Una de las ideas de la reciente edición de Forinvest la expuso el CEO de Startup Valencia, Nacho Mas, en la mesa que tuve la fortuna de moderar. Vino a decir que las startups se están cansando de llamar a la puerta de las corporates, las empresas medianas y grandes, de la Comunitat Valenciana, de insistir en que conozcan su propuesta de valor. No les queda más remedio que mirar hacia los ecosistemas de innovación de otros territorios, más permeables a las nuevas ideas, muchas de ellas basadas en la digitalización, ante los problemas para entrar en el nuestro. Es el mundo al revés.
Jaime Esteban, exdirector general de Angels Capital y fundador de la consultora SpeedOut, también presente en la mesa de Forinvest, presentaba un caso elocuente en la misma línea: junto a una compañía llevó a cabo un proceso de selección de empresas punteras en una tecnología. Finalmente reunieron un listado en el que aparecían las diez mejores que habían conseguido localizar en todo el mundo. La primera de ellas, la mejor, era valenciana. La tenían al lado de casa y no la conocían.
Algo pasa en nuestro proceso de innovación, marcadamente top-down y con tendencia a quedar encallado en las empresas de tamaño medio y no avanzar. Cuesta mirar y abrirse a la colaboración con el tejido startup. Con un componente añadido quizás: esa propensión a centrarnos más en la innovación de producto, orientada al consumidor final, que en la innovación de procesos, más vinculada a la industria 4.0
Esta última requiere aplanar el territorio esquinado de las empresas y para ello resulta imprescindible realizar el esfuerzo más difícil de todos, el de revisar la cultura empresarial. Eso explicaría que alguna gran corporación nuestra haya esperado hasta ahora para empezar a poner en orden sus aplicaciones internas. Son varios centenares ya.
Las grandes compañías españolas han reaccionado muy recientemente a la carrera por la captación del talento y el liderazgo tecnológico. Se acaba de presentar el fondo Andrómeda, con 300 millones de euros para invertir en scaleups de sostenibilidad. Participan Iberdrola, Nortia Capital y Seaya Ventures. Pero tiene truco. Un tercio de ese dinero procede del fondo Next Tech del ICO, lo cual se vende como un gran salto del sector público, pero no deja de ser una forma llamativa de incentivar la actividad inversora de una empresa del Ibex.
No es el único caso: nada menos que Telefónica y BBVA han unido fuerzas para lanzar un fondo que pretende impulsar, lo mismo, el ecosistema de scaleups español. Se llama Leadwind y parte con unos fondos de 140 millones de euros, aunque espera llegar a los 250 millones. La gestora es K Fund y, ¿adivinan?, en efecto, a los gigantes del Ibex les acompaña el inversor institucional Axis-ICO, a través de la iniciativa Fond ICO Next Tech.
Esto también es el mundo al revés, que tenga que ser el sector público el que asuma parte del riesgo de nuestras grandes corporaciones, las mismas que se benefician de operar en sectores regulados por el BOE. En 10 años, la Fundación Repsol ha inyectado 10 millones de euros en startups a través de su Fondo de Emprendedores, que en octubre arrancará su undécima edición. El proyecto Next47 de Siemens proyectaba invertir 1.100 millones de euros en cinco años cuando nació, en 2016. Son distintas percepciones del riesgo.
Hace poco pregunté a la CEO de MyEnergymap, Pilar de Lara, cómo había conseguido abrirse hueco entre las empresas industriales frente a sus grandes competidores multinacionales. Solía coincidir que, en aquellos casos en los que una compañía había apostado por ellos para hacer seguimiento en tiempo real de su huella de carbono, el encargado de tomar la decisión había sido un ingeniero y no una persona de negocio.
El principal mercado de MyEnergymap es hoy en día el sector azulejero, uno de los ecosistemas más permeables a la innovación no ya de la Comunitat Valenciana sino de todo el país. Empresas ágiles como Mas Ingenieros son capaces de introducir también sistemas de automatización inteligente y gestión unificada de la información en esta industria tan castigada por los incrementos de costes. Es posible competir con “esa empresa de ERP de tres letras”, expresión de uso común en el ámbito tecnológico ligado a la industria. Hay que creérselo.