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CHIPS EN EL BELVEDERE   / OPINIÓN

Un MWC 2022 con bombas de fondo

3/03/2022 - 

Es difícil celebrar un Mobile World Congress en unas circunstancias como las actuales. El CES de Las Vegas se salvó del mordisco de la pandemia gracias a la poderosa energía transformadora que acompaña a la automatización inteligente, el paso de lo automático a lo autónomo, la inyección de inteligencia artificial a la actividad de las máquinas, con impacto en todas las áreas de la empresa. Entretanto, dejó algunos titulares coloristas sobre el metaverso; ninguno a la altura del memorable “Los metaversos metaversan el metaverso” con el que Brian Heater retrató el desconcierto del momento en Techcrunch. Pero si a la pandemia se une la terrible invasión de Ucrania por parte de Rusia, las bombas y la sangre, a ver quién levanta un certamen con aspiraciones de ser global.

En situaciones así es cuando se pone de manifiesto la importancia de los fundamentales. El MWC de Barcelona se ha convertido, definitivamente, en un magnífico escaparate de startups y compañías de base tecnológica, fundamentalmente españolas. Proyectos de aceleración e inversión como The Collider, con Óscar Sala al frente, han brotado de la raíz principal y han adquirido personalidad propia. Interesante muestra de fuerza del ecosistema valenciano en el certamen, con protagonismo especial para Iker Marcaide, que bien merecido lo tiene.

Iniciativas así actúan como verdaderos imanes para inversores y talento emprendedor, ayudan junto a otros actores a dar sentido durante un instante a todo ese conjunto de piezas desarticuladas que forman el ecosistema startup español, con el valioso compromiso de personalidades como Carme Artigas, desde la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial. El espacio 4YFN emerge en estos días aciagos como un gran faro de esperanza. Solo le falta, como suele suceder con todo lo que rodea a las startup en nuestro país, incluidas muchas de nuestras magníficas aceleradoras, más diálogo con la Ciencia.

El resto de la feria pierde, sin embargo, peligrosamente, su sentido de utilidad, su relevancia, y eso debería preocupar a Barcelona, mucho más que el infantil desaire de cada edición al Rey de España. La imagen que resume la situación actual del MWC es la mesa redonda inicial del congreso titulada New Tech Order: junto a los CEO de Vodafone, Telefónica y Telia, Nick Read, José María Álvarez-Pallete y Allison Kirkby, respectivamente, que obviamente no forman parte del New Tech Order, salvo por su condición de excelentes compradores de tecnología de terceros, es decir, como clientes VIP, aparecen los presidentes de China Mobile, China Telecom y China Unicom. Si ese es el New Tech Order, apaga y vámonos.

Con una guerra cruel e injusta de por medio, el mundo no está para este tipo de bromas. Y menos con China de protagonista. En las semanas previas a la edición de 2019 del MWC, pregunté a Siemens por su ausencia del certamen y la respuesta fue que estaba perdiendo significación para los clientes industriales, que era el atractivo original. Pero apareció el coronavirus y se fueron descolgando expositores por cautela sanitaria, de modo que el error estratégico acabó quedando en un segundo plano.

Cualquiera habría olvidado su inquina con la Casa Real y se habría preocupado de sentar a GSMA en la mesa para buscar soluciones a la espantada de grandes corporaciones industriales globales. Eso es lo que implica cuidar los fundamentales y no quedarse en el celofán. No se hizo en su día y lo que tenemos hoy es un evento que a duras penas resiste la dura condición de simultaneidad con una pandemia, mucho menos con una guerra en Europa.

Como territorio es importante cuidar los fundamentales y no dejarse llevar por la espuma de las modas y de los Fondos de Recuperación, que al final están yendo a rotondas, digitales o verdes, pero rotondas: el 30% de las grandes líneas de ayuda del primer semestre de 2022 del Plan de Recuperación, de los paquetes de más de 500 millones de euros, van al sector de la construcción, y sólo el 2% a la transformación digital de las pymes.

También como empresa hay que cuidar los fundamentales. Recientemente, un ex alto directivo del Ibex me comentaba que había recibido la propuesta de una startup que acababa de captar varias decenas de millones de euros de inversión y le pedía unos servicios de consultoría. Pero al pasarles el presupuesto (muy, muy asumible si acabas de captar varias decenas de millones de euros), lo rechazaron y la posibilidad de trabajar conjuntamente se rompió. “No quieren crear sagas empresariales, sino burbujas”. En tiempos de guerra, las frivolidades destellan.

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