Tras más de veinticinco años de trayectoria, en la política y fuera de los focos, Carlos Mazón ha alcanzado la Presidencia de la Generalitat.
ALICANTE.- Carlos Mazón Guixot (Alicante, 1974 ) es un hombre de desafíos. No de ahora, sino de toda su vida, tanto en lo personal como en la política. Se podría decir, en términos de runner, que lo es, que es un maratoniano que va alcanzando kilómetros con la mirada puesta en la cita del 42, que sería la Presidencia de la Generalitat, que ha alcanzado este miércoles, gracias al apoyo del PP y de Vox. Mazón es un presidente joven, pero un viejo de la política. Se marchó, pero ha vuelto has lograr su objetivo.
Siempre le ha regido el conocimiento de que los retos eran posibles; y cuando no ha sido así, como ha ocurrido en más de una ocasión, ha buscado otro itinerario sin desesperar aguardando otra oportunidad.
Hasta llegar al día de este jueves, que es cuando se ha alcanzado la meta, el regreso de Mazón a la política en activo tiene varias aristas. La primera, su ascenso ha sido fulgurante; en poco menos de dos años se ha convertido en el auténtico barón de Pablo Casado, primero, y de Nuñez Feijóo después, con el mismo tratamiento que Fernando López-Miras, Juanma Moreno, Alberto Núñez Feijoó o Fernández Mañueco pese a que venía de la oposición y de esta fuera de la política autonómicas.
El empujón se le dio Casado, pero con Núñez Feijóo, que asumió las riendas del partido en marzo de 2022, es cuando las opciones de que Mazón alcanzase su objetivo han ganado enteros con sondeos a su favor, algo que comenzó a inquietar a los actuales inquilinos del Palau, el Gobierno tripartito del Botànic. Pese a que siempre lo veía factible, el propio Mazón es un hombre de paciencia, de no alterar los acontecimientos y que el cambio se produzca, si es que se produce (que ha sido que sí), a su debido tiempo.
Esa paciencia política, que no suelen tener todos los políticos, él ya la demostró en los inicios de los años 90, cuando militaba en el sindicato Programa 10, una especie de agente agitador en el que recalaban los jóvenes de centro-derecha que posteriormente acabarían formando parte de las filas del PP. No era como ahora, donde cunden las alternativas fruto de la fragmentación. La alternativa al socialismo gobernante de entonces era esa.
Allí, Mazón coincidió con otros políticos de su generación, como Sebastián Fernández, Mónica Lorente o Marcos Alós. E incluso con sus contrincantes de ahora, como los socialistas Herick Campos y Alejandro Soler, o Ismael Vicedo (Compromís) o Leire Pajín. Programa 10 fue un agitador de las turbulencias que vivía en aquella época la Universidad de Alicante con Andrés Pedreño como rector y con el intento de una parte de los docentes de crear una nueva universidad, la Miguel Hernández, algo que se conseguiría años más tarde con Eduardo Zaplana ya en el Palau de la Generalitat, y la escisión de la Facultad de Medicina
Previo a aquellos años, Mazón fue miembro del claustro de la Universidad de Alicante en representación de Programa 10 y ya defendía la creación de esa nueva universidad, que posteriormente fue todo un cisma académico, pero sobre todo, político, aunque con los años ha acabado apaciguándose hasta desembocar en una colaboración entre los dos campus.
Con Eduardo Zaplana ya en València, con un gobierno de coalición con Unión Valenciana, Mazón culmina sus estudios de Derecho en 1997. Su actividad se limita, por entonces, a la vida interna del partido como líder destacado de Nuevas Generaciones, lo que posteriormente le llevará a ser secretario general de la organización en la Comunitat Valenciana y a formar parte de la junta directiva nacional con Juan Manuel Moreno —hoy presidente de la Junta de Andalucía— como presidente y compartir encuentros con Santiago Abascal, Jorge Azcón y Cuca Gamarra, entre otros.
En 1999, ya con la mayoría absoluta del PP en la Generalitat, llega el turno de Mazón en la gestión política. Es nombrado director general del Instituto Valenciano de la Juventud (IVAJ), etapa que le lleva a trasladar su residencia al cap i casal junto a su inseparable José Antonio Rovira, otro alicantino que llega como director general de Educación, con el que compartirá piso y experiencias.
