VALÈNCIA. El avance del teletrabajo a raíz de la pandemia es innegable. Mientras para algunos se ha convertido en una herramienta imprescindible para la conciliación, otros lo ven como una modalidad que ahorra costes a la empresa; e incluso hay empleados que prefieren la interacción personal y laboral que se produce por la presencialidad en su puesto de trabajo. Las ventajas e inconvenientes van aflorando y concretándose conforme avanza esta particularidad, y por ello resulta interesante asomarse a las conclusiones de dos estudios realizados por la Universitat de València en colaboración con el Servicio Público de Empleo y Formación de la Comunitat Valenciana (Labora) realizados el pasado año y cuyas conclusiones avanzó el secretario autonómico de Empleo, Enric Nomdedéu, algunas semanas atrás.
Profundizando en estos estudios, 'El teletrabajo en la Comunitat' y 'El trabajo en plataformas digitales', dirigidos por el profesor de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universitat de València, Adrián Todolí, y el catedrático de Psicología Social, José María Peiró, se aprecia cuál es la situación del teletrabajo en la Comunitat Valenciana y también se adivinan cuestiones en las que queda mucho por avanzar. El informe, basado en una encuesta realizada a 2.023 personas de entre 16 y 65 años en la Comunitat Valenciana, muestra que un 29,5% teletrabajan y el 93% de ellos lo hace en su propio domicilio.
El primer estudio responde a una queja que, a buen seguro, el lector habrá sentido en sus propias carnes o escuchado alguna vez a amigos o familiares que teletrabajan. ¿Quién pone el equipo? El sondeo refleja que el 51% de las personas que se encuentran en esta modalidad aportan ellos mismos el ordenador portátil. Llama la atención que sea incluso mayor en el sector público (74,2%) donde los trabajadores utilizan sus soportes informáticos personales. En la empresa privada, esta cifra se queda en un 39,5% y, dentro de ese grupo, se observa una diferencia entre la pequeña y mediana empresa (60,8%) y las grandes empresas (47%). Este porcentaje en líneas generales se incrementa si hablamos de un ordenador de mesa: el 74% de los teletrabajadores asegura tener que aportarlo él mismo.
Algo más avanzada y equilibrada está la cuestión respecto al teléfono móvil y la línea de teléfono. Un 47,8% de los individuos señala que aportan ellos mismos este recurso y un 48,6% que lo hace la empresa. En este caso, las personas que señalan que comparten los gastos de móvil con la empresa son un 3,6%. Por tanto, vemos que las empresas suelen hacerse cargo de este recurso en mayor medida que los anteriores. De nuevo aquí hay diferencias entre el sector público y el privado: un 65,3% de teletrabajadores en la pública lo aporta ellos frente al 41,4% de los que trabajan en el sector privado.
Un aspecto que apenas se tiene en cuenta por las empresas es el que se refiere al mobiliario necesario para ejercer su labor, como una mesa de trabajo o una silla adecuada. En este caso, el 94% y el 89% de los encuestados respectivamente señalan que esos recursos han sido aportados por ellos mismos.
Otro aspecto interesante del estudio es quién decide la opción de teletrabajar. Un tercio de las personas que pasaron a situación de teletrabajo lo hicieron a iniciativa de la empresa (ocurrió más en la privada 36% que en la pública, 27%), mientras que un 48% lo hicieron de mutuo acuerdo y un 18% de los empleados lo puso en práctica por iniciativa propia.
Por otro lado, uno de los agujeros que, según las cifras del informe, se evidencia de la situación del teletrabajo en la Comunitat Valenciana es la minoritaria formalización por escrito de de esta modalidad laboral.
Así, las personas que, efectivamente, han firmado un acuerdo de teletrabajo con su empresa son poco más de una de cada cuatro (un 27,9%). En cambio, las que no han firmado ningún acuerdo de este tipo son mayoría, exactamente un 66,8%. Además, y así lo subraya el estudio, un "poco desdeñable 5,2%" de las personas desconoce si ha firmado este acuerdo. En este sentido, las personas que teletrabajan en empresas de menos de 50 trabajadores han firmado este contrato significativamente menos que los demás (tan solo un 17,5% dice haberlo suscrito).
Tampoco hay costumbre todavía por parte de las empresas de abonar los gastos corrientes derivados del teletrabajo. Parece baladí, pero no lo es tanto si se hace la cuenta de horas de electricidad (aire acondicionado, calefacción, luz...) que un empleado puede llegar a utilizar en su casa al no estar desempeñando su labor en la empresa. Una gran mayoría (80,0%) de las personas que teletrabajan afirma que la empresa no le abona esos gastos, mientras que un 9% responde que sí se los pagan mientras que un 10,8% señala que lo hacen de forma parcial. En este caso, el informe subraya que las empresas del sector público abonan los gastos corrientes "significativamente menos" que las del sector privado.
Otro punto negro, al menos todavía, para los teletrabajadores valencianos según esta encuesta es el de la desconexión digital. El estudio muestra interés por conocer si la empresa dispone de un protocolo para asegurar que sus trabajadores descansan sin intromisiones laborales. "El 59,4% considera que su empresa no cuenta con un protocolo de desconexión digital, siendo significativamente mayor este porcentaje en las pequeñas empresas respecto de las grandes empresas", refleja el informe.
De la misma manera, a juicio de los directores del estudio, el teletrabajo "plantea riesgos psicosociales específicos que han de ser evaluados". "Un 62.7% de las personas que teletrabajan considera que su empresa no ha realizado una valoración correcta de los riesgos laborales", reza el informe.
Otra cuestión que resulta de interés para los investigadores es el control de las personas que teletrabajan. En esta línea, se pregunta a los encuestados si las empresas monitorizan la actividad de sus empleados utilizando medios tecnológicos.
Aquí se produce otra clara distinción entre la empresa pública y la privada que puede inducir a cierta preocupación si se de medir el rendimiento se trata, dado que un 67,6% de los teletrabajadores de la Administración niegan que se produzca una monitorización de su trabajo, mientras que en las empresas privadas ese porcentaje es de un 40,1%. Además, también se producen porcentajes reseñables sobre los trabajadores que no son informados sobre si son monitorizados ni tampoco sobre las conclusiones extraídas de ese seguimiento si es que se ha realizado.
Otro aspecto interesante del estudio desmonta en cierta medida la flexibilidad que se atribuye al teletrabajo. El 60,4% de los valencianos usuarios de esta modalidad y que están empleados por cuenta ajena asegura que no elige libremente sus días ni horarios para trabajar.