fueron al Museo Sorolla a pintar los cuadros, pudiendo contar de esta forma constantemente con la información del pintor a través de lo que veían: “Intentamos ponernos en su piel y pintar sus cuadros, al fin y al cabo es estudiarlo y ver lo que hacía. Seguir sus pasos técnicos es algo increíble y a la vez muy enigmático”.
Belda aprende de Sorolla que todos sus estudios de volumen y de academia le permitieron hacer una obra excelente, sin su base académica era difícil “desde ojos contemporáneos” copiarle: “Es como que vemos el dedo pero no hacia donde apunta. Era moderno pero estudiaba todo del siglo XIX, y al final trasladarse a ese momento es difícil sin acabar haciendo una caricatura”. A pesar de la dificultad del proyecto lo que Belda consigue es, a través de su estudio intenso de la pintura del siglo XIX, salirse de los ganchos de color y ver más allá: “Más que copiar es aprender sobre lo que él ve, y conseguir trabajar como lo hace”
Cotidianidad y el encuadre fotográfico
La inspiración de Raúl Tornero viene de la admiración completa de Sorolla, quien le llama a querer transformar lo que hace: “Me parece un pintor muy único que tiene una mirada muy clave de su arte, es fácil que quieras inspirarte en él”. Retratar la luz, las sombras y los escenarios cotidianos es lo que a Raúl le llama de cara a darle una forma artística al costumbrismo, y ello lo representa en su proyecto de fotografía, donde le da una nueva vida a estas escenas. En su fotografía intenta sutilmente representar las obras que pinta en la playa, los de La hora del baño, capta la esencia y la lleva a su terreno, para ello rescata elementos clave: sábanas blancas, tejidos al viento y demás elementos que al final cuentan la historia más allá del flash.
“La pincelada suelta permite que cuando te alejes se formen caras, cuerpos e historias. Siento que su técnica es muy compleja y no intento imitar, porque es imposible, pero es un llamado de inspiración para mi”, comenta. También considera que el pintor supo poner la mirada en esas cosas del día que merecía la pena captar, ahí estaba la clave. Ahora a Raúl le toca generar ese tipo de escenas y esperar a que le parezcan de lo más naturales. A su vez considera que el encuadre fotográfico y estilo de Sorolla es lo que le cautiva de cara a representarlo a través de la fotografía: “Siento que es como cuando vas de pequeño con tu familia a grabarles en la playa, solo por estrenar una cámara nueva, me da esa ilusión”, una sensación que le lleva a romantizar el escenario valenciano desde su cotidianidad más absoluta: “A veces he sentido como si el cuadro estuviera en movimiento y cuando lo miro se quedara parado”, y eso mismo busca con sus imágenes.
El Año Sorolla clausura sus actividades en València con una gran exposición en Fundación Bancaja en la que la emoción une el trazo del pintor y el relato de Manuel Vicent