CASTELLÓ. Tropezar dos veces con la misma piedra. Tirar la piedra y esconder la mano. Quedarse de piedra. O vivir sabiendo que tota pedra fa paret. No nos damos cuenta pero las piedras forman parte de nuestro imaginario y pueden decir mucho de cómo nos sentimos. A veces son una carga, ese elemento que se interpone para conseguir algo, y otras son ese pilar que nos sostiene. En municipios como Vilafranca del Cid, además de esto, son mucho más. La piedra en seco ha sido y es una constante en la localidad, que hasta cuenta con un museo dedicado a esta técnica de construcción. Y no es para menos. Vilafranca atesora kilómetros de pared y casetas hechas con piedra en seco, convirtiéndose en parte de su cultura y su identidad. Orgullosa de ello, una nueva exposición colectiva, llamada Piedra sobre piedra, copa hasta el 22 de junio las Salas góticas del Ayuntamiento. En ella la fotografía la experimental, la imagen y la reflexión a través de la palabra convergen para ir más allá.
Cuenta la fotógrafa madrileña Irene Zottola que cuando le propusieron desde el festival Imaginaria exponer en Vilafranca no conocía ni había pasado nunca por ahí. Sin embargo, su trabajo como educadora encajaba con lo que un municipio de dos mil habitantes necesita, que es cooperación. Aunque Zottola suele vincular su obra a la literatura o la poesía, pronto se dio cuenta de que debía aprovechar la piedra que tanto caracteriza a la localidad. "No todas las piedras son iguales y una piedra son muchas piedras. No quería que la propuesta que hiciera fuera ajena al pueblo ni llegar con un interés personal. Me interesa más trabajar con la gente que colgar unas fotografías y dejar el trabajo plantado". Así, Irene Zottola llegó unos días antes de la inauguración a la localidad para trabajar junto a los estudiantes del CEIP Blasco de Aragón, el IES de Vilafranca y el Club de Jubilados, en coordinación con la técnica de cultura Ana Querol. "Aunque mi nombre es el que aparece en la hoja de sala, las obras y las piezas las han hecho los alumnos. Yo he coordinado y he hecho de guia", apostilla la madrileña.
A partir de aquí, Irene Zottola quiso, en primer lugar, saber qué representa la piedra para todos. "¿Si tenemos una piedra delante de nosotros qué nos viene a la cabeza?, ¿cuáles son los pensamientos que nos evoca?", les preguntó. Las respuestas fueron desde "ninguna cosa" hasta "la cultura de mi pueblo". "Fue muy enriquecedor recopilar reflexiones tan dispares entre un mismo grupo de edad, de una misma localidad y sobre un mismo elemento".
Además, en el caso del club de jubilados, la fotógrafa les propuso que compartieran también algunas fotografías importantes de su vida y, claro está, en muchas de ellas aparecía este material. "Igual podías ver un merendero hecho de piedra como asientos de piedra, que un muro. Fue muy interesante, me hubiera gustado grabarlo pero no tenía tiempo de profundizar más".
La idea era, en todo caso, generar un muro -muy diferente a los que suele encontrarse en el pueblo- para colocarlo en la sala gótica. Piedra sobre piedra es una colección de obras creadas por los habitantes de la zona, para el que se ha utilizado principalmente la técnica de la cianotipia, un proceso fotográfico del siglo XIX en el que se crean imágenes mediante una emulsión que se expone a la luz del sol.
Los estudiantes apoyaron sus propias manos y piedras del territorio sobre distintos papeles y telas que expusieron al sol. Y aunque, el resultado fueron un monton de piezas teñidas de azul de Prusia, posteriormente se invierton los papeles para obtener colores más terrosos característicos de la zona, como son el marrón y el amarillo. Otro ejercicio consititó en envolver las piedras de papel para ver qué mancha quedaba y qué formas se generaban.
"Tengo la sensación de haberles dado un tablero de juego en el que cada uno podía jugar. Además, fue bonito ver cómo la parte adulta reconectaba con la magia de la fotografía", manifiesta Irene Zottola, quien explica además que por todo esto ha decidido ceder todas las obras a Vilafranca. "Se hicieron con las piedras de la zona, su luz y la poca agua que tienen, creo que por todo eso pertenecen a ese lugar. Lo único que les pedí que me enviaran de vuelta son las frases, que es como lo que yo he recibido de ellos. Al final todo esto ha sido un proceso de compartir".
Irene Zottola protagoniza también este mes de mayo una exposición en Vitoria y es una de las autoras seleccionadas para PHotoESPAÑA 2024. Su trabajo ha sido expuesto, así mismo, en diferentes espacios y festivales de España, Italia y Marruecos. Y publicó su primer libro, Ícaro, con Ediciones Anómalas después de ganar la V edición del Certamen Fotocanal. No obstante, de su participación en Imaginaria y en el pequeño municipio de Vilafranca dice sentirse especialmente orgullosa. "Como artistas tendemos a ir a las capitales de provincia, a sitios donde se tiene de todo, por lo que de repente percibir la facilidad y cómo se puede disfrutar más del proceso de creación en un municipio tan pequeño, ha sido un regalo. Aun así, me parecería un error que los artistas de capitales pensaran que deben ir a 'iluminar' el entorno rural con sus creaciones, porque en estos entornos pueden crecer ambas partes. El artista debe aportar desde el respeto y no la imposición. Es una retroalimentación", concluye.