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el muro / OPINIÓN

Terror dogmático

Foto: ROBER SOLSONA/EP
30/04/2023 - 

Vaya con la muchachada política. Se nos van de vacaciones electorales durante meses, pero nos dejan demasiados asuntos sin resolver. Son meros publicistas. Sólo les interesa el ruido en Redes Sociales.

A partir de hora, esto es desde el 1 de mayo, nos van a bombardear con promesas, cromos y falsas realidades como algunos/as ya vienen haciendo desde hace semanas. El que no promete un libro, nos garantiza más autobuses y hasta gafas de sol, ladrillos, helados o cargadores de móviles. Sólo les faltan bonos para juguetes eróticos o panquemaos y muchos árboles que nunca se podan.

Todo sea por un voto. Es lo que tiene intentar convencer a una sociedad que ya no se cree nada después de lo mucho que ha visto a uno y otro lado del tapete político. Pero si atendemos a las realidades que nos dejan, pongamos por caso, en el área de cultura municipal o más concretamente en el Palau de la Música de Valencia, lo que se queda es un panorama arruinado de consecuencias imprevisibles. El que llegue tendrá que afrontar como pueda lo que recibe. O sea, un escenario digno de pasar a los anales de la historia sobre lo que no se debe de hacer y muchos han tolerado con un silencio cómplice.

Con los músicos soliviantados, el Comité de Empresa en pie de guerra, sin fecha fija de reapertura del auditorio ni proyecto clarificado para su nueva o futura realidad, la Banda Municipal de la ciudad con los cuchillos entre los dientes-qué manía con la banda desde el PP a Compromís- y lo peor sin visos de que nada vaya a cambiar porque no hay nada de lo que hablar, habrá que empezar nuevo curso. Espero que todo cambie porque en todos estos años no se han hecho los deberes. Y eso que han tenido cuatro años por delante para reorganizar una situación dantesca y hasta diría que imposible de entender en uno de los escenarios que fue buque insignia de la cultura local y hoy no pinta apenas nada ni tampoco se le espera. Es más de lo mismo. Para eso no hacía falta cambiar cromos.  

El exterior del Palau de la Música en obras, a 18 de enero de 2023. Foto: ROBER SOLSONA/EP

Mira que han tenido tiempo para reordenar y hasta dinero suficiente para que entre el Palau de la Música y Les Arts se sentaran y rediseñaran competencias, objetivos, prioridades y territorios. En resumen, que eso de la supuesta coordinación entre instituciones para abaratar gastos ha sido un espejismo tal que cuando llegue el/la siguiente va a tener que solucionar problemas a la carrera si es que realmente le interesa o le preocupa una realidad social y cultural que ya no tiene nada que ver con la de hace cuatro años. Vamos, de locos. Porque continuar con lo que ya hemos visto es como para ponernos a temblar; una gestión más que cuestionable desde nuestro ayuntamiento.

Una de las primeras colaboraciones que publiqué en estas páginas hace ya muchos años, coincidiendo con el cambio de gobierno local, estaba dedicada a reflexionar sobre la necesidad de que nuestras instituciones se pusieran de acuerdo para redefinir un nuevo mapa cultural de la ciudad después de veinte años de rodillo conservador. Era sutil en mis comentarios. Creía. Pero nada de eso ha ocurrido. Continuamos observando que los territorios se consideran “propios”, pese a que las áreas estén en manos de un mismo partido.

El Palau de la Música, con eso de que no tenía sede ya que ni se vigiló en lustros antes y después el mantenimiento de un edificio que acabo viendo como sus techos se descolgaban, lo que ha hecho en estos últimos años ha sido financiar generosamente al de Les Arts a base de alquileres de espacios, para nada baratos, a fin de que la Orquesta municipal tuviera un local en el que poder actuar con lo que cuesta. ¿Pero, qué pasará después de estas elecciones en las que todo puede suceder?

Mira que han tenido tiempo para pensarlo y reorganizarse. Al parecer no interesa. Igual no dan más de sí. Tampoco la oposición ha sido valiente con este asunto que ha dejado volar por miedo a que le pudieran recordar que de aquellos polvos estos lodos.

Foto: KIKE TABERNER

Bajemos a la arena. El día que el Palau de la Música reabra sus puertas va a tener muchos hándicaps que superar. De entrada, volver a ilusionar a unos aficionados que ha perdido la credibilidad en nuestras instituciones. O ganar nuevos públicos desorientados por los bandazos.  

Durante estos últimos años, no sólo no ha existido diálogo interinstitucional sino que por el contrario se han duplicado de nuevo competencias. Por no hablar de la guerra de exposiciones, un gasto descomunal que en lugar de equilibrarse ha crecido con descrédito. Y menos aún de nuestros museos locales que son como para hacérselo mirar.

Sólo le pido al nuevo gobierno entrante, sea del color que sea, que actúe de forma más previsora y deje de pensar en su siglas y en los suyos y lo haga en nombre de la ciudadanía y en un equilibrio de gasto más que necesario. Es hora de acabar con el despelote general de ordeno y mando porque tengo el poder.

Lo triste es que, hasta ahora, todos han demostrado no haber sabido estar a la altura de sus responsabilidades ni gestionar con altura de miras. Eso tiene el ombliguismo localista. O la desmemoria y, de paso, la inoperancia.

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