Durante ese mandato, el de 1999-2003, se produce un hito que, posteriormente, marcará la trayectoria del PP de la Comunitat Valenciana. Su mentor, Zaplana, es nombrado ministro de Trabajo y deja la Generalitat en 2002, que será ocupada de manera interina por José Luis Olivas hasta 2003, año en el que el candidato y posteriormente presidente será Francisco Camps. Desde entonces, comienza a vislumbrarse lo que pasaría más tarde y que también marcaría el futuro de Carlos Mazón.
Con la llegada de Camps, se produce un pacto de no agresión entre sus afines y los de Zaplana, entre los que se encuentra el propio Mazón. En 2003, con el nuevo Consell, Mazón es nombrado director general de Comercio y Consumo, bajo el organigrama del conseller de Industria, el también zaplanista Miguel Peralta.
No es que cayera en desgracia, pero sí que el hoy presidente de la Diputación de Alicante pasó a un segundo plano político dentro de la Administración valenciana, algo que se acrecentaría años más tarde, en 2005, cuando es nombrado director general de Seguridad Industrial, en un mandato en el que el conseller acabó siendo Justo Nieto.
En 2007, se produce un punto de inflexión, que tendrá su culmen dos años después. Mazón regresa a su ciudad, Alicante. Camps ha vuelto a revalidar la mayoría absoluta del PP y los afines de Zaplana deben buscarse nuevas responsabilidades porque, esta vez sí, el presidente de la Generalitat tiene las manos libres para hacer su Gobierno sin hipotecas o pactos con el exjefe del Consell. Mazón, al igual que José Joaquín Ripoll, buscará y encontrará acomodo en la Diputación de Alicante, pero con una salvedad importante. En Alicante ciudad, tanto el alcalde Díaz Alperi, como la que será su posterior sucesora, Sonia Castedo, vetan la presencia de Mazón en la lista municipal del PP, lo que le obliga a presentarse por el municipio de Catral (Vega Baja) como cunero. Ello le permitirá ser diputado provincial, con Ripoll de presidente, y responsable de Infraestructuras. Son los años del choque de trenes entre las dos facciones del PP valenciano. Camps ha hecho su equipo tanto en la Generalitat como en el partido y la elección del presidente provincial del PP de Alicante se convertirá, en diciembre de 2008, en la madre de todas las batallas. Mazón, con compañeros de generación como Mónica Lorente o José Antonio Rovira, respaldando a Ripoll; el aparato del partido, con Ricardo Costa como ariete, con el entonces alcalde de Benidorm, Manuel Pérez Fenoll. El Congreso de Orihuela, que abre en canal a toda la organización, lo acaba ganando Ripoll por solo cinco votos.
La herida del PPCV no se cierra. Es más, a la vuelta de esa Navidad, la de 2008, salta el caso Gürtel y la rama de los trajes de Camps. Mazón ve que el choque de trenes no tiene solución y decide dejar sus cargos públicos, tanto la vicepresidencia de la Diputación como el acta de concejal en el Ayuntamiento de Catral en octubre de 2009.
Además, va a ser padre de mellizos y decide que es mejor optar por otra salida profesional que le permita una mejor conciliación con el nuevo escenario familiar. Entonces, acepta una generosa oferta del presidente de la Cámara de Comercio de Alicante, José Enrique Garrigós, para ser el nuevo gerente de la entidad con un sueldo que superará los 90.000 euros brutos anuales.
La vida le cambia a Mazón ese verano de 2009. Deja su pasión, la política —la dimisión se producirá en octubre de ese año—, y se envuelve en un nuevo desafío, el día a día de la Cámara de Alicante, al que le surgirá otra dificultad. A los pocos meses de tomar posesión, el Gobierno elimina la cuota obligatoria que los empresarios y autónomos debían pagar a las cámaras, lo cual exige a estas entidades, incluida la de Alicante, iniciar un proceso de transformación: buscar nuevos ingresos y adelgazar la estructura interna.
