Las dramáticas y espectaculares imágenes que estos días ofrece la erupción de un volcán en La Palma nos muestran que la naturaleza además de brava no atiende a razones ni parámetros humanos. Tornados, lluvias, volcanes y tantos fenómenos que se manifiestan con toda su fiereza nos sacuden del letargo en el que vivimos
En primer lugar, la erupción de un volcán pese a no ser algo habitual, sucede y sucederá allá donde hay volcanes y no creo que debamos achacarlo al tan repetido y ya desgastado cambio climático. Casualmente estos días damos la bienvenida al otoño entre lluvias y bajada de las temperaturas, como toda la vida, y hace dos décadas se hablaba de esta época casi como si un apocalipsis fuera a arrasar las playas y la temperatura convirtiera la tierra en un horno de fundición. Pese a que los años pasan y las cosas siguen sucediéndose de manera natural, cientos de multinacionales y marcas siguen utilizando este asunto como pura estrategia de marketing para reforzar su marca y potenciar sus ventas.
La erupción en Canarias es real, la lava quema y arrasa con todo a su paso, pero podemos verla como un símil de la situación en la que se encuentra España con cientos de noticias que deberían provocar una erupción popular, y seguimos como si nada sucediera. Quizá la lava de la pandemia, el más de año y medio de prohibiciones y recortes de libertades nos ha dejado noqueados y ahora con poder salir a una terraza o pasear sin mascarilla, nos sentimos más que plenos. Pero si vemos cualquier periódico, además de la popular subida de la luz, descubrimos que el gobierno de España acepta una mesa de diálogo con Cataluña para pactar la disolución de España, aunque se utilicen todo tipo de eufemismos para que parezca una reunión que cumple con la supuesta normalidad democrática. Seguro que han visto imágenes o han escuchado algo sobre la cabotà que dio Sánchez ante la bandera catalana y la retirada de la enseña nacional de la reunión. ¿Pero sabemos que están pactando contra los intereses de los españoles y sólo para favorecer a la mitad de la sociedad catalana que vota independentismo?
El asunto catalán es de gran trascendencia y gravedad y tengo la ligera sensación que no es un tema que esté entre las preocupaciones actuales de la ciudadanía, pero seguimos para bingo. El gobierno actual ha superado todos los límites del decoro y la ética y los homenajes a sanguinarios etarras con varios crímenes en su currículum ya no es que se toleren, sino que hasta se justifican o disculpan en aras de una libertad o de escudarse ante la no actuación de la justicia. Como si los políticos no pudieran pronunciarse y criticar un acto de tal vileza al margen de que la justicia no lo prohíba. Es más, siempre se busca la contra noticia para tapar los escándalos y en este caso la patética manifestación de Chueca ha sido el telón con el que ocultar el homenaje a Parot. Me viene a la mente la frase atribuida a Pilar Ruiz, madre de Joseba Pagazaurtundua: “Haréis y diréis cosas que nos helarán la sangre”.
Entre tanto, seguimos siendo una de las economías más lentas en recuperarse de Europa, las restricciones en el ocio nocturno o en conciertos son las más duras de todo nuestro entorno pese a que las cifras relativas al Covid19 son ya completamente asumibles. Si deciden publicar cada semana los fallecidos por suicidio, infarto, cáncer de pulmón o accidente de tráfico, tendríamos que quedarnos en casa, dejar de realizar casi cualquier actividad para llegar a las famosas tasa 0, y obviamente no hacemos eso y no tendría mucho sentido. Por ello, ahora es cuando una vez más la sociedad civil debería rebelarse y mostrar sus críticas hacia unos líderes políticos que parecen temer el crecimiento y la recuperación económica mientras ven como la lava sigue arrasando miles de empleos, familias y personas que no saben cómo recuperar su estabilidad profesional para desarrollar su proyecto de vida. Un ejemplo de la pasividad de los gobernantes actuales ante las posibilidades de reactivación y generación de riqueza, es el pasotismo tanto estatal, como autonómico y local con la posibilidad real de que Valencia volviera a acoger una edición de la America’s Cup, el evento de vela más importante del mundo y uno de los eventos deportivos de mayor relevancia.
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