Empezamos un nuevo curso y a las noticias alentadoras que llegan desde el área sanitaria, por la consecución del objetivo del 70 % de la población vacunada contra la covid-19, y desde el sector turístico, con una temporada mucho mejor de la esperada para dar aire a nuestra maltrecha economía, hemos de sumar una que viene a darnos síndrome postvacacional.
Tras los meses de julio y agosto en los que hemos asistido a la escalada imparable del precio de la electricidad, el mes de septiembre comienza sumando nuevos máximos históricos. Y lo peor es saber que se trata de una progresiva alza de precios de la energía que parece no tener fin. Ante esa subida, que además parte de unos costes eléctricos más elevados en España que en el resto de los países europeos, las empresas de la Comunidad Valenciana, como las del resto del país, alzan la voz de alarma.
En estos momentos, la industria valenciana paga hasta el doble de luz que hace un año y ve cómo se desploma la competitividad de sus productos, pero también las contrataciones. En algunos casos, incluso, está en juego su propia viabilidad en un escenario en el que la mayoría aún no se ha recuperado del golpe de la pandemia. Desde las grandes industrias a los comercios y la hostelería, pasando por los autónomos, no hay un sector que se libre de estas subidas que han llegado de manera imprevista.
Pedro Sánchez ha prometido ahora que cuando acabe 2021 se habrá pagado de luz lo mismo que en 2018, y ojalá fuera capaz de cumplir su palabra, porque sería bueno para España, pero soy profundamente escéptica. El mercado mayorista de electricidad en 2018 cerró a 57,29 €/MWh, sin embargo, en lo que va de año y teniendo en cuenta lo que prevé el mercado de futuros, 2021 apunta a más de 100 €/MWh. Mucho habrá que recortar en el componente regulado de la factura para compensar esa enorme alza y las medidas propuestas hasta ahora por el Gobierno (Fondo Nacional de Sostenibilidad del Sistema Eléctrico y minoración de retribución de hidráulica, nuclear y renovable antigua) tendrán efectos sobre todo a medio y largo plazo. Hacen falta reformas urgentes y que aborden la escalada de precios del mercado mayorista.
El encarecimiento de los productos y la pérdida de competitividad frente a otros países con unos costes energéticos mejor controlados resultan especialmente graves en un contexto de incipiente reactivación económica tras la crisis causada por la covid-19. El riesgo de cierre o deslocalización de empresas es algo que debería quitar el sueño a los gobiernos nacional y valenciano, pero por desgracia este no parece ser el caso.
Desde Cs vamos a seguir actuando con propuestas que consigan abaratar de una vez la factura a los hogares, familias, autónomos, negocios y comercios de toda España.
Necesitamos medidas a corto plazo, para aliviar la factura de familias, pymes y autónomos asfixiados por esta subida. Por eso propusimos ya en enero la rebaja del IVA, a la que el Gobierno no accedió hasta junio para tapar los indultos, y defendemos ahora prorrogar esa rebaja al año que viene.
Sin embargo, medidas como estas no son suficientes y, de cara al medio y largo plazo, proponemos una reforma integral de la tarifa eléctrica, del modelo de fijación de precios del mercado y un mix energético seguro y sostenible. Un trabajo complejo que deberá hacerse con una Mesa de Estado por la Energía.
Los españoles y los valencianos merecen sentir que sus gobiernos se preocupan por ellos. Y eso solo se consigue con hechos, con políticas, y no con promesas vacías.