Si en 2009, las circunstancias políticas y personales dieron un giro en la trayectoria de Carlos Mazón, el otro giro importante se produce diez años después, en enero de 2019. El verano de antes, el PP ha elegido un nuevo presidente, Pablo Casado, un viejo conocido de Mazón en las Nuevas Generaciones, que presidió la junta directiva posterior a la de Juan Manuel Moreno, en la que estaba el hoy líder del PPCV. El número dos era el murciano Teodoro García-Egea. Con Casado y Egea, Mazón halla la conexión que había dejado en el partido en 2007, cuando abandona los cargos orgánicos. Pero esta desconexión había dejado una puerta abierta, la denominada vía murciana. Pese a estar en la Cámara de Comercio, el ya ex presidente de la Diputación de Alicante siempre había cultivado sus amistades políticas con dirigentes de la Región de Murcia, en concreto, con Pedro Antonio Sánchez —coetáneo a Mazón— que había sido director del IVAJ y, posteriormente, presidente del Gobierno regional. Pese a esa desconexión, en 2015, Mazón fue incluido en la lista autonómica del PP a las Cortes Valencianas por Alicante. En concreto, en el número doce. Sin embargo, no salió elegido diputado —el PP logró diez representantes— y después no corrió la lista lo suficiente para acceder. Se quedó a las puertas. Ello no fue obstáculo para que el todavía gerente de la Cámara mantuviera despierta su pasión por la política: mantuvo la conexión murciana siempre abierta y también la de antiguos colaboradores, ahora en Ciudadanos, que en más de alguna ocasión le echaron los tejos para encabezar alguna candidatura.
Pero fue la conexión murciana la que contacta con él en enero de 2019. En este caso, García-Egea, con el visto bueno de Casado. Le cita en la sede de Génova para que aporte nombres con vistas a una regeneración de cargos en el PP de la provincia de Alicante y por extensión de la Comunitat Valenciana. En esa cita, se le deja caer la posibilidad de que pueda volver a la política activa y que, al mismo tiempo, pueda asumir un papel en la Diputación de Alicante, pero sin cerrar nada. En esos tiempos, con el auge de Cs, como se verá en las generales de 2019, los populares temen perder la institución provincial que gobiernan desde 1995. El propio César Sánchez se ofrece a Casado para ser diputado nacional y, en todo caso, ser concejal por el municipio de Llíber —acaba de dejar la Alcaldía de Calp y en Alicante ciudad, por donde quería repetir, se le dice que lo tiene complicado, para no perder la posibilidad de seguir como presidente de la Diputación de Alicante—. Génova ve esa debilidad de César Sánchez como la mejor baza para recolocar a Mazón en Alicante. En principio, como número dos en la lista local que encabeza el alcalde Luis Barcala, y después en la institución provincial. Ese movimiento ya lleva implícito el mandato de que debe asumir la presidencia del PP en la provincia de Alicante, cuando toque.
El 10 de marzo de 2019, Casado celebra un acto en Alicante, en el restaurante de La Cantera, previo a las elecciones generales y autonómicas de marzo. A ese acto, ya acude Carlos Mazón como un militante más, en un segundo plano —acompañado de Macarena Montesinos, hoy diputada nacional y candidata al Congreso, y de su inseparable José Antonio Rovira—, pero sabedor de que su futuro pasa por allí, pese a que los rostros de la dirección provincial y regional son otros.
¿Sabía entonces Mazón que ya iba a asumir responsabilidades más altas? Al parecer, no. Eso vendría después. El 19 de julio de 2019, Mazón se convierte en el presidente de la Diputación gracias al respaldo de dos diputados de Ciudadanos. Por primera vez en veinte años, el PP no era la fuerza más votada en la provincia de Alicante y necesitó de un gobierno de coalición para afianzar el poder en esa institución que meses antes se daba por perdida. Un año después, en julio de 2020, Mazón fue elegido presidente provincial del PP, y otro año más tarde, en julio de 2021, en líder del PPCV y oficiosamente en el candidato a la Presidencia de la Generalitat después de que la dirección nacional le propusiera para sustituir a Isabel Bonig, que decidió abandonar la política.
Desde entonces, Mazón controla la estructura del PPCV, con la ayuda de María José Català en la difícil organización del cap i casal. El ascenso del dirigente alicantino a la cúpula regional tuvo como primer objetivo: unir el centro derecha, con la absorción de los dirigentes de Cs, y acceder a la Presidencia de la Generalitat con los votos de Vox.
Desde 2022, los sondeos ya dejaban entrever esa posibilidad ante el presumible hundimiento de Unidas-Podemos o el desgaste de Compromís, algo que el ascenso del PSPV no sería ( ha sido) capaz de contrapesar. Lo dicho, su candidatura inquieta (inquietaba) en el Palau, pese a que allí lo nieguen (o lo negaban, en su día). Con Isabel Bonig estaban más tranquilos, dicen algunos. Y es que, durante estos meses previos, Mazón ha logrado conectar con el empresariado, contra el que la antigua lideresa popular arremetía por su buena sintonía con Puig; situarse con más contundencia en la reivindicación de la mejora del sistema de financiación, y exhibir alianzas con los presidentes de Murcia y Andalucía en esta cuestión y en otras como la del agua, como si de un barón con mando más se tratase.
