CASTELLÓ (EFE/Marina Segura). La escuela va a mejor, pero da la sensación de "estar atrapada en el tiempo": en vez de avanzar regresa al punto de partida cada curso, cada legislatura o cada ley, afirma a EFE el divulgador y catedrático de Lengua y Literatura, y director de un instituto de Castelló Toni Solano, autor del ensayo Aula o Jaula, donde huye de las visiones apocalípticas.
"Todos los que estamos en la escuela somos como Sísifo: docentes que inventan cada día la rueda, porque no estamos acostumbrados a compartir y a aprender de los demás; alumnos que aprenden algo para el examen y lo olvidan, volviéndolo a aprender al curso siguiente y olvidándolo de nuevo; equipos directivos que tienen que reconstruir cada año las plantillas y los proyectos de su centro; inspectores, concejales, familias, ministras...".
En una entrevista con EFE, Solano, con muchos años de docencia a sus espaldas y director de un centro educativo público de Secundaria catalogado como de especial dificultad, confiesa su rabia cuando desaparece "de la noche a la mañana" todo el esfuerzo realizado para adaptarse e implementar las nuevas reglas de cada momento. "Hay una sensación de una eterna vuelta a lo mismo".
En Aula o Jaula. La escuela en tiempos convulsos. Reflexiones de un profesor vocacional (La Esfera de los Libros), Solano elige un hilo mitológico para hablar de su experiencia profesional, los problemas en el ámbito educativo y sus posibles soluciones, entre otras una reducción de la ratio alumno/profesor y más inversión en la red pública.
Sobre la fuerte polarización en el llamado claustro virtual (en redes sociales) entre adversarios y defensores del actual sistema educativo, Solano afirma que "vivimos muy de caricaturas, por un lado el 'profesosaurio' que solo imparte clases magistrales y no atiende a la diversidad y, por otro, la caricatura del profe guay, que va con cacharrería digital, con los pósit de colores, abrazando árboles...; pues ni una cosa ni otra se da generalmente en la vida real".
"Pero sí que es verdad que hay dos visiones. Una visión que parte de la idea de que la escuela va a peor y otros que pensamos que la escuela va a mejor; ambas visiones evidentemente coinciden en que hay muchas cosas por mejorar, pero si tienes que decidir el camino a seguir, desde luego no puede ser retroceder a lo que había antes que sí considero era peor", añade el también formador de profesores y autor de multitud de artículos.
Recuerda que cursó EGB en un colegio público y de sus treinta compañeros ocho continuaron sus estudios en el instituto, cuatro o cinco cursaron Formación Profesional y el resto se puso a trabajar con 14 años. El mismo optó por la FP porque le gustaba arreglar trenes, pero más adelante en "su tiempo libre" estudió el grado de Filología Hispánica y se hizo profesor.
En la época actual, continua, "¿el éxito es que todos acaben licenciados? pues igual no. Si hemos escolarizado a toda la población hasta los 16 o 18 años no es necesario que todos lleguen a la universidad. Tendríamos que pensar que el éxito de la escuela es también encontrar para cada alumno su camino académico y profesional".
El director del IES Bovalar, en el extrarradio de Castelló, vaticina que aquellos que basan el nivel de una escuela en la cantidad de conocimientos que se transmite al alumnado "están condenados a desaparecer porque las máquinas van a ser capaces de transmitir más contenidos que tú. A nivel de contenidos, el ChatGPT va a dar mejor la clase, solo falta que le añadas un avatar".
"Un profesor que pueda ser sustituido por una máquina debe ser sustituido por una máquina. Es decir, debemos tener un valor añadido como docentes y eso no lo da solo el nivel de contenido (...), pero se trata de conseguir que ellos aprendan lo que tú sabes, no que tú se lo vuelques a ellos", explica.
Además, resalta, es posible que los jóvenes sepan más que el propio profesional porque ellos están enganchados a internet. "Ni siquiera nosotros ya estamos al día porque el ritmo de conocimiento es vertiginoso; tendríamos que hacer continuos cursillos de actualización. Por mucho que digan que el saber no cambia, sí que cambia".
Otras cuestiones que se le podría exigir a un "docente moderno" es que enseñe a detectar la manipulación y la información falsa, que "genere contenido, que ese conocimiento sea un conocimiento que nos haga crecer como sociedad y que los haga a ellos (estudiantes) mejores ciudadanos dentro de nuestra asignatura".
Entre los problemas, Solano menciona entre otros muchos las ratios en secundaria -"si tienes 30 alumnos por clase y lo normal es tener seis grupos, es imposible conocerles a todos" y, dentro de esta misma etapa educativa, mejorar el sistema de acceso a la profesión docente.
Hay coincidencia en que ser un filólogo o biólogo brillante "no es garantía de ser un buen docente". A veces, dice en tono irónico, "llega gente a secundaria que dice '¿a mí por qué me ponen niños delante?'. Perdona, has elegido dar clase a adolescentes, no estés quejándote de que solo piensan en jugar, estén distraídos o no quieran estar en clase, eso es ser joven, que va más allá de escuchar a un señor que sabe mucho". Hay que conseguir, concluye, "un equilibrio entre saber mucho y saber enseñar".