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'Toscana’: el secuestro de Pau Durà con sabor valenciano

25/05/2022 - 

VALÈNCIA. Un hombre va camino a una clínica con un bote de semen con el que inseminará a su mujer. Se ha masturbado antes, solo en casa, y la película muestra cómo se frota las manos segundos antes. Parece hacerlo con decisión, pero también parece haber algún atisbo de duda. En otro lugar, una mujer disfuncional ve a alguien a quien no le apetece ver. En otro (no lo vemos, en este caso), una persona coge una escopeta y se dirige a un lugar para ajustar cuentas con mucho miedo pero determinación. Finalmente, un empresario de la hostelería, ahogado en deudas, se afana en esconder el efectivo que tiene para tener un colchón con lo que pueda pasar.  Estas cuatro personas se van encontrar en este último escenario, el restaurante Toscana.

Pau Durà se atreve, en su segundo largometraje, a meterse en el mundo de la comedia por la puerta pequeña, que es más arriesgada: un film que se desarrolla prácticamente en un solo escenario: el restaurante donde Tomás secuestra a punta de escopeta al resto de personajes para reclamarle el finiquito a su antiguo jefe. “No pensé en hacer o huir de lo teatral. De hecho, si me pidieran ahora una adaptación, ¿qué haría con la primera parte de la película? Yo empecé a escribir y la gente que ha ido revisándolo me pedía que me quedara ahí, en el restaurante, donde todo pasa”, explica a este diario el director.

La historia nació hace ya casi una década, con su paternidad, y casi a la vez que Formentera Lady. Recuperó un día el manuscrito, se rió y decidió intentar ponerlo en marcha. A diferencia de su ópera prima, Toscana es un dispositivo de entretenimiento para divertir y reir. Hay grandes temas, por supuesto, pero Durà se ha dedicado a dibujar personajes cómicos muy marcados para generar comedia sobre un solo escenario.

El elenco elegido es el propio Durà, acompañado de Francesc Orells, Edu Soto y Malena Alterio. “Son gente que me he ido encontrando. A Francesc Orells lo tenía claro desde el principio porque sabía que ese papel lo podía bordar, a Edu Soto lo conocí no hace tanto y se lo propuse… He ido configurando un equipo de personas con el que sentía que podía trabajar a gusto porque era muy importante para la película. Al final, ellos también me tenían que dirigir a mí. Uno siempre tiene que acabar tomando la última decisión, eso está claro, pero me gusta implicar a todo el mundo en el proceso”, comenta el director.

Y es que también, a diferencia de su primera película, se ha permitido estar delante y detrás de las cámaras. “Con esta historia, me lo he permitido. En otra ocasión, no sé si lo hubiera hecho”, se pregunta. Su personaje, Santi, es el punto de partida de la película y con el que se siente identificado: “Me interesa mucho la paternidad, yo también acababa de serlo entonces y Santi es un personaje que refleja las dudas que yo pude tener, como también las de la edad. Y bueno, que yo tampoco acabo las frases y también voy en Vespa”.

A lo largo del metraje, se van desenvolviendo las historias de cada personaje, los dramas con los que llegan a esta comedia. Y por encima de cualquier tema, uno: el dinero. “Fue escrita en una crisis de la que parecía que no salimos. El dinero es un tema importante, aunque en el caso de Tomás, luego se va conociendo que hay otras cuestiones detrás”, comenta el director. “Conforme se van conociendo las historias, lo que se pensaba que era una prisión, un secuestro, se acaba convirtiendo en un refugio.

Como su ópera prima, Durà vuelve a rodar en València, en este caso algunos exteriores y en los estudios Galaxia, donde se constuyó la localización del restaurante. Más que acento (nadie del elenco principal es de la Comunitat), se podría decir que tiene sabor valenciano. Como en un restaurante, el Toscana, por ejemplo.

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