Lo que está claro es que el paso por la Diputación de Alicante, entre 2019 y 2023, la institución que siempre quiso presidir, le ha concedido en estos últimos años una plataforma privilegiada para optar este último desafío, el de volver a la primera línea política nacional y, además, optar al presidir el Consell valenciano.
En menos de un año, entre el verano de 2020 y el del 2021, Mazón pasó de asumir las riendas del PP de Alicante al del PPCV, tras la traumática salida de Isabel Bonig. Meses más tarde, vino lo más imprevisto: la caída de Pablo Casado, algo que quizás le podría haber descolocado o descabalgado, como en algunos foros se intuyó. Pero como al maratoniano que le surgen unas molestias en el kilómetro 33, Mazón supone sobreponerse, pasar página y ponerse a disposición de Núñez Feijóo, a sabiendas de posiblemente era la única y última oportunidad. Una derrota podría haber cambiado todo.
Lo que vino después ya lo sabemos: el pasado 28M, la ola electoral de la derecha lo ha llevado en volandas hasta el Palau, con unos resultados que meses antes no eran tan esperanzadores, o más ajustados. Y posteriormente con el pacto con Vox, con todo tipo de controversias y ruido mediático nacional, sí, pero con el respaldo sólido del propio Feijóo. Por ello, Mazón es hoy president de la Generalitat y doble-barón, institucional e interno (y con todas las hipetecas del pasado superadas). Este 23J así lo ha demostrado.
* Este artículo, ahora actualizado, fue publicado en número de diciembre de 2021 de la revista Plaza
EN UN MINUTO
-¿Cuál es la canción del verano favorita de su vida?
-El Aserejé.
-Último libro que se haya leído.
-Viaje al pasado, de Stefan Zweig. Lo he releído.
-¿Sabe jugar al ajedrez?
-Sí, un poco.
-¿Qué acto cultural reciente ha sido especial para usted?
-El acuerdo con la Diputación de Jaén para que llegara a Alicante el legado de Miguel Hernández y poder exponerlo hasta marzo. Que el poeta vuelva a su casa me ha llegado a conmover. Otro un poco menos trascendente fue un concierto de Sergio Dalma con las canciones italianas el día antes del confinamiento.
-¿Dónde se hace mejor el arroz? ¿En Valencia, Alicante o Castellón?
-El arrocito de Castellón es único y sólo se puede tomar en Castellón. La paella valenciana es única y sólo se puede tomar buena en Valencia. Y el arroz alicantino es incomparable. Mi favorito el arroz al horno.
-¿Cuál es su especialidad culinaria?
-Los 'huevos Papuchi' que me piden mis hijos. Son una suerte de huevos al plato que se meten al horno con buen embutido, se hacen con mantequilla y se gratinan. Pero sólo lo hago en fechas señaladas.
-¿Cuántos cubos de reciclaje tiene en casa?
-Cuatro. Papel y cartón, vidrio, plástico y envases y el orgánico.
-Confiese qué programa de televisión de entretenimiento le ha enganchado y le cuesta reconocer.
-First Dates.
-¿Qué deporte practica?
-Corro cuatro días a la semana por el río en València o por la playa de San Juan en Alicante y un día hago gimnasio. Hago una media de unos 50 km a la semana.
-¿Cuál era su garito de referencia cuando vivía en València?
-El Negrito.
-¿Le han puesto algún apodo?
-'El Alcalde', cuando estaba en la universidad.
-¿Se arranca en la pista de baile o solo es de cantar?
-Me arranco en la pista de baile sin ningún tipo de rubor. Se bailar la jota y las sevillanas.
-Alguien a quien le haya pedido un autógrafo.
-A Marcos Mundstock, de Les Luthiers.
-¿Qué título le pondría a su biografía?
-La necesidad de hacer.
-¿El sexo está sobrevalorado o infravalorado?
-Depende. El malo sobrevalorado y el bueno infravalorado.
-¿Qué viaje ha hecho que cualquiera debería hacer?
-Estocolmo.
-¿Tiene alguna fobia?
-A las corbatas.