No todo vale. Ni en política ni en la vida vale todo. Muchísimo menos quienes, aspirando a gobernar un país, son incapaces de ponerse en el lugar del otro, de las personas que sufrieron y siguen sufriendo. No todo vale. Ni en política ni en la vida vale todo. Muchísimo menos quienes desde la indolencia del relato del vencedor se niegan a reconocer el dolor causado.
En estos momentos de indignación me resulta complicado comprender la negativa del PP a reconocer y ayudar a cerrar las heridas que la Guerra Civil y la dictadura han causado en nuestra sociedad. Me resulta imposible asumir que una persona que aspira a presidir este país se niegue a ser parte de la justa reparación moral de las víctimas. Me resulta imposible asumir que el presunto líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, rechace que España avance en materia de derechos humanos, y que adolezca de la más mínima humanidad.
Hace unos días la marioneta presidencial del PP se refería a la Guerra Civil como una pelea entre abuelos. Miles de muertos, una cruenta guerra civil, el exilio de miles de familias, miles de huérfanos, una sádica represión y una dictadura de cuarenta años se resumen para Feijóo, preso de los ultras del PP, en que “hace 80 años nuestros abuelos y nuestros bisabuelos se pelearon y no tiene sentido vivir de los réditos de lo que hicieron nuestros abuelos".
No sé si es por mi formación como historiador o por el anhelo político de construir una sociedad más justa, porque he sido educado en profundos valores democráticos o porque entre víctima y verdugo elijo siempre estar del lado de la víctima. Puede que sean varias las razones o una mezcla de todas ellas, pero creo firmemente que avanzar en memoria democrática supone construir juntos un país más digno y una democracia más sólida.
Lo tengo claro como ciudadano y como político, también mi partido. Y lo ha demostrado con el impulso a la Ley de Memoria Democrática. Una norma que nos permite avanzar en materia de derechos humanos, que se basa en los principios de verdad, justicia, reparación y no repetición de lo ocurrido. Con esta norma el PSOE sitúa a las víctimas en el centro de la acción de gobierno. Lamentablemente el PP ha huido una vez más del lado de las víctimas, y deberán explicar a quién ponen en el centro de su acción política. El PP debe explicar a nuestra sociedad su interés por reescribir la historia y acallar nuestra memoria.
Sin respeto hacia las víctimas y sin dignidad política el ‘líder marioneta’ del PP es incapaz de virar hacia el centro a su formación, se lo impide el poder en la sombra que desde la Puerta del Sol determina sus posicionamiento. Cambiaron de líder para que el liderazgo no cambiara. Decía el ex líder Pablo Casado cuando ejercía como responsable de Nuevas Generaciones de Madrid que los de izquierdas éramos unos ‘carcas’, porque estábamos “todo el día con la guerra del abuelo, con las fosas de no sé quién, con la Memoria Histórica...”. Hace poco más de un año, defendía Isabel Díaz Ayuso aquello de que “si te llaman fascista es que estás en el lado bueno”. Hoy es Feijóo quien trata de blanquear la Guerra Civil y el franquismo. Nada cambia en las filas de un Partido Popular incapaz de soltar lastre, preso del pasado.
Las víctimas son, y serán, para las socialistas y los socialistas el centro de la acción legislativa y de gobierno porque es parte de nuestro ADN lograr la reparación y la justicia, la defensa de los valores democráticos. Y no hay democracia avanzada sin la necesaria reparación a las víctimas, sin saldar la deuda que nuestra sociedad tiene con su historia reciente y con millones de españolas y españoles.